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Las iglesias evangélicas dicen
ser los herederos de la Reforma. Pero muchos evangélicos hoy no
tienen ninguna idea de qué se trató en la Reforma. Con este
estudio deseo llenar este vacío, y a la vez aplicar algunos
principios de la Reforma a la situación actual.
Quiero además demostrar que Lutero, si volviera a aparecer hoy,
tendría todavía que decir muchas de las mismas cosas que dijo
en su tiempo - pero hoy tendría que decirlo también a las
iglesias evangélicas.
El tiempo de Dios
Lutero no fue el primer Reformador. Hubo varios antes de él que enseñaban de manera parecida, y que deseaban hacer volver la iglesia a la verdad de la Palabra de Dios. Los más conocidos de ellos eran Juan Wyclif en Inglaterra (1320-1384) y Juan Hus en Bohemia (1374-1415), quien murió como mártir. Ambos pudieron juntar a algunos seguidores, pero no lograron realmente las reformas que deseaban.
¿Por qué fracasaron ellos, mientras Lutero tuvo éxito? - No creo que ellos hayan sido inferiores a Lutero. Simplemente no había llegado todavía el tiempo de Dios. Una Reforma tan amplia no sucede de la noche a la mañana. Era necesario que estos hombres, los "pre-Reformadores", preparasen el camino. En los tiempos de Lutero, toda Europa tenía mucha hambre de Dios. Sin el trabajo de los "pre-Reformadores", probablemente no hubieran tenido esta hambre, y no hubieran deseado tanto escuchar la palabra de Lutero.
Cada uno de nosotros tiene su tarea, y su lugar en la historia, asignados por Dios. Unos son llamados a sembrar, otros a regar y otros a cosechar. Unos son llamados a ser pioneros, y otros son llamados a edificar encima de lo que construyeron los pioneros. (Vea 1 Cor.3:5-13.) Los pioneros a menudo son llamados a dar hasta su vida, para que otros puedan seguir con más facilidad. Como Abraham, ellos tienen que morir en la fe "sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra" (Hebreos 11:13). Juan el Bautista preparó el camino para el Mesías, pero tuvo que morir sin ver la obra del Mesías cumplida. El pastor rumano, José Tson, escribe: "Para cada país que se abrió para el Evangelio, el precio fue muy alto. Un mensajero de Dios tuvo que derramar su sangre por aquel país, para tomarlo para Dios." ¿Se aplicará lo mismo a cada gran Reforma de la iglesia?
Un detalle interesante: En 1415, cuando Juan Hus fue condenado por el Concilio de Constanza y llevado a la hoguera, dijo proféticamente: "Ahora ustedes están quemando a este ganso viejo ("Hus" significa "ganso"), pero en cien años se levantará un cisne al cual no podrán quemar." Casi exactamente cien años después, en 1517, se desató la Reforma con las 95 tesis de Lutero.
Lutero católico
Lutero no era ningún enemigo de la iglesia. Al contrario, él era un fiel católico y quería servir a Dios según las tradiciones de la iglesia.
"Siguiendo los deseos de su padre, se
inscribió en la facultad de Derecho de esa universidad. Pero
todo cambió durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo
cayó cerca de él mientras se encontraba de regreso de una
visita a la casa de sus padres. Aterrorizado, gritó: "¡Ayuda
Santa Ana!, ¡Me convertiré en monje!". Salió con vida
y abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con
excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio agustino
de Erfurt el 17 de julio de 1505" (Wikipedia)
Aunque Lutero se arrepintió de haber hecho esta promesa
apresurada, sintió que estaba obligado a cumplirla, porque en
respuesta a esta promesa Dios había salvado su vida en la
tormenta. Más tarde vio en ello la mano de Dios en su vida,
porque de esta manera Dios empezó a encaminarle hacia el estudio
de las Sagradas Escrituras. Fue en el monasterio donde Lutero vio
por primera vez en su vida una Biblia.
En este primer llamado de Lutero,
vemos algunos aspectos que no son conformes a las Escrituras:
- Lutero no clamó a Dios por auxilio, sino a "Santa
Ana".
- Para servir a Dios, no conoció otro camino que convertirse en
monje.
¿Le reprocharemos por pensar de esta forma? - Tomemos en cuenta
que Lutero creció como un hijo fiel de la iglesia católica
romana, y no podía posiblemente haberse encontrado con alguna
otra información. Solo después de haber estudiado profundamente
la Biblia por sí mismo, Lutero pudo darse cuenta de sus errores.
Antes de esto, él ya tenía el deseo ferviente de servir a Dios,
"pero no conforme a ciencia" (Rom.10:2). Fue este deseo
que Dios vio y tomó en serio; y así pudo llevar poco a poco a
Lutero hacia la luz de la verdad. "Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados." (Mateo 5:6).
Si después de ver la verdad,
Lutero hubiera seguido sirviendo a la manera de la tradición
muerta de la iglesia, allí sí tendríamos que reprocharle. Pero
Lutero tuvo la valentía de actuar según la verdad que Dios le
había mostrado, aun en contra de todas las tradiciones de su
iglesia.
Y allí está el punto donde Dios nos desafía hoy. Si eres un
"buen evangélico", probablemente deseas servir a Dios
al máximo, según las tradiciones de tu iglesia: asistir a los
cultos, asumir el liderazgo de algún grupo o alguna célula,
ganar a nuevos miembros para tu iglesia... Si esta es tu idea,
entonces eres como Lutero en su juventud: Tienes el deseo de
servir a Dios, pero lo haces a la manera como los hombres te
enseñaron. Todavía no estás buscando la voluntad de Dios
por ti mismo.
Cuando busques a Dios por ti mismo, verás que la voluntad de
Dios va más allá de la tradición de tu iglesia (no importa de
qué denominación sea). Como Lutero, tendrás que abandonar la
tradición de tu iglesia en algunos puntos, si quieres cumplir la
voluntad completa de Dios. (Para ver algunos puntos donde las
iglesias evangélicas actuales difieren de la Palabra de Dios
revelada, vea "Los secretos de la iglesia temprana", y "95
tesis sobre el estado de las iglesias evangélicas".)
Allí se decidirá si eres un verdadero "reformado":
¿Estás dispuesto a servir a Dios y hacer Su voluntad, aun
cuando Su voluntad va en contra de la tradición de tu propia
iglesia?
La salvación por gracia y por la fe
Desde su juventud, Lutero tenía miedo al juicio de Dios. Aunque no había cometido ningún pecado obvio, estaba muy consciente de las pequeñas faltas en palabras, pensamientos y comportamiento, que suceden en la vida diaria. El hizo muchos intentos de vencer estas malas inclinaciones, pero su conciencia seguía condenándole. A veces hasta pensaba que estaba predestinado para el infierno; porque si no fuera así, ¿seguramente Dios le permitiría vencer las tentaciones?
Su amigo Felipe Melanchthon
escribe acerca de Lutero como monje joven:
"A menudo grandes terrores le asustaron repentinamente,
mientras reflexionaba más intensamente acerca de la ira de Dios
y los ejemplos de Sus castigos; de manera que casi se volvió
loco. Y yo mismo le vi, cuando fue vencido por la tensión en
cierto debate acerca de la doctrina, acostarse en la celda del
lado donde repetidamente oró sobre la idea discutida y lo
resumió todo bajo pecado, para ser perdonado por todo. El
sentía estos terrores desde el inició, o más agudamente en
aquel año porque perdió a su compañero que murió en un
accidente."
"El joven Martín Lutero se dedicó por completo a la vida del monasterio, empeñándose en realizar buenas obras con el fin de complacer a Dios y servir a otros mediante la oración por sus almas. Se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones, a largas horas en oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados." (Fuente: Wikipedia)
Lutero dedicó mucho tiempo a examinar su propio corazón, y a confesar todos los pecados de ira, odio y envidia contra otras personas; pero dijo desanimado: "Cuanto más uno intenta lavar sus manos, más sucias se vuelven." Y por más que recibía absoluciones y hacía penitencias, siempre se quedó con la pregunta inquietante: ¿Quién me puede garantizar que realmente he cumplido con todas las condiciones para recibir perdón?
Así seguía buscando una respuesta a esta pregunta tan importante: ¿Cómo puede un pecador alcanzar la salvación eterna? ¿Cómo puedo alcanzar la gracia de Dios?
El verso clave en la vida de
Lutero fue Romanos 1:17:
"Porque en el evangelio la justicia de Dios se
revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la
fe vivirá."
Según su entendimiento, "justicia de Dios" podía solo
significar que Dios, en Su justicia, tenía que castigarle por
sus pecados; porque él, Martín Lutero, no era justo. Se quedó
intrigado por la pregunta: ¿Cómo puedo volverme justo?
En 1511, Lutero fue enviado por su
orden con un encargo importante a Roma. Este viaje le dio la
oportunidad de ver el centro de la iglesia católica romana con
sus propios ojos. Cumplió con todos los deberes de un peregrino
y visitó todos los lugares "sagrados", y esperaba de
esto conseguir alivio para su alma. Subió de rodillas las
"gradas de Pilato", porque el papa había prometido una
absolución especial a todos los que hicieran esto. Pero mientras
estaba en medio de esta penitencia, fue como si una voz del cielo
le hablase estas palabras que todavía no entendía: "Mas
el justo por la fe vivirá."
Todavía no encontró el perdón de Dios que buscaba. Pero le
chocó la inmoralidad y corrupción que tuvo que observar en
Roma. Se encontró con altos dignatarios de la iglesia que
llevaban una vida inmoral y que hacían bromas acerca de las
verdades de la fe. Encontró que muchos sacerdotes trataban la
misa como cualquier quehacer diario, no mostraron reverencia sino
al contrario la ridiculizaban. Regresó muy decepcionado; pero
aun así, todavía no se atrevía a dudar de la autoridad del
papa y de la jerarquía.
En 1512 recibió el doctorado y fue llamado a Wittenberg como maestro de la teología. En aquel tiempo, los teólogos sabían mucho de las obras de otros teólogos, pero poco de la Biblia. Lutero, en cambio, se dedicó completamente al estudio y la explicación de la Biblia.
Mientras estudiaba y enseñaba acerca de la carta a los Romanos, llegó finalmente a comprender las palabras "Mas el justo por la fe vivirá.": No se trataba de ser justo uno mismo, para llegar a la fe. Al contrario, la fe era lo único que era necesario para volverse justo. "Cree, y serás salvo." - "Justicia de Dios", para el que realmente cree, no es castigo; mas bien es la justicia que Dios da gratuitamente a todo aquel que cree. Este es el verdadero mensaje del evangelio, que había sido olvidado por tantos siglos, hasta que Lutero lo trajo nuevamente a la luz.
Lutero dijo acerca de este
descubrimiento:
"Antes de comprender estas palabras, yo odiaba a Dios,
porque él nos asustaba a nosotros pecadores por la ley y por la
miseria de nuestra vida; y no suficiente con esto, todavía
empeoraba nuestros tormentos por el evangelio. Pero entonces
comprendí por el Espíritu de Dios las palabras: 'Mas el justo
por la fe vivirá.' Entonces me sentí como nacido de nuevo, como
un hombre nuevo. ¡Entré por puertas abiertas directamente al
paraíso de Dios!"
Desde entonces, es una enseñanza común de las iglesias reformadas y evangélicas, que somos salvos por la fe y por la gracia de Dios. No podemos "merecer" esta gracia; no podemos hacer nada de nuestra parte para "comprarla"; solo podemos recibirla con fe y gratitud.
Pero a través de los siglos, esta
enseñanza ha sido distorsionada gravemente. Hoy se enseña que
"Dios no castiga"; que Dios es solo amor y pasa por
alto los pecados; y que "la salvación no cuesta nada".
Esta es la enseñanza que Dietrich Bonhoeffer llamó "la
gracia barata":
"En esta iglesia, el mundo encuentra una cobertura barata
para sus pecados - pecados de los que no se arrepiente, y de los
que mucho menos desea ser liberada. Esta gracia barata es una
justificación del pecado, pero no del pecador."
Observamos que esta misma doctrina - la salvación por gracia y por la fe - tuvo resultados muy diferentes en circunstancias diferentes. En la época de Lutero, esta doctrina trajo liberación, y una Reforma y purificación de la iglesia. En nuestra época, esta misma doctrina ha producido una iglesia que comete todo tipo de inmoralidad y dice: "Pero Dios en su gracia me perdonará." - ¿Por qué esta diferencia abismal?
Hemos visto en la vida de Lutero, que él estaba desesperado por encontrar la salvación. Estaba muy consciente de su pecado, y sabía que estaba perdido mientras permanecía así. El era como la gente que escuchó a Pedro en Pentecostés, y "se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?" (Hechos 2:37). El buscaba la gracia de Dios como un tesoro, porque sabía que sin esta gracia estaba perdido. Sabía que no tenía derecho a ninguna gracia de parte de Dios.
La gente de hoy cree tener un "derecho" a la gracia de Dios. Ya han escuchado toda su vida que Dios nos salva por gracia; y por eso toman esta verdad a la ligera. Ya no la ven como un tesoro que quiere ser buscado con diligencia. Quieren la gracia de Dios "inmediatamente", pero no quieren caminar por el camino que Lutero caminó. Nunca fueron conscientes de sus pecados; nunca han comprendido en lo profundo que están perdidos; y por eso nunca valoraron realmente la salvación.
En los tiempos de Lutero, casi todo el mundo estaba consciente de sus pecados. Todos sabían que necesitaban desesperadamente la salvación. (Por eso, la venta de indulgencias era un negocio tan grande.) Pero en nuestros tiempos, las conciencias están tan duras que casi nadie está consciente de su pecado; y muy pocos comprenden el significado de "arrepentimiento". (Vea: "Arrepentimiento - ¿falso o verdadero?") Hoy nos hemos olvidado de una gran verdad que era obvia para la gente del tiempo de Lutero: La gracia de Dios es solo para los arrepentidos.
De aquí podemos aprender una lección importante. Necesitamos sabiduría para saber cuál verdad bíblica aplicar en qué circunstancias y para cuáles personas. Cada verdad bíblica es una medicina para una enfermedad particular. Pero la misma medicina puede hacer daño si la damos a un paciente que tiene una enfermedad diferente. El mensaje de la gracia de Dios es la mejor medicina para un penitente arrepentido, que está subiendo de rodillas las gradas de Pilato en Roma y que tiembla ante el juicio de Dios. Lutero fue transformado por este mensaje, porque él ya estaba arrepentido y solo le faltaba la fe. Pero la gente de nuestros tiempos, en su gran mayoría, tienen una enfermedad diferente: no están conscientes de su pecado. Ellos tomarán la gracia de Dios como pretexto para seguir pecando, y nunca se arrepentirán. Ellos necesitan una medicina diferente: necesitan el mensaje de la convicción del pecado, del juicio de Dios, y del arrepentimiento.
La controversia comienza
En ese tiempo, el fraile Juan Tetzel viajaba por las regiones donde vivía Lutero, para vender indulgencias. La iglesia católica enseñaba que aun los cristianos salvos y perdonados, después de su muerte tenían que sufrir castigos en el purgatorio; y que las indulgencias tenían el poder de acortar o aliviar estos castigos. En ese tiempo, el papa necesitaba dinero para construir la basílica de San Pedro en Roma. Por eso aumentaban los esfuerzos de vender indulgencias. El propósito era, obviamente, recaudar dinero para el papa.
Tetzel y sus seguidores manipulaban a la gente, describiendo las torturas que sus padres o abuelos muertos tenían que sufrir (supuestamente) en el purgatorio, y diciendo que era una crueldad dejarlos sufrir de esta manera, si la compra de una indulgencia podría liberarles. De esta manera, aun personas muy pobres, o que tenían familiares pobres a mantener, dieron su dinero para indulgencias, en vez de atender las necesidades de sus familias.
En los años 1516 y 1517, Lutero
empezó a predicar contra la venta de indulgencias. El ya había
comprendido que el perdón de Dios no se puede comprar con
dinero; sino que el perdón de Dios viene por el arrepentimiento
y la fe. Y también se molestó por los abusos cometidos por
Tetzel y sus seguidores (que ya habían causado bastante malestar
entre el pueblo).
Después se decidió Lutero a ganar más publicidad, e invitó a
una disputación pública sobre las indulgencias. Esta
invitación la hizo en forma de "95 tesis" (=propuestas
para ser discutidas), las que clavó a la puerta de la iglesia
del castillo de Wittenberg (que servía a la vez como periódico
mural de la universidad).
Lutero mismo fue sorprendido de cuán rápido estas tesis se
difundieron: dentro de dos semanas ya estaban conocidas en toda
Alemania. Quien se interesaba en ellas, era sobre todo el
"pueblo común", la gente que sufría bajo la
explotación por parte de la iglesia.
Los teólogos y líderes de la iglesia tardaron más en
responder. Y su respuesta no fue la que Lutero esperaba: No se
dirigían al tema de las tesis (los abusos en la venta de
indulgencias); mas bien acusaron a Lutero de oponerse contra la
autoridad del papa. (En realidad, en las "95 tesis" él
todavía no cuestionaba de ninguna manera la autoridad del papa.
Solo declaraba que la gracia de Dios en el evangelio era muy
superior a las indulgencias del papa.) Su opositor más
prominente, un cierto doctor Eck, dijo que Lutero enseñaba igual
como Juan Hus (que había sido condenado por el Concilio de
Constanza), y que por tanto Lutero era un hereje.
Esto fue conocido en Roma, y durante los años siguientes, Lutero tuvo que enfrentarse varias veces con teólogos enviados por el papa. Estos enviados tenían una sola intención: conseguir que Lutero se retractase de sus escritos. En ningún momento estaban interesados en una discusión abierta.
Lutero estaba convencido de que las acusaciones en su contra eran un error. El todavía no dudaba de la integridad del papa mismo. Aunque algunos de los enviados del papa actuaban de manera abusiva, y la corte de Roma estaba sumamente corrompida, Lutero suponía que el papa no aprobaba este comportamiento. Todavía en 1520, él se dirigió al papa con estas palabras:
"Por tanto, excelentísimo Leo, le imploro a aceptar mi defensa, hecha en esta carta, y a dejarse convencer de que yo nunca he pensado algo malo acerca de su persona; y que deseo que la bendición eterna sea la parte suya ...
Pero de esto me indigné, que el pueblo de Cristo sea engañado bajo el nombre de Ud. y bajo el pretexto de la iglesia de Roma ... Mientras Ud, Leo, está sentado como un cordero, como Daniel en medio de los leones ... ¿Qué oposición puede Ud. solo hacer contra estos males monstruosos? ... Siempre me entristecí de que Ud, excelentísimo Leo, que hubiera merecido una época mejor, fue hecho pontífice en estos tiempos. Pues la corte romana no es digna de Ud... Vea Ud, Leo, mi padre, con qué propósito me he precipitado contra esta sede de pestilencia (la corte de Roma). Estoy tan lejos de sentir alguna ira contra su persona, que incluso esperé ganar el favor de Ud., y ayudarle en su bienestar, al golpear vigorosamente esta prisión suya... Quizás estoy desvergonzadamente audaz al intentar enseñar a una cabeza tan grande como Ud, por quien todos los hombres deberían ser enseñados, y de quien los tronos de los jueces reciben su sentencia; pero estoy imitando a San Bernardo en su libro 'Consideraciones' dirigido al (papa) Eugenio, un libro que cada pontífice debería conocer de memoria. ..."
En respuesta, el papa excomulgó a Lutero. Parece que solo entonces comprendió Lutero que aun el papa mismo, junto con los demás líderes, aprobaba y promovía la corrupción dentro de la iglesia.
La enseñanza que sacamos de esta historia, es triste: Cuando aparece corrupción en la iglesia, las cosas nunca son tan malas como parecen - ¡son peores todavía! Apelar a autoridades superiores raras veces trae resultados. Casi siempre, las autoridades superiores ya se han puesto de acuerdo con las inferiores, y están de acuerdo con sus abusos. "Maldito el varón que confía en el hombre" (por más que sea el líder máximo de una iglesia) "y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová." (Jeremías 17:5)
Pero miremos desde más cerca
algunos puntos de la controversia.
¿La Biblia o la tradición de la iglesia?
Uno de los enviados del papa, el cardenal
Cayetano, demostró a Lutero que una de sus tesis contradecía un
decreto del papa Clemente VI, de 1343. Lutero contestó que la
Biblia tenía primacia sobre todos los decretos, a lo que
Cayetano repuso que el papa estaba por encima de los concilios y
de la Escritura. "Yo niego que esté por encima de la
Escritura.", respondió Lutero. A partir de ahí se
terminó el encuentro.
En otro debate, Lutero dijo que muchas de
las opiniones de Juan Hus eran totalmente correctas. Luego ¿se
equivocó el concilio que lo condenó?, preguntó Eck, a lo que
Lutero contestó que los concilios pueden equivocarse. Esta fue
una razón para declarar que Lutero era un hereje.
(Según "Martín Lutero", en http://www.proel.org)
Aquí tenemos uno de los asuntos más importantes de la Reforma: ¿Cuál es la autoridad máxima de la iglesia: la Biblia o la tradición?
Si creemos que la Biblia es inspirada por Dios y sin error, entonces la respuesta debe ser clara. En la Biblia tenemos la enseñanza infalible de Jesucristo y de Sus apóstoles. Nadie más puede reclamar la misma inspiración divina como los apóstoles encargados por Jesús mismo. Entonces, si un líder humano contradice lo que dice la Biblia, siempre debemos poner la Biblia en primer lugar. Es el logro más importante de la Reforma, haber llevado a la iglesia de regreso a la Palabra de Dios.
Pero en las iglesias evangélicas actuales, las cosas ya no son tan claras. De hecho, estamos nuevamente en la situación de antes de la Reforma - solo que hoy en día, las iglesias evangélicas están en la misma posición como la iglesia católica. - ¿Es exagerado decir esto? Cierto, no celebramos la misa romana y no adoramos a estatuas. Pero las preguntas de fondo son las mismas como en los tiempos de Lutero:
1. ¿El cristiano tiene que arrepentirse de su pecado, o puede "comprarse" el perdón de alguna manera externa?
En sus "95 tesis", Lutero aclaró que Dios busca un verdadero arrepentimiento del corazón; no solo una "penitencia" externa. Las primeras tres de sus tesis dicen:
"1. Nuestro Señor y Maestro Jesucristo, cuando dijo 'Arrepiéntanse' (en la traducción católica latina: 'Hagan penitencia'), quiso que la vida entera del creyente sea arrepentimiento.
2. Esta palabra no puede entenderse como penitencia sacramental, o sea confesión y satisfacción, que es administrada por los sacerdotes.
3. Pero tampoco significa solamente un arrepentimiento interior. No hay arrepentimiento interior que no obre también exteriormente diversas mortificaciones de la carne."
Hoy tenemos nuevamente el mismo asunto, pero en las iglesias evangélicas. Cierto, las iglesias evangélicas no venden indulgencias. Pero ofrecen una "gracia barata", una "salvación" por medio de una "oración de entrega", sin importar si hay un verdadero arrepentimiento o no. (Vea: "Arrepentimiento - ¿falso o verdadero?") El nuevo creyente paga por su "indulgencia" más tarde, cuando es puesto bajo la ley de los "diezmos y ofrendas".
2. ¿Cuál es la autoridad sobre la vida del cristiano: la tradición de la iglesia, o la Palabra de Dios?
Cierto, las iglesias evangélicas
no tienen papa. Pero muchos de sus pastores y líderes se
comportan como pequeños papas: Cuando alguien intenta
corregirles desde la palabra de Dios, le califican de
"rebelde" y buscan una manera de callarle o
desacreditarle. (Lo experimenté yo mismo varias veces.) Pero no
se les ocurre escudriñar las Escrituras para ver si las
críticas son acertadas.
En muchas iglesias, su orden del culto, sus reglamentos y
estatutos, su estilo de adoración, son más "sagrados"
que las Escrituras mismas.
Y además, muchas iglesias evangélicas han dado lugar a una
teología que duda de la inspiración divina de la Biblia. Esta
"teología crítica" está siendo difundida por
organizaciones tan poderosas como las Sociedades Bíblicas. (Vea
"Infiltración", Parte 3: "La teología
crítica de la Biblia".)
3. ¿Se puede discutir abiertamente sobre estos asuntos, o la iglesia los hará callar con medidas de fuerza?
Hemos visto que los líderes católicos siempre se opusieron a un debate abierto, público, con Lutero. Prefirieron enfrentarse con él en privado, y esto no para darle la oportunidad de explicarse, sino solamente para obligarle a retractarse. Cuando esto no resultó, le excomulgaron, y finalmente le persiguieron políticamente.
Felipe Melanchthon escribe acerca de esta manera de actuar:
"Sabemos que los hombres políticos detestan todos los cambios; y admitimos que aun cuando una revolución es impulsada por las causas más justas, siempre hay algo malo que lamentar en este triste desorden de la vida humana. Sin embargo, en la Iglesia es necesario preferir el mandamiento de Dios por encima de todas las cosas humanas. ... Por tanto, fue el deber de Lutero... reprender los errores destructivos; ... y fue el deber de sus oyentes, consentir con aquel que enseñaba correctamente. Aunque hay mucha incomodidad en una revolución, como lo vemos con gran tristeza; la culpa es de aquellos que en el comienzo repartieron los errores, y de los que ahora defienden estos errores con un odio diabólico."
También en este punto, las
iglesias evangélicas ya no difieren mucho de la iglesia
católica. Varios líderes evangélicos querían prohibirme
repartir mis escritos totalmente bíblicos, pero sin poder darme
un solo argumento bíblico en contra. (La verdadera razón era
que veían afectadas las "sagradas tradiciones" de su
denominación, y la "autoridad" de su institución.
¿¿Qué autoridad, si no pueden fundamentarse en la
Biblia??) - He escuchado un buen número de testimonios de otros
hermanos en diferentes partes del mundo, que experimentaron cosas
similares.
Realmente, hemos vuelto a los tiempos de la inquisición, donde
se establecen índices de "libros prohibidos"
(especialmente aquellos que están fundamentados en la Palabra de
Dios), y los autores de tales libros son amenazados para que se
callen. Solamente que los que hacen esto hoy, son las iglesias
evangélicas.
Desafortunadamente, tenemos que aplicar hoy a muchas iglesias evangélicas lo que Lutero escribió acerca del papado:
"Que quede bien claro: ni el papa, ni los obispos, ni hombre alguno tienen derecho a someter al cristiano a la ley ni de una sílaba si no media el consentimiento de éste. Es tiránica cualquiera otra forma de actuar. ... Ahora bien, el sujetarse a estas leyes y ordenanzas tiránicas es lo mismo que adscribirse a la servidumbre de los hombres.
Colaboran en la implantación de esta impía y perdida tiranía los discípulos del papa, al retorcer y depravar las palabras de Cristo: «El que os escucha a vosotros a mí me escucha» . Con sus bocas enormes hinchan estas palabras para aplicarlas a sus tradiciones; y resulta que, sin aludir para nada al evangelio, adaptan las citadas palabras sólo a sus fábulas, cuando la realidad es que Cristo las dirigió a sus apóstoles cuando marchaban a predicar el evangelio y que sólo al evangelio pueden referirse. ... Por tanto, nadie está sometido a las tradiciones del pontífice; no hay siquiera que escucharle, a no ser cuando predica el evangelio y a Cristo ... Por último, donde hay fe verdadera es imprescindible que se dé también la palabra de la fe; ¿por qué, entonces, el papa no escucha de vez en cuando a algún siervo fiel suyo que posee la palabra de la fe? Ceguedad, sólo ceguedad es la que reina entre los pontífices.
... Lo que persiguen es aherrojar la conciencia de nuestra libertad de tal modo, que nos creamos que están obrando bien, que no podemos criticarlos ni quejarnos por estas iniquidades. Son lobos y pretenden aparecer como pastores; son anticristos y anhelan que se les rinda culto de pleitesía como si fueran Cristo.
... A los cristianos no les pueden imponer leyes en justicia hombres ni ángeles, a no ser en la medida en que los mismos cristianos lo deseen; estamos totalmente liberados. ... Por eso dirijo mi acusación contra el papa y contra todos los papistas, y les digo que si no retiran sus cánones y sus tradiciones, si no restituyen a las iglesias de Cristo su libertad, si no hacen que esta libertad se proclame, se están haciendo reos de la perdición de todas las almas que perecen en este cautiverio miserable y el papado no será más que el reino de Babilonia y del verdadero anticristo."
(Martín Lutero, "La cautividad babilónica de la iglesia", 1520)
Atado en la conciencia
En 1521, después de ser excomulgado, Lutero fue citado a presentarse ante el emperador en la Dieta de Worms. (Dieta = Asamblea de todos los estados de Alemania.) Allí fue exhortado públicamente a retractarse de sus escritos. La respuesta de Lutero:
"Que se me convenza mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón - porque no le creo ni al Papa ni a los concilios solos, ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a sí mismos - por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable. No puedo hacer otra cosa; esta es mi postura. ¡Que Dios me ayude!"
Entonces, los adversarios de Lutero mostraron sus colores verdaderos: Se negaron tajantemente a debatir sobre la base de las Sagradas Escrituras:
"Sin embargo, Ud. reaviva lo que el Concilio universal de Constanza, reunido de la entera nación alemana, condenó; y Ud. quiere ser convencido por las Escrituras, en las que Ud. se apoya violentamente. ... El hecho es, que si Ud. prevalece en este punto, de que cualquiera que contradiga los Concilios y las ideas de la Iglesia tuviera que ser refutado por las Escrituras, entonces ya no tendríamos nada seguro o fijo en la cristiandad."
En la iglesia romana no existía la libertad de la conciencia.
Todos tenían que creer lo que la iglesia creía. Todos tenían
que llamar bueno lo que la iglesia llamaba bueno, y llamar malo
lo que la iglesia llamaba malo - aún si la Biblia decía lo
contrario. Todos tenían que someter sus conciencias a la iglesia
(no a la Palabra de Dios).
Lutero hizo una impresión tremenda con su audacia. En la iglesia
romana, nadie antes de él se había atrevido a seguir solo la
Biblia y su conciencia - y a proclamarlo públicamente. Este fue
el comienzo de la libertad de la conciencia.
Pero cada institución humana, después de algún tiempo, empieza a desarrollar una "vida propia". Las iglesias no escapan de esta tendencia. Después de algún tiempo, de repente "la reputación de la institución" se vuelve más importante que la reputación de Dios. Un "pecado contra la institución" es castigado con severidad, mientras se encubren los verdaderos pecados que se cometen dentro de la institución (especialmente los pecados de los líderes).
John Taylor Gatto escribe:
"La moral de una institución consiste
siempre en [nada más que] relaciones públicas. Una vez que se
ha construido una maquinería institucional de un tamaño y una
complejidad suficiente, comienza un movimiento lógico para
eliminar todos los mandamientos éticos.
... La misión primaria de todos los gerentes institucionales es
hacer que su institución crezca en poder, en números, en
recompensas para los líderes claves... La misión primaria nunca
es la que se anuncia públicamente. Podemos hablar de burocracias
asignadas para hacer guerra, para entregar correo, o para educar
niños; no hay diferencia."
Esto es lo que sucedió con la iglesia católica antes de Lutero. Pero esto mismo está sucediendo también con las iglesias evangélicas del presente. No pensemos que somos mejores, tan solo por ser "herederos de la Reforma". Hoy en día falta mucho para que los creyentes evangélicos sean nuevamente libres, atados en sus conciencias solo a Dios y las Escrituras (pero no a una institución), como lo era Lutero.
Comprueba tú mismo: Si un miembro de una iglesia tiene que contradecir a su pastor, por razones de conciencia bíblica, ¿cómo lo tratan? ¿Lo discriminan como "rebelde", o escuchan abiertamente sus razones y respetan su conciencia? - Si un miembro de una iglesia decide, por razones de conciencia bíblica, abandonar su iglesia y congregarse con otra, ¿cómo lo tratan? ¿Lo ven casi como a un apóstata, o respetan su conciencia?
¿Quién dividió la iglesia?
Hasta hoy, la iglesia católica sigue acusando a Lutero y a los protestantes, de "haber dividido la única iglesia de Cristo". Ya hemos visto que esta no era la intención de Lutero. Hemos visto también como Lutero, aun después de ser acusado injustamente, todavía se dirigió al papa de manera respetuosa, esperando su comprensión. Lutero no se separó de la iglesia católica; el papa le expulsó. Entonces, la verdad histórica es que no fue Lutero, sino el papa, quien dividió la iglesia.
Sin embargo, la misma acusación
han tenido que escuchar casi todos los predicadores y líderes de
avivamiento, desde Lutero por Wesley y Booth y hasta los
predicadores actuales de avivamiento: "¡Eres
divisivo!" - "¡Eres un fanático!" - "¡Eres
demasiado radical!" - "¡Estás causando
conflicto!"
A la iglesia tibia nunca le gustó la prédica de la verdad
bíblica completa. La iglesia tibia siempre ha tratado de
desacreditar, o expulsar, a los predicadores radicales de la
verdad. Y tristemente, aun las iglesias avivadas, después de dos
o tres generaciones se volvieron tibias nuevamente. Esto es lo
que sucede hoy mismo.
También en este aspecto, no pensemos que somos mejores que la
iglesia romana, tan solo por ser herederos de la Reforma.
La Biblia en el idioma del pueblo
Después de la Dieta de Worms,
Lutero fue proscrito por el emperador. Esto significaba que
cualquiera que le encontraba, le podía matar sin temer nada.
Esta fue prácticamente la sentencia de muerte para Lutero.
En su viaje de regreso de Worms, Lutero desapareció
misteriosamente. Hubo rumores de que había sido secuestrado y
muerto. (Esto había sucedido anteriormente con otros
"herejes" excomulgados de la iglesia.)
Felizmente, la verdad fue otra. El príncipe Federico de Sajonia
era un amigo de Lutero, y había escuchado acerca de la
proscripción. Entonces decidió actuar para proteger la vida de
Lutero. Dio orden a unos soldados a secuestrar a Lutero y
llevarle a su castillo de Wartburg. Allí mantuvo escondido a
Lutero por un año.
Este es otro ejemplo como Dios intervino en Su tiempo, para
asegurar el éxito de la Reforma. Sin esta intervención, Lutero
hubiera terminado igual que Hus.
El tiempo en Wartburg no fue
perdido para Lutero. Trabajaba diligentemente para traducir el
Nuevo Testamento a su idioma alemán. El sabía que el pueblo
necesitaba la Biblia para poder opinar correctamente en asuntos
de la fe. Hasta entonces, solamente los sacerdotes y monjes
tenían acceso a la Biblia, y solo en latín. El "pueblo
común" no tenía manera de saber qué decía la Biblia
realmente; tenían que creer ciegamente lo que los sacerdotes les
enseñaban.
Por eso, la traducción de la Biblia era tan importante: Ahora la
gente misma podía leer la Palabra de Dios y sacar sus propias
conclusiones. La traducción de la Biblia hizo mucho para avanzar
la Reforma. Al leer la Biblia, mucha gente se dio cuenta de que
realmente Lutero tenía la razón, y que su condenación era
injusta.
¿Cómo es la situación hoy? La Biblia está traducida en los idiomas más importantes del mundo. En muchos países hay libertad para leer la Biblia, y se pueden comprar y vender Biblias libremente. ¿Estamos valorando este privilegio? - Temo que no. ¿Cuántos evangélicos leen en su Biblia por su propia cuenta? ¿Cuántos evangélicos usan la Palabra de Dios para examinar las prédicas que escuchan, según Hechos 17:11 y 1 Tes.5:21 ?
En los tiempos de Lutero, los cristianos no podían juzgar la doctrina de la iglesia porque no tenían acceso a la Biblia. Hoy en día tienen la Biblia, pero no la usan. La mayoría abandonó su juicio propio en escudriñar las Escrituras. Por eso, aunque tenemos Biblias en nuestro idioma, estamos volviendo a la situación antes de Lutero: Creemos ciegamente en las tradiciones y dictados de la iglesia, sin examinarlos a la luz de las Escrituras. En muchas iglesias se pone mucho más énfasis en "obedecer al pastor", que en leer y escudriñar la Biblia por uno mismo. Por eso están nuevamente entrando muchos errores en las iglesias, y se llama a lo bueno malo y a lo malo bueno.
¡Aprovechemos al máximo la libertad de leer la Biblia, mientras la tengamos todavía!
Mientras Lutero estaba ausente, la
Reforma continuaba en muchas partes de Alemania. Pero en algunos
lugares, sus líderes cayeron en extremos. Un grupo que se
llamaba "los profetas de Zwickau", declaraba que al
recibir revelaciones directas de Dios, la Biblia ya no era
necesaria. (Esto en contra de 1 Cor.14:29 y 1 Tes.5:20-21, que
toda profecía o revelación debe ser examinada.)
Bajo su influencia, sucedieron incidentes violentos contra
sacerdotes y monjes en varios lugares. El desorden fue tal que
Lutero se vio obligado a salir de su escondite, para poner las
cosas en orden (sin tomar en cuenta el peligro que corría su
propia vida).
Una de las "revelaciones" de estos "profetas"
decía que el pueblo debía levantarse en armas contra las
autoridades de la iglesia y del estado. En varias partes de
Alemania, los campesinos ya estaban muy descontentos y pensaban
en una revolución. Con estas "revelaciones" se vieron
animados en sus intenciones, y se desató una guerra civil
durante dos años.
Con estos desórdenes, la Reforma
fue desprestigiada (aunque Lutero mismo nunca había hablado a
favor de una revolución política). Lutero era radical, pero no
extremo. Pero como se ha dicho: "Cuando el diablo no puede
detener un avivamiento, intentará desprestigiarlo, llevándolo a
un extremo."
Este peligro no se da al inicio de un avivamiento, pero cuando
está avanzado. A medida que crece la corriente de renovación,
se unirán a ella muchas personas que ya no tienen las mismas
intenciones puras como los reformadores del inicio. Un reformador
o líder de avivamiento tiene que mantener un equilibrio muy
delicado: Por un lado, tiene que defender y avanzar la verdad
Bíblica de manera firme y radical, en contra de todas las
tradiciones. Pero por el otro lado, tiene que saber frenar todos
los extremos que van más allá de la Palabra de Dios. Es como
una guerra entre dos frentes: los tradicionalistas por un lado, y
los extremistas por el otro lado.
En esta etapa, a veces, aun los observadores bien intencionados
rechazan el avivamiento por causa de los excesos que observan.
(Por estas razones, por ejemplo, muchos evangélicos rechazaron
el movimiento pentecostal en el pasado, y algunos lo siguen
rechazando hasta hoy.) Pero siempre tenemos que distinguir entre
lo que es realmente la esencia del avivamiento, y lo que son
excesos y extremos. Los excesos no son una razón para descartar
el avivamiento entero.
La Reforma vence en Alemania
Lutero manejaba estas dificultades no de manera
perfecta, pero bastante bien. La Reforma seguía avanzando, hasta
que la mayor parte de Alemania estaba en su favor. Se realizaron
muchos cambios en la enseñanza y la estructura de la iglesia -
una tarea grande y difícil. Todo esto, mientras Lutero todavía
estaba proscrito y sus enemigos hacían muchos intentos de hacer
cumplir el Edicto de Worms que debía darle muerte. Además,
Lutero tuvo que observar que la mayoría de la gente todavía no
eran cristianos verdaderos (por más que eran simpatizantes de la
Reforma).
En 1526, la Dieta de Espira decidió que el Edicto de Worms no
debía imponerse; o sea, protegió la vida de Lutero. Además, se
decidió que los príncipes de cada estado estaban libres para
decidir acerca de la religión de su estado. Muchos estados se
volvieron reformados.
Pero en 1529, bajo la influencia de los católicos, la Segunda
Dieta de Espira intentó anular las decisiones de 1526. Ante
esto, los reformados presentaron una "Protesta" formal,
declarando que las decisiones de la dieta podrían anularse
solamente con la unanimidad de todos los estados. Desde entonces,
a los reformados se les llama también "protestantes".
Durante muchos años, la Reforma se extendía en medio de
conflictos políticos. En la Guerra de Esmalcalda (1547-1552), el
emperador atacó a los estados reformados; pero los reformados
vencieron, y en 1555 fueron finalmente reconocidos por el
emperador.
En medio de estas luchas, el mismo Lutero
"luchaba" sobre todo por medio de la oración. Durante
la Dieta de Augsburgo (1530) se discutió sobre el reconocimiento
de los reformados en el imperio. Lutero mismo no pudo asistir
porque el emperador no tenía simpatía hacia él, y su vida
todavía corría peligro. Se quedó refugiado en un castillo
donde oraba todo el tiempo que duraba la Dieta, muchas veces en
ayuno, y mantenía contacto con los delegados reformados.
En otra oportunidad, Lutero comentó: "Hoy tengo tanto
trabajo que primero tendré que orar por tres horas." -
Amigos de Lutero dijeron que él oraba tres horas todos los
días. Mientras se sentía obligado por sus votos
monásticos, estas eran sobre todo las oraciones litúrgicas
prescritas por su orden. Pero después empezó a dar más y más
tiempo para la conversación personal con Dios.
Vemos en estos sucesos que una Reforma puede a veces alcanzar dimensiones políticas, y causar conflictos políticos. Pero cuando esto suceda, es tanto más importante recordarse que en el fondo se trata de asuntos espirituales, y que la victoria se gana con medios espirituales.
Errores de Lutero
Algunos autores tratan de desacreditar la
Reforma, señalando los errores personales de Lutero. Es cierto
que Lutero tenía algunos defectos en su carácter. Tenía un
temperamento bastante impulsivo, un "carácter fuerte".
Aun en sus escritos polémicos usa a veces un lenguaje torpe y
casi grosero, insultando a sus adversarios. - Es también sabido
que Lutero odiaba a los judíos (después de unos intentos
fracasados de convertirlos), y se excedió demasiado al escribir
contra ellos. - También impulsó persecuciones y matanzas contra
los reformadores más radicales, a los que llamó
"anabaptistas". (Vea el artículo "Los anabaptistas".)
- Ahora, ¿anula esto la obra de Lutero?
Dios es soberano en la elección de Sus
instrumentos en la tierra. El ha usado a un engañador (Jacob),
un asesino (Moisés), y un perseguidor de la iglesia
(Saulo=Pablo). El apóstol Pedro tenía también una personalidad
muy impulsiva y ambiciosa. Pero todos estos hombres se entregaron
completamente en las manos de Dios, se dejaron moldear por El, y
así El los pudo usar. Lutero también estaba consciente de sus
defectos y se humillaba ante Dios por ellos. (Supongo que de otro
modo hubiera sido mucho más torpe y grosero de lo que era.)
Dios sabe exactamente cuál temperamento es necesario para cada
una de las tareas que El reparte en la tierra. En cuanto al
"carácter fuerte" de Lutero, uno persona menos
"obstinada" no hubiera soportado las tremendas luchas y
conflictos en su vida. La misma calidad que es una
"debilidad" en ciertas situaciones, se convierte en
punto fuerte en otras situaciones. No era posible llevar la
Reforma a su victoria, sin la "obstinación" que
caracterizaba a Lutero.
En cuanto a su postura contra los judíos y contra los "anabaptistas", no hay
excusa. Fue un grave error y punto. Pero estoy convencido de si
hubiera existido alguna persona con menos errores y más idónea
para llevar a cabo la Reforma, Dios hubiera usado a esa persona
en vez de Lutero. Parece que no existía persona más idónea.
¿La enseñanza?
- Si tienes defectos en tu carácter, no te desanimes por ello.
Dios te puede usar así, si es que te entregas completamente en
Sus manos para ser moldeado y corregido por El. Incluso, algunas
de tus "debilidades" podrían en realidad ser los
puntos fuertes que Dios necesita para que cumplas una tarea
específica.
- Si Dios te usa, no te enorgullezcas por ello. Esto todavía no
es prueba de que eres "perfecto" o que tu carácter es
mejor que el de otros. Siempre tienes necesidad de examinarte
ante Dios, y dejar que El te corrija y moldee.
- Si ves ciertos defectos en un hombre de Dios, no le descartes
completamente por ello. Pregúntate primero si se trata realmente
de pecados, o simplemente de un temperamento diferente del tuyo.
Lo que te choca en esa persona, podrían ser exactamente los
rasgos que Dios buscó para cumplir la tarea que tenía en mente.
Por el otro lado, si se trata realmente de pecados, háblale
abiertamente de ello según Mateo 18:15-17. Si es un verdadero
hombre de Dios, va a escucharte y estar dispuesto a ser corregido
desde las Escrituras.
La Reforma inconclusa
La Reforma logró muchos cambios en la iglesia.
Pero aun las iglesias reformadas seguían todavía en muchas
prácticas no bíblicas. Por ejemplo, seguían bautizando a los
bebés pequeños como lo hace la iglesia católica; no vieron que
solo los convertidos pueden ser bautizados. Ya vimos que también
seguían persiguiendo políticamente a aquellos que consideraban
herejes (acertadamente o no).
Lutero había enseñado acerca del "sacerdocio de todos los
creyentes": que cada cristiano tiene acceso directo a Dios y
puede "ministrar" a sus hermanos. (Por ejemplo, dijo
que cada creyente puede escuchar la confesión del pecado de otro
creyente.) Pero él no puso esta verdad en práctica: en
realidad, aun en las iglesias reformadas, el pastor es el único
que realmente puede "ministrar".
En todos estos puntos (y varios otros), la Reforma no logró practicar toda la verdad bíblica. El mismo Lutero estaba consciente de que la Reforma no estaba completa. En el tiempo de la Reforma se acuñó el dicho: "La iglesia debe siempre estar reformándose".
Entonces, seguir el ejemplo de los reformadores
no significa hacer todo exactamente como ellos lo hicieron. Ellos
tenían muchos errores. Pero ellos establecieron el principio
más importante: La máxima autoridad en la iglesia es la
Palabra de Dios.
Entonces, seguir el ejemplo de los reformadores significaría,
acercarnos cada vez más al modelo de la iglesia que encontramos
en la Biblia. No nos quedemos con las tradiciones de la Reforma
(o de nuestra propia iglesia); ¡sigamos reformándonos según la
verdad de la Palabra de Dios!
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