El plan original de Dios para la familia
En Génesis 1:27 dice que Dios creó al hombre en su
imagen. Pero esto no es todo lo que dice allí. El verso
continúa: "...a imagen de Dios lo creó; varón
y mujer los creó." Y en el siguiente
versículo se incluyen implícitamente también los
hijos: "Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad
y multiplicaos..."
- Podemos concluir de allí que el hombre solo no es la
imagen completa de Dios. La imagen completa de Dios es
la familia.
Esto no debe sorprendernos, puesto que Dios mismo es una
Trinidad, una unidad de tres personas (Padre, Hijo y
Espíritu Santo). Por tanto, una sola persona no es
suficiente para dar una imagen adecuada de Dios.
Tenemos que ver en este contexto lo que dijo Dios: "No
es bueno que el hombre esté solo." (Génesis
2:18) Dios pensaba no solamente en la comodidad del
hombre o que podría sufrir de su soledad. "No era
bueno" porque el hombre solo no era una imagen
adecuada de Dios.
En Efesios 3:14-15, Pablo dice además que toda paternidad (así la traducción literal) toma su nombre de Dios el Padre. Entonces, la paternidad en particular es una imagen de lo que es Dios el Padre para nosotros. (Ampliaremos este tema en otro capítulo.)
El propósito espiritual más profundo de la familia es entonces, que sea una imagen de Dios ante el mundo. En ningún lugar se manifiesta tan claramente el carácter de Dios, como en una familia cristiana que funciona según los principios de Dios. Allí se hace visible la luz del evangelio, en contraste con la oscuridad de este mundo.
Veremos algunas formas como la familia puede ser un reflejo de la Trinidad de Dios:
El Padre ama al Hijo y le entrega todo lo que tiene (Juan 3:35, Lucas 15:31). Esto se refleja en un padre de familia que ama a sus hijos y provee generosamente por ellos.
El Padre anima al Hijo y le asegura de Su amor y apoyo (Mateo 3:17, 17:5, Juan 12:28). Esto se refleja en una familia donde los padres animan a sus hijos y les aseguran que los aman.
El Hijo hace en todo la voluntad del Padre (Juan 4:34, Mateo 26:39). Esto se refleja en una familia donde los hijos obedecen a sus padres.
El Padre comunica todo con Su Hijo (Juan 8:55, 10:15, 15:15). Esto se refleja en una familia donde se conversa abierta y sinceramente sobre todos los asuntos, y donde los miembros de la familia se escuchan unos a otros con respeto.
El Padre escucha todas las peticiones del Hijo (Juan 11:41-42). Esto se refleja en un padre de familia que está atento a las peticiones y necesidades de sus hijos, y que responde atentamente a sus preguntas.
Las personas de la Trinidad se glorifican mutuamente. El Hijo busca la gloria del Padre (Juan 7:18, 8:50, 14:13). El Padre glorifica al Hijo (Juan 8:54, 17:1). El Espíritu Santo glorifica al Hijo y al Padre (Juan 16:1-15, 18:14, Hechos 2:11, 10:46). Esto se refleja en una familia donde cada uno "estima a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros." (Fil.2:3-4).
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son completamente uno (Juan 10:30, 17:21-22, Isaías 9:6, 11:2). Esto se refleja en una familia que vive en perfecta unidad.
Así es el propósito más sublime de Dios para la familia, que refleje el carácter de Dios ante el mundo.
Pero por eso, la familia es también la institución divina más atacada por el enemigo. La sociedad, las escuelas, los gobiernos, y aun las iglesias, parecen haberse unido para destruir las familias. Y durante las últimas décadas han tenido tanto éxito en esto, que aun en las iglesias es muy difícil encontrar a una sola familia que comparta su vida juntos y que refleje todavía algo del carácter de Dios. En la mayoría de las familias hoy, cada uno se va por su camino, y apenas tienen la oportunidad de comer juntos - ni hablar de otras formas de cultivar la unidad de la familia. Y aun las iglesias existentes, en su mayoría hacen más para separar las familias que para unirlas.
¡Cuánto más es necesario recuperar las familias según el plan de Dios!
Este curso desea en primer lugar ser una ayuda para
aquellas familias, y cristianos individuales, que desean
devolver a los niños el ambiente más sano y más
idóneo para su desarrollo y aprendizaje: la familia.
Este es uno de los asuntos más críticos que enfrentan
actualmente las iglesias, y la sociedad occidental en
conjunto. Donde los niños son "socializados" e
"institucionalizados", en vez de crecer en
familias sanas, la sociedad entera se deshace dentro de
pocas generaciones. Lo podemos observar en el derrumbe de
las grandes civilizaciones del pasado.
(Vea "Lecciones
sabias de la historia para educadores".)
La institución de la familia en la creación
La familia es la primera y la más importante
institución ordenada por Dios. Ella aparece
inmediatamente después de la creación del hombre: "Y
los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos
..." (Génesis 1:28)
Asi que la familia es tanto una bendición como
un mandamiento.
En los primeros capítulos de Génesis encontramos varias otras pautas acerca del matrimonio y la familia:
"Por tanto, dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer..."
(Génesis 2:24)
El matrimonio constituye una familia nueva. Por tanto,
antes de "unirse", los esposos necesitan
"dejar" sus familias antiguas, o sea, de sus
padres. La familia nueva debe establecerse de manera
independiente. Donde se pasa por alto este principio, se
provocan toda clase de conflictos, porque no está claro
quien gobierna en la familia: ¿los padres o los abuelos?
"... y serán una sola carne."
El matrimonio es la unión más íntima entre un hombre y
una mujer. Por tanto, Dios ha reservado las relaciones
sexuales para esta unión íntima del matrimonio.
En 1 Cor.6:15-20 vemos que esta unión tiene también un
aspecto espiritual. Es una unión de cuerpo, alma y
espíritu. Por eso Dios nos advierte de manera tan seria
en contra de la fornicación y el adulterio.
"Llenad la tierra, y sojuzgadla
..." (Génesis 1:28) - "Tomó,
pues, el Señor Dios al hombre, y lo puso en el huerto de
Edén, para que lo labrara y lo guardase."
(Génesis 2:15)
El hombre (especialmente el varón) tiene la tarea de
administrar la tierra ("sojuzgar",
"labrar" y "guardar"), y de proveer
por su familia con el trabajo de sus manos. (En
Prov.31:13-22 vemos que también la mujer tiene su parte
en la provisión por la familia, pero con un énfasis un
poco diferente.)
"Y mandó el Señor Dios al hombre,
diciendo: ..." (Génesis 2:16-17)
"Mas el Señor Dios llamó al hombre, y
le dijo: ¿Dónde estás tú?"
(Génesis 3:9)
El varón fue el primero en recibir el mandamiento de
Dios, cuando la mujer aun no existía. Con esto, Dios
estableció desde el principio un orden: El varón es el
primero, la "cabeza" de la familia.
Pero esta posición de "cabeza" no significa
que el varón valga más que la mujer, o que solo tenga
privilegios. (Hemos visto arriba que ambos, varón y
mujer, son necesarios para ser "imagen de
Dios".) Al contrario, ser "cabeza"
significa tener más responsabilidad. Cuando Adán y Eva
desobedecieron el mandamiento de Dios, nuevamente El
llamó primero al varón para pedirle cuentas. Aunque Eva
había comido primero del árbol; pero era el varón
quien llevaba la mayor responsabilidad.
"...le haré ayuda idónea para
él." (Génesis 2:18)
La mujer es "ayuda idónea" para el hombre; el
complemento perfecto según el plan de Dios. - Notemos
que "ayuda idónea" no significa
"sierva". Al contrario, esta misma palabra
"ayuda" es usada también para la poderosa
ayuda de Dios en 1 Sam.7:11-12 y Sal.40:17. La idea
correcta es que varón y mujer tienen que complementarse
mutuamente, tienen el mismo valor, pero tienen
características y tareas distintas.
La caída de la familia
El pecado afectó seriamente el plan perfecto de Dios para la familia. Por eso, en el tiempo presente, las bendiciones de Dios sobre la familia están "opacadas" por los efectos del pecado:
"Con dolor darás a luz los
hijos" (Génesis 3:16).
La bendición más grande de Dios para la familia son los
hijos; pero ahora su nacimiento será causa de dolor para
la madre.
"...y tu deseo será para tu marido,
y él se enseñoreará de ti."
(Génesis 3:16)
La relación de complemento perfecto entre esposo y
esposa será ahora afectada por conflictos, y por la
tendencia del varón de "enseñorearse".
"Maldita será la tierra por tu
causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu
vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas
del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el
pan..." (Génesis 3:17-19)
El trabajo era originalmente una bendición; era la forma
como el hombre cumplía su alto llamado de administrar la
tierra. Ahora el trabajo será una fuente de dolor y
penas para el hombre.
A continuación vemos que las relaciones familiares se siguen deteriorando. En la siguiente generación ya sucede el primer asesinato (Génesis 4:3-11).
El siguiente pasaje sugiere que la actitud de los
padres hacia Dios tiene consecuencias para los hijos y
aun las generaciones futuras:
"...porque yo soy el Señor tu Dios,
fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre
los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los
que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los
que me aman y guardan mis mandamientos."
(Exodo 20:5-6)
Así hay ciertas "maldades", como por ejemplo
el alcoholismo o la delincuencia, que parecen propagarse
de los padres a los hijos y a las generaciones
siguientes: Estadísticamente, los hijos de padres
alcohólicos están en un peligro mucho mayor de volverse
alcohólicos ellos mismos.
Sin embargo, esto no tiene que ser un destino inevitable.
Dios dice también que su misericordia es mucho más
grande que su juicio. (El visita la maldad "hasta la
tercera y cuarta generación", pero hace
misericordia "a millares".) También dice que
una persona puede arrepentirse del pecado, y así ser
liberado de un pasado problemático y pecaminoso:
"...Pero si éste engendrare hijo, el
cual viere todos los pecados que su padre hizo, y
viéndolos no hiciere según ellos; ... éste no morirá
por la maldad de su padre; de cierto vivirá. (...)
El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el
pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del
hijo; la justicia del justo será sobre él, y la
impiedad del impío será sobre él."
(Ezequiel 18:14.17.20)
La redención de la familia
Casi al inicio del Antiguo Testamento leemos sobre la institución de la familia, y sobre su caída en pecado. Ahora, los últimos versículos del Antiguo Testamento son nuevamente una promesa relacionada con la familia:
"He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Señor, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición." (Malaquías 4:5-6)
La restauración de la familia es uno de los asuntos más importantes en el corazón de Dios para los últimos tiempos.
Algunos pasajes del Nuevo Testamento nos muestran la imagen de una familia redimida por el Señor Jesucristo:
"Maridos, amad a vuestras mujeres,
así como Cristo amó la iglesia, y se entregó a sí
mismo por ella..." (Efesios 5:25-32)
Una familia cristiana ha experimentado el amor redentor
de Cristo. Con este amor de Cristo se puede también
restaurar el amor del esposo hacia la esposa, y el
respeto de la esposa hacia el esposo.
"Pero venida la fe, ya no estamos bajo
ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo
Jeús; porque todos los que habéis sido bautizados en
Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay ni judío
ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús." (Gálatas 3:25-28)
Ante el Señor, varón y mujer valen igual.
El orden bíblico de la familia
A través de toda esta enseñanza observamos un equilibrio entre derechos y deberes. Cada miembro de la familia tiene sus derechos y también sus deberes.
El fundamento del matrimonio es el amor mutuo. Este
amor, en el sentido cristiano, no es una emoción o un
sentimiento pasajero. El amor se manifiesta en primer
lugar en una decisión y un compromiso:
- de buscar siempre el bien del otro,
- de expresar el amor uno al otro,
- de ser fieles durante toda la vida.
El amor más grande nos lo mostró el Señor Jesús, entregando toda su vida por nosotros. Entonces, amor significa entrega. Un matrimonio o una familia no va a funcionar bien si cada uno espera que el otro satisfaga sus necesidades emocionales. Pero va a funcionar si cada uno está dispuesto a dar y a entregarse por los demás.
Es obvio que los principios bíblicos acerca de la
familia exigen mucho de cada miembro. De hecho,
humanamente es imposible cumplirlos a cabalidad.
Necesitamos la ayuda de Dios para edificar una familia.
El es la fuente del amor y de la autoridad en la familia,
y necesitamos aprender a beber constantemente de esta
fuente.
"En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a
nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así,
debemos también nosotros amarnos unos a otros. (...)
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó
primero." (1 Juan 4:10-11.19)
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