Pueden existir diferentes definiciones de
lo que es una familia disfuncional; pero desde el punto
de vista cristiano tenemos que describir como
disfuncional a cada familia cuyos miembros no asumen el
papel que Dios ha provisto para ellos. (Vea "Una visión bíblica
acerca de la familia".)
En este patrón divino existe un equilibrio de deberes y
derechos para cada miembro de la familia. Cuando un solo
miembro de la familia empieza a salir del propósito sano
de Dios, todos los demás miembros tienen que hacer
ajustes para compensar lo que falta. Como resultado, toda
la familia se vuelve disfuncional.
Por ejemplo, si el padre es alcohólico, deja de asumir
su papel correspondiente como padre y esposo, como
proveedor y educador. Entonces, los otros miembros de la
familia se ven obligados a contribuir más de lo que
deben. Cada miembro de la familia se siente obligado a
asumir un papel que no le corresponde y que por tanto no
puede cumplirlo a cabalidad. En un tal hogar, muy pronto
se hacen sentir la falta de amor y ánimo. Todos sienten
que están viviendo en un desastre, todos se sienten
culpables dentro de ellos, pero nadie quiere admitirlo.
Entonces se echan la culpa unos a otros: el padre a la
madre, la madre a los hijos, y los hijos entre ellos.
Además, todos conspiran para esconder hacia afuera el
problema del padre alcohólico, y parecer una familia
sana.
Lo mismo sucede en familias con otra clase de problemas:
familias donde se comete maltrato o incesto, familias
donde los padres viven separados, familias de
delincuentes, etc.
Características frecuentes en familias disfuncionales
Los problemas que aparecen en familias disfuncionales, pueden ser muy variados. Pero a menudo se desarrollan algunas de las siguientes características:
Los padres deben proveer amor y autoridad para los niños. Estos dos aspectos deben expresarse también en la provisión, educación, etc, que los padres dan a los hijos. Si los padres fallan en uno de estos dos aspectos, o en ambos, entonces ejercen una paternidad disfuncional. Veremos unos ejemplos:
La familia autoritaria
Esta es una familia donde se ejerce autoridad sin amor. A menudo esta autoridad se ejerce de manera arbitraria: papá o mamá castiga al niño "porque me ha hecho renegar", no porque el niño haya cometido una falta. El niño tiene que obedecer "porque yo digo", y no se le da ninguna razón. O sea, no existe ninguna ley acerca de los asuntos disciplinarios. El "gobierno" de una tal familia se ejerce no para el bienestar de los niños, sino para satisfacer los caprichos arbitrarios y egoístas de los padres.
En los niños, esto causa mucha inseguridad, porque pierden la confianza en sus padres y nunca pueden saber cuando serán castigados la próxima vez. En algunos niños, esta inseguridad produce una timidez extrema; en otros, al contrario produce rebeldía. Y algunos oscilan entre estos dos extremos y desarrollan una personalidad muy inestable.
La familia sobreprotectora o posesiva
Esta es una familia donde sus miembros invaden la personalidad de los otros miembros. Cada uno intenta vivir la vida de los demás; y en particular, los padres intentan asumir un control total de la vida de los niños: Deciden por ellos qué deben vestir, qué deporte les debe gustar, qué deben responder cuando alguien les hace una pregunta, e incluso como deben sentirse. O sea, no respetan la "frontera" donde comienza la individualidad del niño. Cuando los hijos crecen, los padres a menudo intentan realizar sus frustrados sueños profesionales por medio de sus hijos. Por ejemplo, el padre quería ser abogado pero no lo logró; entonces insiste en que su hijo estudie para ser abogado.
A menudo, los padres posesivos o sobreprotectores se sienten exageradamente responsables por la seguridad de sus hijos y les prohíben actividades potencialmente "peligrosas" como por ejemplo jugar al aire libre, usar herramientas, o ir de compras solos.
Los padres posesivos no siempre son autoritarios. Algunos de ellos parecen mostrar mucho amor por sus hijos; pero es un "amor" egocéntrico y manipulativo.
Esta forma de paternidad hace que los niños se vuelvan muy dependientes de sus padres y no aprendan a defenderse en la vida. Por ejemplo, puede que no aprendan habilidades esenciales tales como cocinar, arreglar instalaciones en la casa, orientarse en la ciudad, o manejar una bicicleta. Y lo que es aun más grave: No aprenden como hacer decisiones por sí mismos. Así se dejan llevar fácilmente por "cualquier viento de doctrina".
En la segunda generación, esta dependencia les impide formar su propio hogar. Aunque los hijos ya estén casados y tengan sus propios hijos, emocionalmente todavía no han "dejado a su padre y a su madre" (Génesis 2:24). De esta manera, los padres ancianos interfieren constantemente en la vida familiar de sus hijos y nietos, y esto causa toda clase de enredos y conflictos. O los hijos casados se "refugian" en la casa de sus padres ante cualquier conflicto o desacuerdo con su esposo o esposa, y así ponen en peligro la unidad de su matrimonio.
La familia permisiva
Esta es una familia que ejerce amor sin autoridad. Los padres dan a sus hijos todo lo que ellos piden, y no les ponen límites en cuanto a su comportamiento. Como la familia autoritaria, esta es también una familia "sin ley"; solamente que aquí mandan los hijos en vez de los padres.
En consecuencia, los niños se vuelven engreídos y mimados: quieren siempre cumplir sus propios deseos, no están dispuestos a colaborar, no pueden esperar, no están preparados a soportar desilusiones y sufrimientos. Esto puede causar que más adelante se "estrellen" contra las dificultades de la vida.
La familia negligente
En una familia negligente, los padres
viven emocionalmente desconectados de sus hijos. No
ejercen autoridad ni amor. Su "paternidad" se
limita a contactos esporádicos, sin tener un verdadero
interés en el bienestar de sus hijos.
Los padres negligentes no son necesariamente aquellos que
dejan a sus hijos despeinados y sucios vagando en la
calle, o que los mandan a una temprana edad a trabajar
fuera de la casa. Esta es solamente una de muchas formas
de negligencia paternal. Padres negligentes pueden muy
bien ser personas acomodadas, de clase media o alta, que
proveen para sus hijos todos los bienes materiales e
insisten en que "reciban una buena educación"
- y los mandan a una escuela de élite donde los hijos
están ocupados todo el día, para no tener que
involucrarse emocionalmente con ellos. Así los hijos
crecen "teniendo todo", pero sus propios padres
son extraños para ellos.
Sea de la una o de la otra manera, los hijos de familias negligentes a menudo llegan a ser personas inconstantes, incumplidas, incapaces de comprometerse con una responsabilidad o con una persona, e incapaces de entrar en relaciones personales significativas con otras personas. Y puesto que son emocionalmente "enajenados", ni siquiera se sienten mal por ello. Por eso, esta es la clase de persona que puede convertirse en un criminal despiadado o en un dictador político, que no siente remordimiento alguno por lo que hace.
Con el aumento constante de horas escolares y presiones escolares sobre los niños y adolescentes, es de prever que el número de tales personas "desconectadas" aumentará fuertemente en la próxima generación, porque el sistema existente ya no les deja tiempo para cultivar relaciones significativas con los miembros de su propia familia. La forma de "socialización" que ofrecen las escuelas, no es ningún sustituto de ello, porque esta "socialización" es basada en el funcionamiento impersonal de una institución, y en la competencia de todos contra todos, en vez de los lazos naturales. También el "estilo de educación" del profesor tiene poco que ver con ello, porque un profesor no es un padre, y no puede dar a veinte o treinta alumnos el amor, la atención y la clase de autoridad que un padre amoroso puede dar a sus propios hijos. Y aunque un profesor bien intencionado (de los que hay muy pocos) se esfuerce por ser un "padre sustituto", el niño siempre está consciente de que el profesor en realidad no es su padre, y que sus propios padres le están fallando miserablemente.
Los niños necesitan tanto el amor como la autoridad de sus padres para desarrollarse de manera sana. Sin embargo, parece que la falta de amor es más grave que la falta de autoridad. Según algunas investigaciones que se han realizado, los niños que reciben tanto amor como autoridad de sus padres, demuestran el mejor desarrollo emocional, social y espiritual. Los niños de familias permisivas quedaron en segundo lugar. En los últimos lugares quedaron los niños que no recibían amor de sus padres, o sea de familias autoritarias y negligentes. (Según Neil T.Anderson y Steve Russo, "La seducción de nuestros hijos", 1991.)
Aun más difícil es para los niños cuando su padre y su madre los tratan de maneras distintas. Por ejemplo, en algunas familias el padre es autoritario y la madre es permisiva (o vice versa). De esta manera, el niño recibe mensajes contradictorias de parte de sus padres. Esto resulta en una gran confusión.
Para reflexionar:
¿Qué clase de paternidad se ejercía en la familia donde usted creció?
Si usted es padre o madre: ¿Qué clase de paternidad ejerce usted en su propia familia?
Los miembros de familias disfuncionales generalmente no quieren mostrarse tales como son. Entonces encuentran muchas maneras de disimular. Esto afecta sobre todo la comunicación entre los miembros de la familia (y con personas afuera de la familia). Por ejemplo:
"Disimula tus emociones."
No desean mostrar como se sienten. Aun si tienen muchos problemas, aparentan que todo está bien. Aun si se sienten heridos por alguna otra persona, quieren mostrarse "fuertes".
"Disimula tu lenguaje."
A menudo los miembros de una familia disfuncional hablan entre sí en un "código" donde dan un significado distinto a las palabras. Por ejemplo, los padres dicen: "¿Podrías hacerme un favor ...?", cuando en realidad quieren decir: "¡Te ordeno que lo hagas!" Y esperan que los niños lo interpreten como una orden.
Comunicación en triángulo
La "comunicación en triángulo" sucede cuando las personas evitan solucionar los conflictos directamente con la persona afectada. En su lugar, involucran a terceras personas. Por ejemplo, un niño dice a su mamá: "Dile a mi hermano que comparta sus juguetes conmigo." Este niño evade la comunicación directa y sincera con su hermano; en vez de ello involucra a su mamá. Si la mamá hace caso a este "juego", entonces impide que el niño desarrolle una relación sana con su hermano. - Los padres a menudo hacen lo mismo: La mamá no quiere meterse con un niño que se comporta mal; entonces espera hasta que llegue papá, y le dice: "Tu hijo ha sido malcriado hoy, tienes que castigarlo."
De los problemas no se habla
A menudo, en una familia disfuncional, hablar de los verdaderos problemas es "tabú". Si el problema más grande de la familia es que papá es un alcohólico, o que mamá tiene un amante, o que uno de los hijos es un delincuente - entonces todos evitan hablar de "eso". Ahora, esto impide también que los miembros de la familia busquen ayuda desde afuera de la familia. Si un hijo sufre de la situación y busca que alguien le ayude, tendrá mucha dificultad de expresar cual es realmente el problema; porque si habla de "eso", se sentirá culpable como si hubiera cometido un delito.
Estas formas disfuncionales de comunicarse (o de no comunicarse) hacen que todos los miembros de la familia mienten unos a otros. Supuestamente lo hacen para evitar conflictos, pero en realidad esta forma de actuar aumenta los conflictos.
Los niños particularmente se acostumbran a esconder su verdadera personalidad detrás de una "máscara", una "segunda personalidad". En un inicio lo hacen (inconscientemente) para no ser afectados por los conflictos en la familia. Por ejemplo, algunos niños se vuelven muy agresivos y malcriados, como una manera de "defenderse a sí mismos". Otros, al contrario, se muestran muy amables y siempre se esfuerzan para agradar a los demás, para no tener conflictos con nadie; pero en realidad les parece una carga pesada siempre tener que ser amables. Otros se vuelven muy callados y retirados en sí mismos, para no tener que mostrar a nadie como se sienten por dentro. Con el tiempo, se acostumbran tanto a llevar esta "máscara", que al final ya no saben quienes son en realidad.
Ya hemos mencionado que por lo general, una familia disfuncional es una familia "sin ley". O sea, no existen reglas claras acerca de lo que es permitido y lo que es prohibido; o acerca de los deberes y los derechos de cada miembro. O si tales reglas existen, cada uno las cambia según su antojo. - Por el otro lado, existen muchas "leyes tácitas" que ejercen un enorme poder: Leyes que nadie nunca menciona, pero que controlan el comportamiento de cada miembro de la familia. Leyes como las que mencionamos arriba: "Disimula tus emociones"; "De los problemas no se habla"; etc. Estas leyes secretas son más poderosas que toda regla explícita.
Por tanto, una familia disfuncional es gobernada por la arbitrariedad. Las exigencias de los padres hacia sus hijos son arbitrarias. Los hijos arbitrariamente obedecen o desobedecen. Nunca saben qué cosas les exigirán sus padres mañana, ni cuando o por qué serán reñidos o castigados la próxima vez. Nadie en la familia es capaz de comprometerse con su palabra y cumplirla. Todo esto causa una tremenda inseguridad y desconfianza.
Los niños proyectan su desconfianza también hacia afuera: Puesto que no pueden confiar en nadie en su familia, piensan que también afuera de la familia no pueden confiar en nadie. Así se cierran también contra aquellas personas que podrían ayudarles.
Además, ellos saben que todo en su familia es mentira. Así que piensan que todas las personas afuera de la familia también son mentirosos, y tienen una razón más para desconfiar.
Los niños de una familia disfuncional, por lo general tienen una autoestima baja. Nadie les dice que valen algo o que son amados; solo reciben desprecio. Así piensan que su vida no tiene valor. Para sentirse un poco mejor, se acostumbran a hacer sentirse mal a los demás. Perfeccionan el arte de "pasar vergüenza" a los demás. Pero con esta forma de actuar, todos pierden, porque al final todos sienten vergüenza.
La vergüenza no debe confundirse con la culpa.
Una culpa es una transgresión bien definida: He roto el
cuaderno de mi hermano; he robado dinero de mamá; he
dicho una mentira a mi hermana; etc. Entonces puedo pedir
perdón por ello y puedo hacer restitución: Puedo
comprar un nuevo cuaderno para mi hermano; puedo devolver
el dinero a mamá; puedo decir la verdad a mi hermana.
Con esto, el asunto queda arreglado. - La vergüenza, en
cambio, es un sentimiento difuso de que "algo he
hecho mal", o "me están mirando mal", o
"algo está mal conmigo"; pero no puedo
relacionarlo con una transgresión específica. Y por
eso, el asunto tampoco se puede arreglar; tengo que
seguir sintiendo vergüenza por toda mi vida porque tengo
orejas grandes, o porque dije una palabra equivocada y
los demás se rieron de mí.
Desde un punto de vista espiritual, el sentimiento de
culpa es una reacción sana de nuestra conciencia que nos
impulsa a arrepentirnos del pecado y a volver a Dios. La
vergüenza, en cambio, es una maldición de satanás que
quiere hacernos sentir mal; y si no encuentra un pecado
de que acusarnos, entonces inventa acusaciones falsas.
Por eso, los miembros de familias disfuncionales a menudo se sienten culpables de cosas con las que no tienen nada que ver - por ejemplo, los hijos se sienten culpables de los conflictos matrimoniales de sus padres. En cambio, no sienten culpabilidad por lo que sí es su pecado: por ejemplo su falta de sinceridad, o el maltrato que cometen ellos mismos.
Una consecuencia de los constantes conflictos es que los miembros de una familia disfuncional se sienten emocionalmente heridas - aunque la mayoría de ellos nunca lo admitirían. Pero muy dentro de sí tienen una profunda necesidad de consuelo y de sanidad emocional.
Las disfunciones familiares a menudo se
pasan de una generación a la siguiente:
Los hijos, acostumbrados a un comportamiento
disfuncional, se sienten atraídos hacia personas
igualmente disfuncionales. Así forman parejas que
después serán el inicio de la siguiente familia
disfuncional.
A veces, al inicio de la relación en pareja, se sienten
comprendidos porque "ella es una persona que ha
sufrido lo mismo como yo". Pero si los dos no han
superado su sufrimiento, y sus vidas no ha sido
restauradas en el Señor, entonces todo esto no lleva a
nada más que deseos egoístas: "Encontré una
persona que me hará feliz." Pero no piensan en lo
que tendrán que hacer ellos para hacer feliz a la otra
persona. Esto es como si se encontraran dos personas
sedientas en el desierto, y cada una de ellas espera que
la otra persona le dé agua. Así los conflictos están
programados.
Las familias disfuncionales por lo general piensan que son completamente normales. Normalmente ni se les ocurre la idea de que una familia podría funcionar de otra manera mejor. El doctor Jim Conway, en una conferencia radial, contó la siguiente ilustración de esta dinámica de una familia disfuncional:
"Quiero contarles la historia de un pajarito que nosotros adoptamos (...) Este pajarito había quebrantado su piernita, y además era tan pequeño que todavía no había aprendido a volar. Lo cuidamos y lo alimentamos con biberón, y poco a poco su piernita se sanó y el pajarito se volvió más fuerte. En las tardes cuando salimos para pasear con el perro, el pajarito nos seguía caminando y saltando en la vereda. Un día decidimos que era tiempo para que el pajarito empiece a volar. Entonces lo llevamos detrás de nuestra casa, lo levantamos al aire y lo soltamos. Esto repetimos varias veces hasta que el pajarito pudo volar unos metros hasta la casa. Pero cuando salimos de paseo, el pajarito nos siguió caminando como siempre. Por fin, nosotros éramos como sus padres, y el pájaro imitaba lo que nos veía a nosotros hacer. También era capaz de volar, pero nunca nos vio volar a nosotros, entonces se contentaba con caminar a nuestro lado."
Figurativamente, esto es lo que sucede con los hijos de familias disfuncionales. Fueron creados para "volar", pero sus padres solo saben "caminar", entonces los hijos piensan que esto es normal y también se contentan con "caminar". Piensan que esta es la única forma de vivir que existe. No pueden imaginarse que algún matrimonio podría amarse de verdad; no pueden imaginarse que algún padre podría cumplir sus promesas; no pueden imaginarse que alguna madre podría ser sincera con sus hijos; no pueden imaginarse que un hermano podría ayudar a otro hermano voluntariamente y sin esperar algo a cambio - porque en su propia familia nunca han visto algo así. Entonces piensan que esto es normal, y que todas las familias del mundo son igual de disfuncionales como la suya.
Por eso es muy difícil que alguien cambie estas actitudes y comportamientos acostumbrados. Pienso que solamente en el poder de Dios es posible.
Para reflexionar:
¿Cuáles de estos patrones disfuncionales reconoce usted desde su propia familia donde creció?
¿Conoce usted una familia sana que ha sido un ejemplo para usted? ¿Qué cosas eran diferentes en esa familia, en comparación con la familia donde usted creció? - Describa.
Restauración de cristianos que crecieron en familias disfuncionales
La desintegración de las familias en la sociedad actual es alarmante, y está en constante aumento. Por eso, cada vez que alguien se convierte al Señor, tenemos que contar con la posibilidad de que esta persona venga de un trasfondo familiar disfuncional. Por tanto, comenzará su nueva vida en Cristo con toda una carga de actitudes y conceptos equivocados, heridas del pasado, etc, que le dificultan entender los principios de Dios acerca de la familia y la convivencia humana. Felizmente, el Señor ha venido también para liberarnos de estas cargas:
"Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo ..." (1 Pedro 1:17-19)
O sea, para conocer realmente a Dios como Padre, es necesario dejar atrás "la vana manera de vivir", la cual recibimos de nuestros padres. Cristo ya nos ha rescatado de ello; pero nosotros tenemos que dar el paso consciente de separarnos de estas actitudes disfuncionales y pecaminosas. Entonces seguirá un proceso prolongado de aprender a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios - particularmente respecto a la familia. Y lo ideal es que esto suceda al inicio de nuestro camino con Cristo; o sea, que este proceso comience inmediatamente después de la conversión.
Lo más importante para una tal persona es conocer de cerca la vida de una familia cristiana sana. Con todo lo que se podría decir acerca de terapias, sanidad interior, etc. - el mejor remedio siempre es el buen ejemplo. En una comunidad cristiana centrada en familias, esto no debería ser ningún problema, porque allí, el discipulado de nuevos creyentes ocurre de manera natural en las familias. Así, un nuevo convertido pasará bastante tiempo en la casa de su "familia discipuladora", y obviamente verá como ellos se tratan entre ellos: como es el trato de los esposos entre sí; como es el trato entre padres e hijos; como educan los padres a los hijos; como se comunican; como la familia resuelve conflictos; etc. Con esto, el nuevo convertido puede darse cuenta de los patrones equivocados de comportamiento que él "aprendió" en su propia familia, y los puede contrastar con el ejemplo de una familia cristiana y con lo que dice la palabra de Dios.
Tenemos que entender que aun muchas familias cristianas son disfuncionales. Sea porque los padres nunca dejaron atrás su "vana manera de vivir recibida de sus padres", o porque ignoran los principios de Dios acerca de la familia, o porque son cristianos solo de nombre y nunca nacieron de nuevo. De todas maneras, si alguien ha crecido en una familia "cristiana", esto todavía no garantiza que haya experimentado un entorno familiar sano.
Para toda persona que ha crecido en una familia disfuncional, el primer paso hacia la restauración consiste en reconocer que su familia no era "normal". Entonces buscará como volver a una vida según la voluntad de Dios.
Para restaurar su vida, necesita recibir la revelación de Dios acerca de diversos puntos que tienen que ver con la vida familiar, para que pueda cambiar su actitud y su manera de actuar:
En cuanto a la paternidad.
Vea acerca de este punto: "Conocer
a Dios como Padre".
En cuanto a la autoridad, la libertad
y la responsabilidad.
Puede que tenga la idea de que toda autoridad es mala. O
al contrario, puede que siga ciegamente a cualquier
autoridad (padres, profesores, líderes de iglesias,
empleadores, líderes políticos, etc.) sin evaluar
bíblicamente lo que le dicen estas autoridades. Una
actitud bíblica sería reconocer que Dios llamó a las
autoridades terrenales para que reflejen la autoridad
justa de Dios; pero donde ellas no hacen esto, "es
necesario obedecer a Dios antes que a los hombres"
(Hechos 5:29). También, que el ejercicio de autoridad
según la voluntad de Dios no es arbitrario, porque cada
autoridad debe someterse a la ley de Dios. Para alguien
que ha crecido en una familia disfuncional donde "no
hubo ley", puede ser difícil llegar a este
equilibrio.
Igualmente necesita entender que en cada orden dado por
Dios, hay un equilibrio de derechos y deberes para cada
persona. Y dentro del marco de estos derechos y deberes
tenemos libertad, y podemos dar libertad a las otras
personas.
Muchas personas que vienen de familias disfuncionales, no
están dispuestas a asumir responsabilidad y deberes;
pero tampoco valoran la libertad. Han crecido en un
ambiente con tantas obligaciones arbitrarias, que no han
aprendido a asumir la responsabilidad por su propia vida.
Necesitan descubrir el llamado de Dios para su vida, y
que "la verdad hace libre" (Juan 8:32), y que
libertad no significa irresponsabilidad. Todo esto es muy
difícil de entender para alguien que no lo ha
experimentado en su propia familia.
En cuanto a la verdad y la
sinceridad.
Para alguien que ha crecido en una familia disfuncional,
su "máscara" es su protección. Le será
difícil dejar de disimular. Cuando empiece a mostrarse
ante los demás tal como es, se sentirá como desnudo.
Necesitará mucha disciplina para dejar atrás la
costumbre de la mentira. Y a la vez necesitará
experimentar que Dios valora la sinceridad.
Esto es un asunto muy importante. Aunque muchos
"cristianos" tratan la mentira como algo de
poca importancia, ante Dios es un pecado muy grave.
Ananías y Safira fueron castigados por Dios con la
muerte, por causa de una mentira (Hechos 5:3-11).
Apocalipsis 21:8 deja claro que los mentirosos no pueden
entrar al reino de Dios.
En cuanto a las emociones.
Es posible que no sepa como manejar sus emociones.
Algunas personas sienten vergüenza de que siquiera
tienen emociones, y no desean que alguien se dé cuenta
cuando se sienten tristes, heridos, o enojados. Y cuando
alguna vez una emoción es tan fuerte que no pueden
pasarla por alto, ya no pueden controlarla.
Es importante entender que Dios nos creó de una manera
que somos capaces de experimentar toda clase de
emociones. Lea los Salmos. Los autores de los Salmos
expresaron ante Dios toda clase de emociones: su
alegría, su gratitud, pero también su tristeza, su ira,
o aun su sentimiento de impotencia y abandono. Una
persona que creció en una familia disfuncional, es muy
probable que necesite la ayuda de Dios para volver a
conectarse con sus emociones, y para expresarlas de una
manera sana, sin dejarse dominar por ellas.
En cuanto a la satisfacción que
viene de Dios.
Los miembros de familias disfuncionales sienten un gran
"vacío" dentro de sí. A menudo intentan
llenarlo con cualquier cosa: con mirar televisión, con
drogas, con sexo, con comer golosinas, con violencia - o
intentando sobresalir con buenas notas escolares, ganando
mucho dinero, o incluso con buenas obras y colaborando en
la iglesia. Pero si son sinceros, admitirán que nada de
esto llena de verdad el vacío que sienten por dentro.
Solo Dios puede llenarlo.
Por eso es tan importante que encuentren la manera de
relacionarse personalmente con Dios, de hablar con Dios
sinceramente acerca de sus deseos y necesidades, y de
recibir ánimo, consuelo y dirección de Dios. "El
que bebe del agua que yo le daré, nunca más tendrá
sed." (Juan 4:14)
Todo esto es más fácil cuando sucede al inicio de la vida cristiana, cuando un nuevo convertido está dispuesto a ser completamente renovado según la voluntad de Dios. Es mucho más difícil en un cristiano que nunca se ha hecho discípulo de verdad, que se ha acostumbrado a un cristianismo "a medias", arrastrando las costumbres antiguas. Tristemente, muchas iglesias actuales dan mucho más importancia a sus reuniones, programas y eventos institucionales, que a la restauración de las familias. Un cristiano que se ha acostumbrado a esta clase de cristianismo mediocre, necesita algo como una "segunda conversión": Un sacudón y un quebrantamiento tan fuerte como sucede en una conversión verdadera, para que se dé cuenta de su necesidad de restaurar su estilo de vida personal y familiar.
Los niños que crecen en familias disfuncionales, tendrán mucha dificultad de imaginarse a Dios como un buen Padre. Entonces ellos tienen la misma necesidad como los adultos que crecieron en familias disfuncionales: conocer a familias cristianas sanas que le puedan dar un ejemplo de buena paternidad. Debemos darles oportunidades para pasar tiempo en nuestras casas, compartir la vida de nuestras familias, y experimentar allí un ambiente diferente. Con esto tendremos también una base para poder hablarles del Señor.
A menudo los niños necesitan también una persona adulta de confianza, con quien pueden hablar acerca de su vida y acerca de sus problemas. Pero no podemos esperar que después de unos pocos contactos ya empiecen a hablar de lo que más les preocupa. Esto lo harán solamente cuando nos conozcan muy bien, y cuando hayan podido comprobar en nuestra vida diaria y familiar que realmente somos de confianza.
Los mismos patrones disfuncionales que se pueden observar en muchas familias, ocurren también en muchas iglesias. Hay también líderes de iglesias que son autoritarios, posesivos, permisivos, o negligentes. Y así hay muchos miembros de iglesias que han sido malformados por sus propias iglesias. Para más detalles, vea el capítulo correspondiente en "Las ovejas del Perú".
Para reflexionar:
¿En qué aspectos de su vida personal y familiar tiene usted la necesidad de una restauración de parte de Dios?
¿Quién - aparte de Dios mismo - podría ayudarle con sus consejos, oraciones, etc, para llegar a esta restauración? - Anote el nombre de una persona de su confianza, si es que tiene. (Pueden también ser dos o tres.)
Tome un tiempo a solas ante Dios para orar acerca de los asuntos que anotó. Después contacte a la(s) persona(s) que anotó en la pregunta anterior.
- Si usted tiene responsabilidad o contactos regulares con niños afuera de su familia, ore por estos niños y pregunte a Dios cómo puede ayudar a cada uno de ellos, tomando en cuenta sus trasfondos familiares. Anote aquí lo que puede hacer por cada uno de ellos:
Hijos del Altísimo - http://www.altisimo.net -