Hijos del Altísimo - http://www.altisimo.net -
"He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Señor, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición." (Malaquías 4:5-6)
La familia es la primera y más importante estructura de
autoridad que experimentamos todos nosotros. Por tanto, nuestro
carácter, nuestro concepto de autoridad, y nuestra actitud hacia
ella, son básicamente formados en la familia. Pero también las
heridas más profundas de nuestra vida, generalmente son las que
provienen de nuestra niñez y de nuestra familia. Una familia que
funciona mal, ejerce una presión constante que deforma
emocionalmente de por vida a aquellos que se crían en ella.
Además, la familia es la célula básica de la sociedad. Por
tanto, los problemas y las disfunciones de la sociedad se
reflejan en la familia, y las disfunciones de las familias se
proyectan en la sociedad. Un número "suficiente" de
familias disfuncionales hace que la sociedad entera se vuelva
disfuncional.
Lo malvado de esta influencia es que pasa desapercibida. El niño que crece en una familia disfuncional, por lo general no se da cuenta de que su familia no es normal.
Pueden existir diferentes definiciones de lo que es una familia disfuncional; pero desde el punto de vista cristiano tenemos que describir como disfuncional a cada familia cuyos miembros no asumen el papel que Dios ha provisto para ellos. Es Dios quien ha inventado la familia, entonces tenemos que recurrir a él para saber cómo funciona una familia sana. En forma muy resumida, podemos encontrar los siguientes principios:
A través de toda esta enseñanza observamos un equilibrio
entre derechos y deberes. Cada miembro de la familia tiene sus
derechos y también sus deberes.
Debemos entender, en particular, que estos principios no dan a nadie
el derecho de maltratar a alguien, o de abusar de su autoridad. Aunque
dice que las casadas "estén sujetas a sus maridos", en ningún
lugar dice que los esposos puedan obligar o forzar esa sujeción. Es una exhortación
dirigida a las esposas, no un permiso para que los esposos se enseñoreen de sus esposas. Mas bien, a los esposos se dirige la exhortación de "amar a su esposa y entregarse por ella". El uso correcto de estos pasajes consiste en que cada parte cumpla lo que se dirige a ella; no que levante exigencias contra la otra parte.
Es obvio que los principios bíblicos acerca de la familia exigen mucho da cada miembro. De hecho, humanamente es imposible cumplirlos a cabalidad. Necesitamos la ayuda de Dios para edificar una familia. Él es la fuente del amor y de la autoridad en la familia, y necesitamos aprender a beber constantemente de esta fuente.
Cuando un solo miembro de la familia empieza a salir del
propósito sano de Dios, todos los demás miembros tienen que
hacer ajustes para compensar lo que falta. Como resultado, toda
la familia se vuelve disfuncional.
Por ejemplo, si el padre es alcohólico, deja de asumir su papel
correspondiente como padre y esposo, como proveedor y educador.
Entonces, los otros miembros de la familia se ven obligados a
contribuir más de lo que deben. Cada miembro de la familia se
siente obligado a asumir un papel que no le corresponde y que por
tanto no puede cumplirlo a cabalidad. En un tal hogar, muy pronto
se hacen sentir la falta de amor y ánimo. Todos sienten que
están viviendo en un desastre, todos se sienten culpables dentro
de ellos, pero nadie quiere admitirlo. Entonces se echan la culpa
unos a otros: el padre a la madre, la madre a los hijos, y los
hijos entre ellos. Además, todos conspiran para esconder hacia
afuera el problema del padre alcohólico, y parecer una familia
sana.
Lo mismo sucede en familias con otra clase de problemas: familias
donde se comete maltrato o incesto, familias donde los padres
viven separados, familias de delincuentes, etc.
Como señala Alberto Mottesi en su libro "América 500 años después", el machismo, un rasgo tan típico de la cultura latinoamericana, se puede explicar como una consecuencia de los abusos sexuales cometidos por los conquistadores. Los "hogares" mestizos que se formaron en aquel entonces, no merecen ser llamados "hogares", pues no había unión de matrimonio, sino la mujer indígena era considerada propiedad del varón blanco. Según el mismo patrón de pensamiento racista, los hijos mestizos se consideraban inferiores a su padre, pero superiores a su madre, a la cual trataban como a una esclava. Al pasar los siglos, la mezcla de las razas avanzaba y las diferencias raciales disminuían, pero los patrones enfermizos de la relación entre los sexos persistían.
El machismo se expresa también en la irresponsabilidad del padre frente a las necesidades de su esposa e hijos. Mottesi escribe:
"La raíz del problema es un trágico engaño: el hombre se cree incapaz de controlar su propia naturaleza. Este fatalismo le roba su hombría e imposibilita su madurez de carácter, convirtiéndolo en esclavo de sus pasiones, incapaz de ser dueño de sí mismo. ... La incontinencia sexual de los hombres produce un patrón latinoamericano de paternidad irresponsable, de hijos ilegítimos y familias abandonadas. Esto trae gravísimas consecuencias morales, legales y psicológicas. Las uniones ilícitas producen hijos ilegítimos que son prácticamente huérfanos. La miseria física, emocional y espiritual es la consecuencia de la irresponsabilidad paterna."
(Alberto Mottesi, "América 500 años después")
Podemos entender, de esta manera, que el machismo ha impedido desarrollar un concepto sano de lo que es la familia. ¿De dónde pueden saber las familias peruanas qué es una familia sana, si el prototipo de la familia peruana es un padre conquistador y una madre conquistada?
La consecuencia más obvia, y más devastadora, del patrón
descrito, es la violencia familiar. En 1999, en Lima
Metropolitana, se hizo la siguiente pregunta en una encuesta:
"¿Conoce Ud. de una mujer vecina, familiar o amiga, que
haya sufrido maltrato en los últimos 12 meses?" - 82% de
las personas entrevistadas respondieron que sí.
En otra investigación, en el año 2000, 39% de las mujeres
dijeron haber padecido algún tipo de violencia física durante
los últimos 12 meses; 19% de manera frecuente. Además, 67%
dijeron haber sufrido violencia psicológica.
En 1993 hubo en Perú 142'970 madres adolescentes (entre 12 y 19
años). En la mayoría de estos casos, los hijos de estas
adolescentes son producto de una violación. Estas
madres con sus hijos poblarían juntos una ciudad del tamaño de
Cusco o de Piura. ¿Es posible imaginarse la tragedia de estas
vidas?
Los miembros más vulnerables de cada sociedad son los niños.
Ellos son los que con más frecuencia son víctimas de abuso.
Esto empieza desde el hogar. ¡Cuántos padres (y madres) no
conocen otro método educativo que los golpes! Aun en las
escuelas, todavía son demasiado frecuentes los casos de niños
maltratados por sus profesores.
Otros niños no reciben golpes, pero tampoco reciben atención de
parte de sus padres. Son dejados solos, pueden hacer todo lo que
quieren (hasta emborracharse y drogarse), y no reciben
corrección. Aunque tienen a sus padres, viven en abandono.
Ambas clases de niños, los niños maltratados y los niños
abandonados, tienen algo en común: No reciben amor de parte de
sus padres. Tienen un gran vacío dentro de ellos y tratan de
llenarlo de alguna manera: con alcohol, drogas, robar, juntarse
con una pandilla, actividad sexual prematura, etc. - y eso
destruirá su vida por completo.
Quizás el rasgo más llamativo de la educación en muchas familias peruanas
es su incoherencia. Los niños reciben alternadamente unas muestras de cariño excesivo, y unos castigos excesivos. Y parece completamente imprevisible cuándo
recibirán lo uno o lo otro. Mayormente, eso parece depender del estado de ánimo
momentáneo del padre o de la madre: Si está de buen humor, los niños reciben
cariño; si está de mal humor, castigos. Particularmente los castigos, raras veces
están relacionados con que el niño haya hecho algo que objetivamente está mal.
Mucho más peso tienen los caprichos y las emociones momentáneas del padre o de la madre: "¡Te he dicho que dejes de jugar con esa muñeca!" - "¡Me estás haciendo renegar!"
Este trato refleja muchos rasgos del gobierno colonial, donde los caprichos de los gobernantes tenían mayor peso que todo derecho o ley. (Y también los gobiernos actuales siguen todavía cargando con esta herencia. ¿Nos extraña que las familias sigan el mismo ejemplo?)
Parece que muchos padres educan a sus hijos, no para el bien de los hijos, pero para que ellos cumplan las aspiraciones de los padres. Eso explica por qué los hijos pueden pasar de un momento a otro, de príncipes y princesas adorados, a prisioneros y esclavos, y vice versa: En un momento, el padre ve en su imaginación a sus hijos como futuros profesionales, cuyo éxito levantará el orgullo del padre. Así que los levanta sobre un pedestal y quiere brindarles las "mejores oportunidades"
(desde el punto de vista del padre; pero no le importa cómo se ve la cosa desde el punto de vista del niño.) Este motivo es tanto más fuerte, cuanto más frustrado se siente el padre respecto a sus propios sueños. Quizás dice: "Quiero que mis hijos tengan una vida mejor que yo." Pero en el fondo, la idea es: "Me siento insatisfecho porque no logré mis metas. Quiero que mis hijos me devuelvan esta satisfacción, cumpliendo en mi lugar lo que yo no alcancé."
- Y en otro momento, el padre o la madre siente algún deseo que sus hijos deben cumplirle ahora; entonces los degrada repentinamente a esclavos: "Estoy saliendo; ¡tú cuida a tus hermanitos y cocina para ellos!" - O los padres se sienten avergonzados por algo que sus hijos hacen, o por algo que no saben hacer, entonces cargan toda su frustración sobre ellos: "¡Cómo no supiste responder a la pregunta de la tía! ¡Me has hecho quedar mal ante todo el mundo! ¡Ahora vete a tu cuarto y no salgas hasta que yo te lo ordene!"
Quizás la herencia colonial explica por qué también en el ámbito cristiano, son muy populares los libros que promueven una educación extremamente autoritaria y conductista. (El conductismo es una corriente psicológica que se basa en métodos de recompensa y castigo para "acondicionar" al niño a que haga todo lo que sus educadores quieren. Considera que la meta de la educación consiste en conformar al niño con las exigencias de sus educadores. Pasa por alto la personalidad individual y única del niño, su necesidad de libertad personal, y de aprender a hacer decisiones y a ejercer discernimiento, por ejemplo cuando reciben una orden dañina o moralmente mala.) Tales libros definen la obediencia por ejemplo de esta manera: "Obedecer es hacer lo que se dice: Sin desafíos; sin excusa; sin demora."
Ya que existen tales libros que pretenden ser cristianos, tenemos que examinar este concepto a la luz de la Biblia. ¿Es éste el concepto bíblico de "obediencia"?
"Pero ¿qué piensan? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero dijo: 'Hijo, anda hoy a trabajar en mi viña.' Pero él respondió: 'No quiero.' Pero más tarde, arrepentido, se fue. Y acercándose al otro, dijo de la misma manera. Y él respondió: 'Yo, señor[, iré].' Y no se fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?" - Le dicen: "El primero." (Mateo 21:28-31)
Jesús usa este ejemplo para enseñar a los sacerdotes y ancianos que "los cobradores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios" (v.31). El hijo obediente contradijo a su padre, y demoró en cumplir la orden. Sin embargo, Jesús lo presenta como un ejemplo de obediencia. ¡El concepto de Jesús acerca de la obediencia es mucho más benigno que el de muchos autores de libros sobre educación cristiana!
Además, existen situaciones donde no hay que obedecer en
absoluto. "Hay que obedecer a Dios antes que a
los hombres" (Hechos 5:29). No hay que
obedecer cuando los padres ordenan a los hijos a mentir, a
engañar, a hacer daño a alguien, o a dañarse a sí mismos. Una
orden que contradice a lo que Dios dijo, no hay que obedecer.
El apóstol Pablo escribe acerca de ciertos líderes, "a los
que ni por una hora cedimos en sumisión" (Gálatas 2:5).
Hay "autoridades" a quienes no hay que obedecer, porque
exigen cosas contrarias a la voluntad de Dios.
La única persona en el mundo que podría exigir una
obediencia "inmediata y sin cuestionar", es Dios mismo.
Solamente él es infalible; solamente él es digno de nuestra
confianza ilimitada. ¡Pero ni siquiera Dios exige una tal
obediencia! - De Moisés dice que él fue "el hombre más
manso de todos los que había sobre la tierra" (Números
12:3). Pero cuando Dios lo llamó para ir a hablar con el
Faraón, Moisés le cuestionó y le contradijo durante más de un
capítulo entero (Éxodo, capítulos 3 y 4): "¿Quién soy
yo para que yo vaya al Faraón ...?" - "...si ellos me
preguntan: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?" -
"Pero ellos no me creerán ..." - "...Pero yo soy
tardo en hablar y torpe de lengua."
Dios responde pacientemente a cada uno de estos cuestionamientos,
y da a Moisés unas señales sobrenaturales para validar su
llamado. Solamente al final, cuando Moisés sigue negándose a
ir, dice que "Dios se enojó". Pero aun en ese punto,
Dios le hace una concesión: le libra de la carga de tener que
hablar al pueblo y al Faraón directamente. En su lugar, le
permite ir acompañado por Aarón quien iba a ser su portavoz.
Si Dios permitió al "hombre más manso de todos", discutir de esta manera con él, y le hizo concesiones, ¿quiénes somos nosotros, meros humanos, para exigir de nuestros hijos una obediencia "inmediata y sin cuestionar"?
La obediencia de por sí misma no es ningún valor
bíblico. La Biblia valora la obediencia hacia Dios, y
la obediencia reflexionada, la obediencia responsable, la
obediencia por el bien de otra persona, la obediencia de fe
(=confianza) ... pero no la obediencia "por obedecer" y
nada más.
Tampoco existe justificación bíblica para ejercer una autoridad caprichosa y
abusiva. Hemos visto en los capítulos anteriores, que cada autoridad humana es puesta para servir a los que están a su cuidado. Y cada autoridad humana está sujeta a leyes y principios de justicia. ¡Cuánto más en la familia, se debe priorizar el bienestar de los niños, antes que los caprichos de los padres! Es tiempo que los cristianos se deshagan de esos vestigios coloniales en sus hogares, y en los libros sobre educación.
Entraremos ahora en algunos asuntos más sutiles, pero que igualmente dañan la personalidad de los niños.
Los miembros de una familia disfuncional, por lo general
sufren de una autoestima baja. Entonces tratan de levantarla, a
expensas de los demás.
Una manera de lograr esto es avergonzar a los demás. Cuando
"paso vergüenza" a otra persona, entonces yo mismo me
siento un poco superior. ¿Qué niño no escucha muchas veces al
día: "Eres un tonto, un burro, un mentiroso, un malcriado,
un inútil, un imbécil, ..."?
Pero ¿cuál es la consecuencia de este comportamiento? Si
avergüenzo a los demás, en realidad no me estoy levantando a
mí mismo; solamente estoy rebajando a los demás. Y seguramente
en algún momento ellos me van a devolver mal por mal y me van a
rebajar a mí. Al final de cuentas, todos se están rebajando
unos a otros y se hunden en un abismo de vergüenza.
Desde un punto de vista espiritual, las palabras que
avergüenzan son maldiciones. Cuando digo estas palabras malas a
otra persona, la estoy "mal-diciendo". Pero Dios quiere
que estemos bendiciendo ("bien-diciendo"), no
maldiciendo. ¿Cuántos (o cuán pocos) niños escuchan de sus
padres palabras como estas: "Yo te amo." - "Me
alegro de que eres mi hijo/a." - "Eres muy precioso/a
para mí."?
Esto no significa que no debemos corregir a los niños. Pero la
corrección debe apuntar al comportamiento del niño, no
a su valor como persona. Decir "Malcriado" a
un niño, no es una corrección sino una maldición. Y el niño
muy probablemente seguirá comportándose como un malcriado, para
confirmar lo que dicen de él.
Una corrección se puede expresar de esta manera: "Estás
haciendo demasiada bulla. Si no vas a estar más tranquilo,
tendré que mandarte a tu cuarto." - "No has secado los
platos; tú sabes que esto es tu tarea." - "Los
juguetes no se tiran al suelo; no quiero que vuelvas a hacer
esto." - Todas estas declaraciones hacen referencia al comportamiento
del niño; y entonces el niño puede responder cambiando su
comportamiento. Su valor como persona no está puesto en duda.
Una fuente particular de vergüenza para los niños es cuando se les dice: "Dios te castigará". Dios mismo ha encargado a los padres con la educación y disciplina de sus hijos; entonces ¿por qué tienen que echar la responsabilidad otra vez sobre Dios? Esto es lo que la Biblia llama "usar el nombre de Dios en vano", y por tanto es una forma de abuso espiritual.
Los mecanismos de vergüenza están tan arraigados, que la gente hace un sinnúmero de cosas ridículas para "no pasar vergüenza". Evitan a todo costo toser o estornudar en público. Prefieren aparentar no haber escuchado una pregunta, que correr el riesgo de dar una respuesta equivocada o una que podría ser mal interpretada. Cuando su hijo se porta mal en presencia de otras personas, no lo corrigen ante ellos porque "sería una vergüenza"; quizás tratan de disimular la situación dando un caramelo al niño. (Por supuesto el niño sabe esto y se aprovecha de la situación.) Al tener que hablar con una persona "importante", no dicen lo que quieren decir, sino lo que piensan que la "persona importante" quiere escuchar. ¿Será exagerado decir que el temor a la vergüenza es el motivo más poderoso detrás de las acciones de los peruanos?
No son solamente las palabras pronunciadas a voz alta que avergüenzan. Existen otras formas más sutiles. A continuación mencionaré algunas características adicionales de "sistemas que avergüenzan". Partes de esta sección son resumidas de los libros de Jeff Van Vonderen, "Tired of trying to measure up" (Cansado de intentar cumplir las exigencias), y "El poder sutil del abuso espiritual".
Los sistemas que avergüenzan (por ejemplo una familia
disfuncional), envían los siguientes "mensajes" a sus
miembros:
- que no son amados ni aceptados
- que ni siquiera son dignos de ser amados ni aceptados
- que solamente son amados y aceptados cuando se portan bien
- que no son capaces de portarse bien; que no son valiosos ni
dignos
- que están muy solos, que en realidad no pertenecen a ningún
lugar, a nadie o a ningún grupo.
Estos "mensajes" se transmiten a través de patrones de comportamiento como los siguientes:
Los sistemas que avergüenzan no permiten hablar de los problemas.
Los sistemas que avergüenzan no permiten que uno muestre sus verdaderas emociones.
Los sistemas que avergüenzan ponen énfasis en el rendimiento; hay que "ganarse" el amor y la aceptación.
Los sistemas que avergüenzan usan una comunicación
cifrada.
Puesto que está "mal visto" que uno diga directamente
lo que piensa o desea, la gente empieza a usar claves secretas
para cifrar lo que quiere decir. Por ejemplo, los padres dicen:
"¿Podrías hacerme un favor ...?", cuando en realidad
quieren decir: "¡Te ordeno que lo hagas!" (y esperan
que los niños lo interpreten de esta manera).
Los sistemas que avergüenzan practican la
"comunicación en triángulo".
Un niño dice a su mamá: "Dile a mi hermano que comparta
sus juguetes conmigo." Este niño evade la comunicación
directa y sincera con su hermano; en vez de ello involucra a su
mamá. Si la mamá hace caso a este "juego", entonces
impide que el niño desarrolle una relación sana con su hermano.
La mentira como "medio educativo"
Realmente me choca ver cuántos padres y madres recurren a la
mentira para conseguir que sus hijos les hagan caso. Esta clase
de "educación" tiene muchas consecuencias
destructivas:
- Los niños pierden la confianza en sus padres, y por
consecuencia, en las personas en general.
- Se dejan guiar por temores y supersticiones irracionales, en
vez de tener razones sensatas para sus actos.
- Los niños.aprenden que se puede usar la mentira para conseguir
lo que uno quiere (entonces usarán el mismo método frente a sus
padres).
- Los padres pierden la autoridad porque su palabra ya no es
credible.
La comunicación con los niños es vital. El factor que más
influencia en el desarrollo intelectual de un niño, es la
cantidad de conversación personal y significativa que recibe de
sus padres, especialmente en los primeros dos años de su vida.
Jesús sabía cuan importante era la comunicación abierta con
sus discípulos. El les dijo: "Ustedes son mis
amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no les llamaré siervos,
porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero les he
llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, se
las he dado a conocer." (Juan 15:14-15).
Jesús nunca disimulaba ante sus discípulos, ni les mentía, ni
los manipulaba. Los discípulos sabían que eran amados, que
estaban seguros en la gracia de Dios, y que eran capaces de
cumplir algo.
Las incoherencias en la educación de los niños se pueden manifestar
también en una mezcla paradójica de irresponsabilidad y negligencia por un lado,
sobreprotección y posesividad por el otro lado. Para mencionar
algunos ejemplos:
A los niños pequeños se les permite cometer cualquier ofensa y
hablar cualquier grosería, "porque todavía no
entienden".Pero cuando llegan a la adolescencia y a la edad
adulta, los padres les impiden buscar su propio camino. Les
imponen la elección de su carrera y de su trabajo; si son
cristianos les obligan a la fuerza a participar en las
actividades de la iglesia (y crean de esta manera un rechazo al
cristianismo); y aplican métodos de corrección como el famoso
"chicote", que podría quizás haber sido apropiado para niños
pequeños, pero de ninguna manera para hijos adolescentes y
adultos. De esta manera, los hijos permanecen "niños"
durante toda su vida y nunca maduran.
Muchos jóvenes arrastran este tipo de problemas en su propio
matrimonio: Aun después de casarse, no dejan de ser "el
niño (o la niña) de mamá". No se respeta la Palabra de
Dios que dice: "Por tanto, dejará el hombre a
su padre y a su madre, y se unirá
a su mujer..." (Génesis 2:24). En estos hogares nunca se
sabe quien manda en realidad: ¿los esposos, o sus padres y
suegros? Cuando vienen los niños, no está claro quién está
realmente a cargo de su educación: ¿sus padres o sus abuelos?
Estas relaciones enredadas dan lugar a un sinnúmero de problemas
y conflictos.
Demasiado elevado es el número de niños que desde temprana
edad son dejados al cuidado de empleadas de casa, tíos, abuelos
u otros familiares, o en instituciones estatales (casa cuna,
jardín). De esta manera, sus propios padres se convierten en
extraños para sus hijos, y los niños crecen en un ambiente
donde el concepto de "familia" prácticamente no
existe.
Pero aun después de abandonar de esta manera su responsabilidad
paternal, muchos padres no dejan de considerar a sus hijos como
su "propiedad". Siguen esperando que sus hijos les
hagan caso, les sirvan (hasta que ganen plata por ellos), y
pueden aparecer en cualquier momento sin aviso previo en la casa
de los familiares donde dejaron a sus hijos, para llevarlos de
sorpresa a otro lugar.
Creo que no es exagerado llamar los fenómenos descritos con el
nombre de "abuso": Las personas en autoridad (los
padres) no ejercen su responsabilidad, pero esperan que sus
sujetos satisfagan los deseos de ellos.
Quiero entrar en este tema con más detalle, porque existe
demasiada información falsa y conceptos equivocados sobre este
asunto. La tendencia actual consiste en entregar a los niños
cada vez más temprano al cuidado del Estado. Cuando nuestro
primer hijo tenía dos años, ya nos preguntaban algunos amigos:
"¿A qué jardín lo están mandando?"
En realidad, la mejor estimulación temprana consiste en la
interacción entre el niño y sus padres. Cuando el niño
preescolar es separado de sus padres y del ambiente familiar
conocido, sufre traumas que afectan todo su posterior desarrollo
emocional e intelectual. Ya en el año 1975, el doctor Raymond
Moore ha coleccionado los resultados de más de cien
investigaciones científicas hechas en diferentes países del
mundo, acerca de los efectos de la escolarización temprana.
Todos estos estudios confirmaron unánimemente que los niños que
entran en la escuela más tarde (a partir de los ocho años), se
desarrollan mejor. Los niños que habían sido educados en el
hogar por un tiempo prolongado, por lo general mostraban mejores
habilidades intelectuales, un mayor equilibrio emocional, y más
cualidades de liderazgo.
La única excepción eran los niños que venían de hogares muy
problemáticos. Pero aun en este caso no debemos equivocarnos:
Así como el abuso y maltrato sucede en las familias, ¡sucede
también en instituciones estatales!
A menudo la escolarización temprana se justifica con la situación económica: "las madres tienen que trabajar". Pero nadie pregunta cuánto le cuesta al Estado la implementación de tantos jardines y "wawa wasis" (casa-cunas) para preescolares, y más adelante la recuperación de tantas familias disfuncionales y niños dañados en su desarrollo. En realidad, la educación en casa es más económica para la sociedad. El doctor Moore menciona varios proyectos piloto donde se demostró que los educadores profesionales podían aconsejar a los padres acerca de la educación de sus hijos, en vez de juntarlos en un jardín de niños. No sólo los niños se desarrollaron mejor; también el costo era menos.
Estos datos están disponibles por lo menos desde el año 1975, cuando apareció la versión original (inglesa) del libro del doctor Moore. Pero los ministerios de educación en los diversos países ignoran estos datos, y siguen moviéndose en la dirección opuesta. ¿Es esto solo ignorancia, o es tal vez un plan concebido para dar al gobierno el control total sobre las mentes de la próxima generación?
Por otro lado, los niños pueden aprender un montón de cosas
de sus padres, de una manera informal y natural. Aprenden a
vestirse, a barrer, a lavar su ropa, a cocinar, a arreglar cosas
en la casa, etc, mientras hacen estas cosas juntos con sus
padres. El niño tiene una curiosidad natural que lo incita a
explorar su medio ambiente, experimentar con lo que encuentra, y
hacer muchas preguntas. Lo único que necesitan hacer los padres
es responder a esta curiosidad, proveer al niño oportunidades
para experimentar, y tomar en serio sus preguntas. (¡Estamos
otra vez hablando del asunto de la comunicación!)
(La obra de los Moore, "Mejor tarde que temprano",
contiene muchas sugerencias para actividades que estimulan el
aprendizaje y que los padres pueden realizar de manera muy
sencilla con sus hijos.)
Todo esto funcionará solamente si hay a la vez un cambio en la actitud de los padres. Los padres tienen que darse cuenta que ellos son los responsables de educar a sus hijos, no solo de delegar la educación a otras personas y después exigir "resultados" de ellos. No es lógico, como padre, exigir de manera posesiva que mis hijos sigan el camino que yo les estoy trazando, y a la vez de manera negligente dejar toda su educación en manos de otras personas.
Hay un significado profundo en el hecho de que Dios se llama
"Padre" a sí mismo. Algunos psicólogos han difundido
la idea de que el concepto de Dios no es nada más que una
imaginación humana: el niño toma la imagen de su propio padre y
la "proyecta hasta el cielo" para imaginarse un
"super-padre" al cual llama "Dios". En
realidad, la relación es al revés: Dios se ha proyectado a sí
mismo abajo hasta la tierra, al crear al hombre según Su propia
imagen y semejanza (Génesis 1:26). Y la institución humana que
refleja el imagen y el carácter de Dios más que cualquier otra,
es precisamente la paternidad. Efesios 3:14-15 dice, traducido
literalmente: "Por esto doblo mis rodillas ante el Padre,
del cual tiene su nombre toda paternidad en los cielos y
en la tierra."
Dios se llama "Padre" no porque nosotros nos lo
imaginamos así. Mas bien, el padre humano tiene derecho de
llamarse "padre" porque Dios Padre lo ha creado según
Su imagen.
Pero los mencionados psicólogos no están del todo equivocados.
Las experiencias de un niño con su padre influencian mucho en la
forma como el niño se imagina a Dios; y aun en la edad adulta
estas experiencias pasadas influencian en su relación con Dios.
Mientras el niño crece en una familia sana, no hay nada de
malo en esto. El niño experimenta al padre como una persona
grande y fuerte; entonces puede imaginarse que Dios es todavía
mucho más grande y fuerte, que es todopoderoso. El niño
experimenta que el padre gobierna los asuntos del hogar, y que a
veces tiene que hacer justicia en las peleas entre hermanos;
entonces puede imaginarse que Dios gobierna sobre todo el mundo
en justicia. El niño experimenta cariño, amor y ánimo de parte
de su padre; entonces puede imaginarse que el amor de Dios es
todavía mucho más grande que el amor de su papá.
Pero ¿qué sucede con un niño que es maltratado por su padre?
¿No se imaginará este niño a Dios como una persona cruel,
iracunda, y en quien no se puede confiar? - ¿Y qué del niño
que fue abandonado por su padre? ¿No llegará a pensar que Dios
no se interesa por él, que Dios se ha alejado de él y que no es
posible relacionarse personalmente con él?
Estos padres han representado a Dios de una manera muy mala y
distorsionada. Entonces al niño no le ayuda en nada decirle que
"Dios es como un padre". Al contrario, este niño tiene
que aprender que Dios es muy diferente de su padre - y
aprender esto es mucho más difícil. ¿De dónde puede saber
este niño qué es un buen padre, si nunca ha visto un ejemplo de
uno? Estas experiencias levantan barreras entre el niño y Dios;
y estas barreras persisten hasta la edad adulta.
Floyd McClung ha escrito un precioso libro sobre "El corazón paternal de Dios". En uno de sus capítulos describe siete esferas en las cuales nuestro concepto de Dios puede ser trastornado por causa de malas experiencias en la niñez. Voy a citarlas de manera resumida:
Autoridad
Como un perrito acobardado, a veces nosotros nos evadimos de la autoridad del nuevo Padre Dios, porque damos por sentado que será como las otras autoridades que hay en nuestra vida. Pero El no es así. Dios es el amor perfecto.
Confianza
Tal vez de niño fuiste abandonado por tus padres. Ahora te resulta difícil no dudar de la fidelidad de Dios, siendo su hijo. No puedes borrar las memorias de tantas promesas rotas.
... No obstante, tu Padre celestial estaba presente cuando comenzaste a andar; como también cuando sufriste heridas y desilusiones en los años de tu adolescencia; y también estaba presente en ese momento.
Como dice 2 Timoteo 2:13: "Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo."Valores
Nuestros hogares modernos están atestados con un mobiliario y unos aparatos frágiles y caros que representan un campo minado de rechazo potencial para el pequeño y titubeante investigador. ... Los niños están siempre oyendo acerca de la importancia y del valor de las cosas. No obstante, son muy pocas las veces que oyen las palabras "Te amo mucho".
... Dios no es tacaño, ni posesivo, ni materialista. Nosotros a veces usamos a las personas como si fueran cosas; por el contrario, Dios usa las cosas para bendecir a las personas.Afecto
Muchos niños, particularmente los varones, reciben muy poco afecto físico de su padre, y ninguna compasión genuina cuando sufren. ... No obstante, el amor de Dios cura las heridas tanto de los hombres como de las mujeres. Al ser nuestro Padre, El siente nuestro dolor más profundamente que nosotros, porque su sensibilidad al sufrimiento es mucho mayor.
Presencia
Dios está contigo en cada momento, y te da su atención íntegramente.
Un niño estuvo trabajando toda una tarde clavando clavos en un trozo de madera . Cuando por fin su padre llegó a casa, el entusiasmado niño enseñó orgullosamente su obra de arte: un barco de guerra de tres pisos. Pero su papá apenas levantaba la mirada de la calculadora. Papá nunca miraba, pero Dios sí. El siempre lo hacía, siempre se deleitaba con el trabajo de las manos del niño.Aceptación
Vivimos en una sociedad basada en los logros que hacemos. Muchos padres transmiten inconscientemente el mensaje de que si logras entrar en el equipo de fútbol, si traes a casa buenas notas, si eres bonita, entonces los demás te aceptarán y te "amarán". No obstante, Dios es un Dios de amor incondicional.
Comunicación
En cierta ocasión una chica me dijo que no podía hablar con Dios, que sentía como si sus palabras chocaran contra la pared. ... Cuando oramos juntos, se dio cuenta de que se imaginaba a Dios como si fuera su propio padre, bueno y sincero, pero callado y tímido. Este era un hombre que apenas había hablado con sus hijos y nunca les había dicho que los amaba. Cuando ella admitió que su padre había sido débil, y que incluso le había fallado, pudo perdonarlo y aceptarlo tal y como era. Este reconocimiento abrió ante ella toda una nueva dimensión en su relación con Dios. ... Pronto comenzó a sentir la guía y la presencia de Dios en su vida.
(Floyd McClung, "El corazón paternal de Dios")
Es una aventura emocionante, ir a la búsqueda de las
características de Dios Padre a través de la Biblia. Como
comienzo, recomiendo leer el Salmo 103 y el Salmo 145, y meditar
sobre la personalidad de Dios tal como se nos presenta en estos
Salmos.
Pero no es suficiente con solamente saber esta
información. Para que esta información transforme nuestras
vidas y nuestra relación con Dios, necesitamos una revelación
sobrenatural de Dios donde El mismo nos muestre como es El
en realidad. Podemos usar los textos bíblicos mencionados como
punto de partida para buscar esta revelación.
La revelación de Dios hará Su persona tan real en nosotros que
podemos refugiarnos en El, y El llenará en nosotros el vacío
que dejó la ausencia de un padre verdaderamente bueno.
Jesús nos contó la historia del hijo pródigo. Pero en la
sociedad peruana parece que es más común el fenómeno del
"padre pródigo": Padres que abandonan a su esposa, sus
hijos y su casa, para llevar una vida irresponsable. Y aun entre
los padres que se quedan con su familia, hay muchos que abandonan
a sus hijos emocionalmente. Es una característica común de casi
todos los jóvenes con problemas emocionales, que dicen: "Yo nunca sabía lo que significa tener un
padre".
En 1993, en un 23% de hogares peruanos el jefe del hogar era una
mujer (entonces el padre era obviamente ausente). Casi un millón
de niños peruanos viven con sus abuelos, más de 430'000 con
otros parientes, 120'000 con personas que no son sus parientes,
cerca de 15'000 trabajan como empleados/as de casa, y casi 10'000
figuran como "jefe del hogar", lo que significa que
obviamente ninguna persona adulta se preocupa por ellos. (Fuente: Página web del INEI).
Muchos adolescentes y jóvenes buscan un sustituto del amor
paternal que no recibieron, en un enamorado o una enamorada. De
esta manera proyectan expectativas irreales en su pareja, y
preparan el suelo para una próxima generación de familias
disfuncionales. El joven que primero fue buscado como "padre
sustituto" por su enamorada, de pronto no aguantará la
carga de la verdadera paternidad y se convertirá a su vez en un
"padre pródigo".
En aquellos hogares donde el padre y la madre
están ambos presentes, a menudo hay un concepto extraño de una
"paternidad dividida": La madre está encargada de amar
a los niños, consolarlos, y alimentarlos. El padre está
encargado de "disciplinarlos" (lo que por lo general se
limita al castigo físico), y cuando se excede en cuanto a la
disciplina, la madre tiene que interceder ante él por sus hijos.
Esto produce en el pensamiento común una fuerte división entre
el concepto de "autoridad" y el concepto de
"amor". Se cree que el que ama nunca disciplina, y que
el que disciplina no puede amar. Con este concepto, nunca puede
haber comprensión y confianza entre una persona en autoridad y
sus seguidores, porque "si es autoridad, no se puede esperar
nada bueno de él; hay que desconfiar". Por otro lado, si un
líder trata a sus seguidores con amor, pierde su autoridad.
Esta división influencia también en el imagen
que el niño tiene de Dios. A menudo se imagina a un Dios
distante, duro y autoritario, al cual no se puede acercar
directamente; mientras que el amor y la ternura son representados por
María. Así se crea una imagen de una "familia celestial
disfuncional", según el ejemplo de la familia terrenal.
Pero este no es el Dios verdadero.
Por esta razón, debe ser muy difícil entender la verdadera
naturaleza de Dios. ¡Es que Dios reúne perfectamente en Su
persona tanto la autoridad como el amor! Él es la autoridad
suprema, el Rey todopoderoso, el que da sus órdenes al sol y los
planetas. Pero él es a la vez el amor supremo, el que dio su
propia vida por nosotros.
La disciplina por lo general se confunde con
"castigo", porque se cree que es un acto de autoridad,
por tanto no puede proceder del amor. La clase de
"disciplina" que se practica en muchos hogares, es en
realidad una forma de venganza. Es una manera del padre (o de la
madre) de decir al niño: "Me has hecho sentir mal, entonces
yo también te hago sentir mal."
En la Biblia, "Disciplina" tiene un sentido muy
diferente. En Hebreos 12:7-11 leemos:
"¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina? Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos. Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos?
En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella."
Observamos lo siguiente:
- La disciplina es una parte integral y necesaria de toda
educación.
- Hay una diferencia significativa entre la disciplina aplicada
por un padre humano, y la disciplina aplicada por Dios: El padre
humano disciplina "como mejor le parece", según su
propio criterio que a veces es equivocado. En cambio, Dios
siempre nos disciplina para nuestro bien.
- Dios no necesita "vengar" nuestro mal comportamiento.
Su disciplina tiene un buen propósito: que dejemos de
pecar, porque eso nos hace daño a nosotros mismos.
- Aunque la disciplina impuesta por Dios duele, sin
embargo no hace daño. Al contrario, el resultado a
largo plazo siempre es agradable.
En el contexto amplio de la Biblia, vemos que
la disciplina incluye mucho más que sólo la corrección. La
buena disciplina empieza dando amor y libertad. Dios comenzó su
historia de "disciplina" con el pueblo de Israel, liberándolos
de la esclavitud en Egipto. Este fue el prerrequisito indispensable, antes de dar los Diez Mandamientos (vea Éxodo 20:2). El derecho a disciplinar tiene que
ganarse primero.
A eso siguió la instrucción.
En los Diez Mandamientos (y otras leyes), Dios aclaró sus expectativas desde el inicio. Después vemos que Dios entrena
a su pueblo. El dice: "Yo soy el Señor Dios tuyo, que te
enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes
seguir." (Isaías 48:17) El no sólo señala el camino, sino camina
con nosotros. Cuando el pueblo, a pesar del entrenamiento,
vuelve a desobedecer, Dios tiene que advertir
las consecuencias de la desobediencia. Encontramos tales
advertencias en el capítulo 28 de Deuteronomio, y en grandes
partes de los libros proféticos. Cuando el pueblo por mucho tiempo pasaba por alto las advertencias
de Dios, él tuvo que llevar a cabo el castigo
anunciado. Eso no fue nada agradable. Pero en algunas situaciones fue necesario
para que el pueblo no se extraviase más. "Cuando no se ejecuta
rápidamente la sentencia de un delito, el corazón del pueblo se
llena de razones para hacer lo malo." (Eclesiastés 8:11) Ahora debemos tomar en cuenta que esos ejemplos se refieren al trato
de Dios con un pueblo adulto. Disciplinar a adultos no es más fácil,
es más difícil que disciplinar a niños. En un adulto, sus inclinaciones pecaminosas
son mucho más desarrolladas que en un niño. Por eso dijo Jesús: "Con seguridad les digo: Si ustedes no se arrepienten y se vuelven como los niños, de ninguna manera entrarán al reino de los cielos." (Mateo 18:3). Un niño siente todavía una necesidad natural de recibir instrucción, y de seguir la dirección de alguien. Por eso no necesita medidas disciplinarias tan fuertes como las que puede necesitar un adulto delincuente. Podemos contar con que el niño normalmente está de nuestro lado, no es nuestro enemigo, aun en asuntos disciplinarios. Por lo menos cuando la relación entre padres e hijos es sana. Por tanto, debemos rechazar aquellos consejos que sugieren tratar a los niños como si fueran nuestros enemigos. Eso no trae "corrección"; mas bien daña la relación entre padres e hijos, y puede producir rebeldía en el corazón de un niño.
Sólo me pregunto: ¿Dónde están las iglesias cristianas en
esta problemática? ¿Cuántas (o cuan pocas) iglesias ayudan a
los padres de familia con principios bíblicos para la educación
de sus hijos? ¿Cuántas iglesias ayudan a sus miembros a conocer
al verdadero Dios Padre, tal como él es? ¿Cuántas iglesias
proveen alguna ayuda para los niños que están sufriendo en su
situación familiar? Hijos
del Altísimo - http://www.altisimo.net -
También en la familia, no puede haber corrección si no se han
aclarado antes las reglas. Y estas reglas no pueden cambiar cada
rato. También a la familia se aplica el principio "Lex Rex".
El entrenamiento implica dar el ejemplo, explicar, animar, y
sobre todo, darse el tiempo necesario para estar al lado del
niño. Este es el amor que se expresa en la disciplina.
De la misma forma, los padres tienen que advertir a sus hijos
acerca de las consecuencias de un mal comportamiento. Tienen que
darles la oportunidad de reconocer su error y arrepentirse.
De la misma manera, los padres tienen que cumplir con sus
advertencias si el niño sigue desobedeciendo. Nunca deben usar
advertencias o amenazas que no tienen la intención de cumplir,
solamente para asustar. En vez de amenazas, se deben usar reglas
que se establecieron de antemano, de una manera justa.
(El educador suizo Heinz Etter ha elaborado su "pedagogía de la confianza" sobre esta necesidad natural de los niños de ser instruidos y de seguir a una autoridad. Si los padres confían en que los niños normalmente son "de su lado", experimentarán una relación mucho más armoniosa con sus hijos, y podrán ahorrarse muchas de las "medidas disciplinarias" que propone la educación autoritaria y conductista.)
El director de un orfanatorio cristiano me comentó una vez que
era casi imposible encontrar a familias cristianas sanas que
podrían adoptar a uno de esos niños abandonados: Muchas
familias cristianas trataban a los niños de la misma manera mala
como las familias no cristianas.
En la iglesia del Nuevo Testamento, nadie podía ejercer alguna forma de liderazgo,
si no había demostrado primero sus cualidades en la educación de sus propios hijos
(1 Tim.3:4-5). Y tengamos presente que en aquellos tiempos existían mayores oportunidades para observar y conocer la vida familiar de otros hermanos.
Es que la iglesia del Nuevo Testamento no se reunía en edificios especiales, institucionales: se reunía en los hogares. (Vea Hechos 2:46, 8:3, y otros.)
Así no era posible que algún líder se escondiera detrás de una "apariencia
de púlpito": Si su vida familiar era un desastre, por lo menos los
hermanos que se reunían en su hogar, se iban a dar cuenta.
Dios nos muestra en su palabra que él tiene un interés particular en la
familia y la paternidad, porque él es el Padre por excelencia.
Pero hace falta que la iglesia cristiana lo descubra.