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Capacitación para el ministerio con niños

Llevar a los niños al crecimiento espiritual

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En este capítulo, estamos siempre hablando acerca de niños creyentes, o sea, niños que conscientemente entregaron su vida al Señor Jesucristo. (Vea "Evangelizar a los niños".) En un niño no creyente, no podemos hablar de crecimiento espiritual, pues este niño todavía no tiene ni vida espiritual.

Áreas de crecimiento espiritual

Tenemos que enseñar a los niños creyentes a crecer en por lo menos cinco áreas, que podemos representar así:

En el gráfico, estas áreas están ordenadas en forma de una cruz. (Esto nos ayuda a guardarlas en la memoria.) La cruz tiene una dimensión horizontal y una dimensión vertical.

La dimensión vertical tiene que ver con nuestra relación con Dios. En esta dimensión crecemos por medio de la oración y de la Palabra de Dios. Debemos ayudar a los niños creyentes para que tengan sus propios tiempos de oración (vea "Oración y alabanza con niños"), y para que sepan cómo leer y comprender la Biblia y cómo aplicarla a su propia vida (vea "Estudio Bíblico con niños").
La dimensión horizontal tiene que ver con la relación con nuestros prójimos. Los niños creyentes deben comprender que son parte del pueblo de Dios, y que Dios les ha dado dones para servir a sus hermanos en la fe (Comunión con otros creyentes). "Comunión" significa tener un intercambio personal, interesarse por el bienestar de nuestros hermanos, y apoyarse mutuamente. - Por otra parte, deben aprender a dar pasos de fe (o de obediencia): pedir perdón y hacer restitución por pecados que han cometido contra otras personas; perdonar a los que han pecado contra ellos; dar testimonio del Señor ante aquellos que todavía no le conocen; vivir una vida conforme a la voluntad de Dios.
En el medio de todo se encuentra "el corazón" del crecimiento: Conocer a Dios personalmente. Todas las otras áreas mencionadas se convierten en ejercicios religiosos vacíos, si no fluyen de esta amistad personal con Dios. "Separados de mí, nada podéis hacer", dijo Jesús (Juan 15:5). Solo en la unión con Él podemos orar, entender la Biblia, servir a nuestros hermanos y dar pasos de fe.
El siguiente resumen nos muestra otra vez el contenido de estas cinco áreas:

Oración:
Dar gracias a Dios, adorarle, confesar pecados, dejar preocupaciones ante Él y recibir consuelo, escuchar la voz de Dios, interceder.

La Biblia:
Leer y comprenderla, alimentarse espiritualmente de ella, recibir enseñanza de Dios, tener un conocimiento básico de su contenido.

Comunión con otros creyentes:
Animarse mutuamente y cultivar amistad, servir con dones espirituales, reunirse en un grupo cristiano, apoyar a hermanos en necesidades.

Pasos de fe (o de obediencia):
Testificar de Cristo, obedecer a Dios en la vida diaria, vencer el pecado, perdonar y pedir perdón, hacer restitución, descubrir su llamado personal.

Conocer a Dios:
Conocer Su persona, Su carácter; aprender a vivir en Su poder, no en propias fuerzas; obrar por gratitud por Su gracia, no para cumplir una "ley".


La meta del discipulado: Una relación experimentada con Dios.

Es muy importante entender que "discipulado" o "crecimiento" no significa "acumular muchos conocimientos". Lo que es mucho más importante, es que los niños conozcan a Dios por experiencia propia. Un niño que ha experimentado muchas veces que Dios responde a sus oraciones y que Dios bendice lo que hacemos por fe, este niño tendrá una convicción firme del Señor y será fuerte contra los ataques que vendrán más adelante. Si alguien quiere convencer a este niño de que Dios no existe o que Dios no le ayuda, el niño podrá decir: "Yo sé que Dios vive porque yo mismo lo he experimentado."

Una estrategia tomada del libro de Hechos

Lea Hechos 19:8-10.

1. Pablo habla en la sinagoga. En este lugar se reunían los judíos que vivían en Efeso, pero también muchos griegos que estaban interesados en escuchar algo acerca del Dios de los judíos.
¿Cuánto tiempo predicaba Pablo en la sinagoga?

2. Sucede una separación entre la gente: Algunos reciben la Palabra de Dios, pero otros se quedan indiferentes y otros incluso maldicen al Señor. Entonces Pablo aparta a los discípulos, o sea, a los que están realmente dispuestos a crecer espiritualmente.
3. Pablo lleva a los discípulos a la escuela de Tiranno (probablemente algo así como una academia particular, donde Pablo consiguió un aula para enseñar allí).
¿Cuánto tiempo enseñaba Pablo en la escuela de Tiranno?

- Entonces, Pablo dio mucho más tiempo para el discipulado que para la evangelización.

4. Como resultado, "todos los que habitaban en Asia, oyeron la Palabra del Señor". Asia era una provincia grande con muchas ciudades (su capital era Efeso). ¿Cómo era posible que todas estas ciudades oyeron el Evangelio, si Pablo enseñaba solamente en Efeso?





(Anote su respuesta antes de seguir adelante.)

Esta es la respuesta: Los discípulos de Pablo salieron a anunciar el evangelio, de manera que se levantaron iglesias en todas las ciudades alrededor. Esto era mucho más eficaz que si Pablo mismo hubiera ido a todas estas ciudades. El solo hubiera demorado mucho más que dos años. Pero ahora había muchos discípulos que hacían lo mismo como Pablo: anunciaban el evangelio y fundaban iglesias.
El discipulado contribuye a la multiplicación de la obra: En vez de un solo obrero, ahora hay muchos. Nuestra meta no debe ser que nosotros seamos las "super estrellas" que hacen todo solo, sino que muchos hermanos hagan la misma obra.

Aplicando la estrategia de Pablo al ministerio con niños
Entre los niños que enseñamos, también habrá algunos "discípulos" que se entregaron al Señor y están interesados en crecer espiritualmente. Entonces podemos apartar a ellos y formar grupos especiales de entrenamiento con ellos. En estos grupos les entrenamos p.ej. para la alabanza, la intercesión, la evangelización, el estudio Bíblico, etc.
Un aspecto importante es la selección de los discípulos. Tenemos que escoger a aquellos niños que realmente están dispuestos a pagar un precio; porque el discipulado significa reuniones y trabajos adicionales, y un estándar más elevado para la vida personal. Jesús mismo tuvo multitudes que le siguieron, pero eligió solamente a doce como sus discípulos.
El ministerio con niños necesita por lo menos dos tipos de grupos: Necesitamos grupos que son abiertos para todos (reuniones evangelísticas o reuniones familiares abiertas; en iglesias institucionalizadas la Escuela Dominical), pero también necesitamos grupos cerrados donde podemos entrenar y desafiar a los niños creyentes (grupos familiares o infantiles para discipulado). Cada tipo de grupo tiene sus propias ventajas y desventajas. Los grupos abiertos pueden recibir fácilmente a personas nuevas y no creyentes, pero no pueden bien llevar a los creyentes al crecimiento espiritual. Los grupos cerrados incentivan el crecimiento espiritual y la edificación mutua, pero no pueden atraer directamente a personas nuevas. (Sin embargo, nuevas personas llegarán a conocer al Señor por medio del testimonio personal de los participantes de un grupo de discipulado.)
La siguiente tabla muestra las diferencias entre estos dos tipos de grupos:

Grupo abierto (evangelístico o familiar abierto) Grupo cerrado (Discipulado o familiar cerrado)
- Niños creyentes y no creyentes juntos. - Creyentes del mismo "nivel de fe".
- Asistencia cambiante; niños nuevos pueden entrar fácilmente. - Asistencia fija y constante (siempre los mismos participantes).
- No hay mucho desafío, por tanto no hay mucho crecimiento espiritual. - Desafío a hacer cosas nuevas; esto produce crecimiento espiritual.
- Cierto número de niños asisten por obligación, por tanto no son motivados. - Niños decididos y motivados

El trabajo en los grupos de entrenamiento

Este trabajo podemos comparar con la tarea de un entrenador de fútbol o de volei: Estamos entrenando a nuestro "equipo" (los niños) para que ellos puedan ganar el partido. El "partido", en este caso, es donde ellos dan testimonio, ministran a otras personas, van a viajes misioneros, o arreglan su vida personal ante el Señor.
En este proceso, aplicamos los 4 pasos del discipulado (vea en "Discipular es más que enseñar"):
1. Dar el ejemplo.
2. Hacer que los niños compartan nuestra vida espiritual.
3. Desafiarlos a hacer lo mismo, acompañados por nosotros.
4. Ayudarles a encontrar su propio llamado y hacer la obra ellos mismos.

Sobre los pasos 1 y 2 ya hablamos en capítulos anteriores. Nos concentraremos ahora en el paso 3:

Desafiar a los niños en cuanto a su vida espiritual
Como el entrenador tiene que hacer muchos ejercicios con su equipo para fortalecer su condición física y para entrenar todos los movimientos necesarios para el juego, nosotros también tenemos que hacer "ejercicios" con los niños.
Estos son algunos ejemplos de ejercicios:

- Que los niños digan cosas buenas que Dios ha hecho.

Este es un ejercicio muy sencillo para entrenar el dar gracias a Dios. Les ayuda a los niños a ser conscientes de las bendiciones que Dios nos da, y a no olvidarlas (vea Salmo 103:2).

- Que cada niño ore cada día por una persona determinada.

Cada niño puede escoger a una persona que conoce y que necesita su oración. Es bueno decir a los niños que tengan un horario fijo para su oración (por ejemplo antes del desayuno, o después del almuerzo, o antes de acostarse). Su tiempo de oración no necesita ser larga, puede ser cinco minutos no más, pero que sean fieles en ello. - Cada semana se puede preguntar a los niños por qué cosas oraron, y qué respuestas recibieron de parte del Señor. - Los líderes adultos también tienen que participar en el ejercicio.

- Que cada niño explique su versículo favorito de la Biblia, y lo que significa este versículo para su vida personal.

Esta ya es una preparación para contribuir en la enseñanza. El líder tiene que dar el ejemplo primero, compartiendo su propio versículo favorito, explicando su significado, y dando testimonio de cómo este versículo cambió su propia vida. Después se pueden asignar uno a tres niños para cada semana, para que ellos compartan su versículo favorito en la misma forma.

- Que hagan preguntas a Dios y escuchen por su respuesta.

Una muy buena pregunta para hacer a Dios es por ejemplo esta: "Dios, ¿qué puedo hacer hoy para alegrarte a ti?" - ¡Dios dará a los niños algunas ideas maravillosas y quizás "imposibles"! (Según mi experiencia, normalmente son los líderes adultos quienes dudan de si los niños realmente recibirán respuestas de Dios; mientras los niños tienen mucho menos problemas con esto. Y cuando el Señor les da ideas muy excepcionales, entonces nosotros como líderes somos desafiados en nuestra fe, porque tenemos que encontrar una manera cómo realizar estas ideas ...)
Algunas otras buenas preguntas para hacer a Dios:
¿Quién necesita ahora mi oración?
¿Cómo ves tú nuestro grupo / nuestra iglesia / nuestra ciudad / etc.?
(¿Qué te alegra en nosotros? ¿Qué te entristece en nosotros?)

- Que cada niño ore por el niño que está a su lado, y después le diga o le escriba unas palabras de ánimo.

Así los niños serán entrenados para ministrar unos a otros.
Para las palabras de ánimo, se puede dar libertad para que los niños escriban cualquier cosa que desean decir a su compañero; o se les puede limitar a que le den un verso bíblico que le anime en su situación.

- Que a cada niño, los otros niños le digan las cualidades que notan y aprecian en él.

Este ejercicio también ayuda a tener una comunión mejor, y a valorarse mutuamente.

- Que algunos niños dirijan un tiempo de oración y de alabanza.

Esto se puede hacer primero dentro del mismo grupo de discipulado; después en una reunión familiar normal.

- Que los niños compartan un testimonio personal.

Un testimonio puede tener contenidos diferentes; por ejemplo:

  • Como el niño llegó a conocer al Señor.

  • Las cosas que el Señor cambió en la vida del niño, después de que se entregó a él.

  • Algo que Dios hizo hace poco en la vida del niño.

  • Algo nuevo que Dios le enseñó al niño últimamente. (etc.)

Para empezar, lo más fácil es que un líder adulto haga una entrevista con el niño (preguntando por algunas de las cosas antes mencionadas). Más adelante, los niños se atreverán a hablar más libremente. - Este "ejercicio" también se puede hacer primero dentro del grupo de discipulado, después en una reunión familiar normal, después en un grupo o evento evangelístico.

- Que los niños salgan en grupo para un evento evangelístico al aire libre.

Esto se puede hacer cuando los niños ya están un poco más avanzados en su entrenamiento. Es necesario que se preparen primero en oración. Después hay que invertir bastante tiempo en el ensayo de una presentación evangelística (coros, teatro, etc.). Antes del evento, se define cuáles niños compartirán un testimonio o un pequeño mensaje. - En un grupo que se reúne semanalmente, hay que contar con unos dos meses para la preparación de un tal evento.

La importancia de una vida arreglada
Todas estas actividades no pueden llevarse a cabo sin asegurarse siempre de que los niños estén en una relación arreglada con Dios y con sus prójimos. Con regularidad hay que tomar tiempo para que los niños examinen sus corazones, pidan perdón a Dios y a las personas a quienes ofendieron, y hagan decisiones de cambiar su vida donde fuera necesario. (Lo mismo se aplica a los líderes.)

El corazón puro de un niño puede convencer más que muchas palabras. Pero por otro lado, cuando el niño no está en una buena relación con Dios, todo lo que hace por fuera tendrá un sabor de falsedad.
Cuando se trata de presentaciones en público, tenemos naturalmente la tendencia de escoger a los niños muy talentosos para cantar, actuar etc; o a los más atrevidos. ¡Pero Dios mira el corazón! Tenemos que esforzarnos para escoger en primer lugar a aquellos niños que tienen una motivación limpia y están en una buena relación con el Señor.

Para reflexionar:
¿Puede usted pensar en algunos otros "ejercicios" para entrenar y fortalecer a los niños en su vida espiritual? - Anote:






Ayudar a los niños a encontrar su propio llamado
Debemos tener cuidado de no intentar moldear a los niños "según nuestra propia imagen". Dios, no el líder del grupo, es el dueño y guía de cada niño. Quizás podemos tener el deseo de que todos los niños evangelicen de la manera como lo hacemos nosotros, o que todos canten en un coro de alabanza. Pero cada niño tiene su llamado individual y tiene que encontrarlo por sí mismo. Tenemos que animarles a que ellos mismos busquen la dirección del Señor.
Así como el entrenador, en el día del partido, ya no corre por la cancha para meter un gol, así llegará también el día cuando nosotros, como entrenadores espirituales, tendremos que dar un paso atrás y dejar que los niños avancen por sí mismos en la carrera que Dios preparó para ellos.

El equilibrio entre dar y recibir

En una laguna, normalmente el agua entra por un lado y sale por otro lado; y la cantidad del agua que entra es igual a la cantidad del agua que sale.
Lo mismo se aplica a la vida espiritual. Los niños tienen que "dar" tanto como "recibir". El desafío "hacia afuera" debe corresponder a lo que "entra" a la vida del niño.

El Mar Muerto es una excepción: es una laguna donde no sale ningún río. (El agua sale solamente por evaporación.) Por eso, el contenido de sal en esa agua aumenta continuamente. El agua del Mar Muerto es tan espesa que uno puede echarse de espaldas en el agua y no se hunde. Pero ningún animal puede vivir en esa agua (por eso se llama "Mar Muerto").
Algo parecido sucede con muchos niños que crecen en la iglesia y asisten a reuniones religiosas, año tras año: Se vuelven aburridos y amargos porque siempre reciben y nunca son desafiados a dar. Ya conocen casi todas las historias de la Biblia, pero nunca tuvieron una oportunidad de experimentar que Dios es real. A estos niños tenemos que desafiar a descubrir su llamado, a caminar por fe y a "dar" espiritualmente.
Cuando llegan a ser jóvenes, a menudo las cosas cambian: Se les carga con más y más responsabilidades en la iglesia - solo tienen que dar y no reciben, y empiezan a "secarse" espiritualmente.
Tenemos que cuidarnos en mantener un equilibrio. Todos tenemos que "recibir": Recibir enseñanza bíblica, recibir la oración de otros hermanos por nosotros, ser animados, etc. - Y todos tenemos que dar: Ministrar y enseñar a otros, testificar, orar por otros, etc. Esto se aplica tanto a los niños como a los líderes. El "cada uno tiene ..." (1 Cor.14:26) no tiene límite de edad.

Adolescentes como líderes auxiliares
A los adolescentes, si tienen buena voluntad para colaborar, tenemos que entrenarles para asumir responsabilidad como futuros líderes. Muchos siervos de Dios recibieron su llamado al ministerio mientras eran adolescentes. Muchos buenos maestros de niños empezaron a enseñar en su adolescencia.
En un grupo de discipulado, los adolescentes pueden asumir responsabilidades como estas:
- Dirigir grupos de tres a seis niños para trabajos prácticos, para tiempos de oración, y para resolver tareas en grupo.
- Encargarse de tiempos de alabanza.
- En los tiempos de recreo, proponer y enseñar juegos.
- Ayudar a los niños más pequeños al dibujar o hacer trabajos manuales.
De esta manera, los adolescentes saben que los valoramos, y son entrenados para el liderazgo. Y los niños, con frecuencia, responden mejor a un adolescente que a un líder adulto, porque el adolescente es todavía "más cerca" de ellos en su edad.
De vez en cuando, los líderes deben reunirse aparte con aquellos adolescentes que son líderes auxiliares, para darles pautas de como ejercer su responsabilidad, para escuchar sus sugerencias y problemas, y para orar con ellos.

(Vea también: "La adolescencia - la edad del discipulado".)

El papel de los padres
Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Por eso, ellos deberían también ser sus primeros entrenadores espirituales. Un grupo ideal de discipulado consiste en niños de algunas familias que participan voluntariamente junto con sus padres, y donde algunos de los padres asumen la dirección espiritual.
Si hay niños que participan sin sus padres, habrá que mantener un contacto cercano con estos padres. Los siguientes puntos serán importantes a tratar:

Pedir permiso para que el niño asista al grupo, y explicar claramente de qué se trata.
Los padres deben entender el propósito del grupo de discipulado, dar su consentimiento y asumir su parte de la responsabilidad en el entrenamiento espiritual de su hijo - si no participan directamente en el grupo, entonces por lo menos en casa.
Padres creyentes: Explicarles acerca de la capacidad espiritual de los niños; darles pautas como ellos pueden contribuir a su desarrollo.
Como base para una enseñanza a los padres, se pueden tomar los capítulos correspondientes de este curso.
Intercambio acerca del progreso espiritual del niño.
Los líderes del grupo de discipulado y los padres deben colaborar estrechamente en este área, y por tanto necesitan compartir sus respectivas ideas y observaciones.
Padres no creyentes: Orar por ellos y "adoptar espiritualmente" al niño.
A veces se da el caso de que padres no creyentes permiten a sus hijos asistir a un grupo de discipulado. En este caso, tenemos que orar para que los padres también conozcan al Señor; pero mientras no son creyentes, no van a poder contribuir al crecimiento espiritual de su hijo. Entonces, nosotros como líderes tenemos que ser "padres espirituales" para estos niños: Interceder por ellos como un padre por sus hijos; brindarles nuestra amistad e interesarnos por su vida personal; aconsejarles personalmente.

Sin un cuidado muy intensivo por la vida espiritual del niño, no podemos esperar mucho crecimiento en este caso, hasta que el niño llegue a la adolescencia. En una investigación se encontró que los hijos de padres no creyentes pueden convertirse casi con la misma facilidad como los hijos de padres creyentes, pero que después su desarrollo espiritual se estanca hasta la edad de 12 a 15 años. (Vea también "La adolescencia".)

Para reflexionar:
Piense en los niños con los que usted está en contacto cercano. Anote los nombres de aquellos niños que ya se han entregado al Señor, y de los cuales usted puede imaginarse que serán discípulos fieles:






Ahora ore por cada niño en su lista, y pide al Señor que le muestre la mejor manera cómo entrenar espiritualmente a estos niños.


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