Para reflexionar: Antes
de estudiar este capítulo, responda a la pregunta:
¿Por qué quiere usted trabajar en el ministerio
con niños?
Al examinarnos a nosotros mismos, podemos encontrar tres clases de motivos por qué queremos involucrarnos en la obra con niños:
Motivos humanos o emocionales:
Esta clase de motivos tiene que ver con lo que
usted siente, humanamente.
Es bueno tener esta motivación. Normalmente,
Dios nos da tareas que en el fondo nos gustan, y que
vemos que son necesarias, y que El nos ha dado la
habilidad para realizarlas. ¡Esto no significa que
siempre será fácil! Pero si no le gustan los niños, si
usted no logra tener un buen contacto con ellos, y si lo
hace solo por obligación, entonces debe buscar otra
tarea donde usted se siente mejor.
Estos motivos humanos o emocionales son importantes como
confirmación de que estamos en el lugar apropiado. Pero
no deben ser los únicos motivos ...
Motivos egoístas:
Estos son los motivos que nadie dice a voz alta. Pero
cuando examinamos nuestro corazón con sinceridad,
podemos encontrar también algunos motivos egoístas para
estar en este ministerio. Por ejemplo, uno puede pensar:
"A mí no me dan importancia en la iglesia. Pero los
niños sí me van a admirar, porque soy más fuerte que
ellos, yo sé más que ellos, etc." - O también:
"Nadie me ama, nadie me da cariño, pero los niños
sí me van a dar cariño."
Especialmente en las iglesias organizadas según
el sistema "escolar" o "pastoral"
(vea "Estructuras
contemporáneas de iglesia"), puede también
surgir el pensamiento: "Este trabajo con los niños
es una entrada fácil para llegar al liderazgo. Podré
avanzar a ser líder de adolescentes y de jóvenes, y
hasta ser líder de la iglesia." - También en una
iglesia más centrada en las
familias, un padre de familia podría pensar:
"Es muy poco educar solamente a mis hijos; quiero
ser un líder sobre muchas familias." - ¡Este es un
pensamiento muy equivocado! En la realidad, no hay
responsabilidad más "importante" que la de un
padre de familia, que educa a sus hijos "en
disciplina y amonestación del Señor". Aun el
hombre de Dios más importante será juzgado por el
Señor primeramente por su actitud hacia Dios mismo, y en
segundo lugar, por su fidelidad en las responsabilidades
de su propio hogar. (Lea Génesis 18:19, Josué 24:15, 1
Timoteo 3:4-5.) Si lo hacemos para alcanzar algo
diferente, entonces nos estamos aprovechando del
ministerio, en vez de servir.
Otros tratan de ganar puntos con Dios: "No estoy
seguro si Dios realmente me ama; pero si hago este
trabajo, seguramente él me va a amar." ¡Esto es
todo al revés! No necesitamos trabajar "para que
Dios nos ame"; pero podemos servir a otros porque
Dios ya nos ama. Mientras usted no esté seguro del amor
de Dios por usted, no podrá servir espiritualmente a
otros.
Cada persona que ministra a los niños con estos motivos
egoístas, no les da nada a los niños, sino les quita
algo. Se beneficia a sí misma a expensas de los niños.
¿Qué dice Dios acerca de esta clase de
motivos?
Mateo 6:33: Debemos buscar primero el
_________________________.
Gálatas 1:10: Debemos hacer la obra, no para agradar a
los _____________, sino para agradar a ____________.
Entonces, ¿qué hago si encuentro estos
motivos egoístas en mí mismo?
- Confiéselos a Dios, reconozca que es pecado, y
arrepiéntase.
Dios le puede usar en el ministerio, pero solamente si la
actitud de usted cambia. Debe ser completamente sincero y
transparente ante Dios. Debe pedirle que él le muestre
cada actitud egoísta en su corazón, y que él mismo le
limpie (1 Juan 1:7-9).
Motivos espirituales:
Dijimos que los motivos humanos son buenos, pero no son
suficientes. La obra espiritual es solamente para
personas con una motivación espiritual.
Mencionaremos dos motivos espirituales importantes:
"Quiero alegrar el corazón de
Dios."
La primera persona que debe alegrarse de su obra no son
los niños, ni los líderes de la iglesia, ni usted
mismo. La primera persona que debe alegrarse de su obra,
es Dios mismo.
Habrá momentos cuando usted se esfuerza al máximo para aconsejar o enseñar a los niños, pero los niños no quieren recibir sus palabras, o le rechazan a usted como persona. Entonces podemos sentirnos desanimados y frustrados. Pero si usted se ha preparado en oración ante el Señor y ha hecho su obra como para el Señor y no para los hombres, escuchando y obedeciendo a él, entonces usted ha cumplido. Dios se alegra de cada cosa que hacemos en obediencia hacia él; no importa si los hombres lo reciben o no. El mismo se encargará de los resultados.
"Lo hago porque Dios me llamó a
hacerlo."
Necesitamos saber que estamos en esta obra, no solo
porque nosotros mismos queremos, tampoco porque algún
líder nos ha puesto acá, sino porque Dios mismo nos ha
llamado a hacerlo.
Los motivos humanos que tenemos, o los líderes que nos
animan, pueden confirmar el llamado de Dios en nuestra
vida. Pero necesitamos saber en primer lugar que Dios
mismo nos llamó.
No hay cristianos sin llamado. Cada cristiano está bajo el llamado general de ser testigo del Señor (Marcos 16:15-18, Hechos 1:8). Lo que varía de una persona a otra, es la forma particular como cumplimos este llamado.
Tiempo de reflexión y oración
Pida a Dios que él examine su
corazón: ¿Cuáles son mis motivos verdaderos para
trabajar con niños? - ¿Sé que Dios me ha llamado a
esta obra? - ¿Tengo todavía motivos egoístas?
Confiésele los motivos egoístas que encuentra, y
pídale que él le cambie.
Si no está seguro de su llamado, pida la confirmación
del Señor. (No abandone el curso si no está seguro. Las
experiencias prácticas que tendrá con los niños,
serán una oportunidad donde Dios puede confirmar su
llamado.)
Hijos del Altísimo - http://www.altisimo.net -