Hijos del Altísimo - http://www.altisimo.net - |
Cuando Lutero dio el primer impulso para una Reforma de la
iglesia, él no tenía idea de la avalancha espiritual
que esto iba a causar. Pero él ya había declarado el
principio más importante: Las sagradas
Escrituras son la máxima autoridad de la
iglesia, por encima de todas las tradiciones y por encima
de todos los líderes. Entonces el pueblo comenzó a
escudriñar las Escrituras y a aplicarlas a sus vidas. Y
así, los cristianos llegaron a sus propias conclusiones.
Algunos llegaron a conclusiones mucho más radicales que
el mismo Lutero.
Por ejemplo, los reformadores mantenían todavía el
bautismo de infantes, al igual como la iglesia católica
romana. Pero cuando los cristianos comenzaron a leer la
Biblia por sí mismos, encontraron que allí no había
ningún mandamiento para bautizar a los bebés. Al
contrario, encontraron que había que bautizar a los que
creían en Jesucristo. Entonces, por todas partes
comenzaron a levantarse cristianos diciendo que los
reformadores debían ser más radicales; que debían
obedecer a la Palabra de Dios en todo y no solo en
algunos puntos. Por ejemplo, que debían bautizar a los
adultos convertidos y no a los bebés. (Más abajo
veremos que este no era el punto más importante de su
doctrina. Pero fue el punto que provocó la mayor ira de
los reformadores.) Estos movimientos surgieron en varios
lugares al mismo tiempo, pero particularmente en los
países donde el mensaje de la Reforma se había
extendido más: en Alemania, en Suiza y en Holanda.
Algunos autores intentan demostrar que los anabaptistas se originaron de manera independiente de la Reforma, y buscan sus raíces en los valdenses o en otros grupos aun anteriores; o dicen que el movimiento anabaptista comenzó de manera completamente independiente. Pero esto concuerda difícilmente con los hechos: La gran mayoría de los líderes anabaptistas pasaron por tres fases en su vida. Primero eran católicos, después siguieron las ideas de la Reforma, y finalmente se volvieron anabaptistas. El punto crítico era este: ¿Seguimos a la autoridad de la Biblia, o a la autoridad de la iglesia? Esta fue la razón por qué los reformados se habían apartado de la iglesia católica. Y por esta misma razón, los anabaptistas se apartaron de los reformados. Podemos entonces decir que ellos eran "más reformados que los mismos reformadores".
La Reforma radical en Zurich
En Zurich (Suiza) obraba
el reformador Zwingli (o Zuinglio). Como Lutero, él
había entendido que varias prácticas de la iglesia
católica romana no se pueden fundamentar desde la
Biblia; entre ellas la misa, la adoración de las
imágenes y el bautismo de infantes. Pero Zwingli se vio
frente a unas necesidades políticas: Para reformar la
iglesia, él tenía que ganarse la buena voluntad del
gobierno de Zurich. No olvidemos que en aquellos primeros
años de la Reforma, la iglesia católica tenía todo el
poder político en sus manos, y los reformados eran una
pequeña minoría. Zwingli, como pastor principal de
Zurich, deseaba abolir la misa romana; pero temía
represalias de parte del consejo de la ciudad. Le
parecía más prudente esperar hasta que la situación
política cambiara a su favor.
Algunos amigos de Zwingli tenían un pensamiento más
radical. Entre ellos se encontraban Conrad Grebel, Félix
Manz, y Jorge Blaurock ("Capa Azul"). Ellos
comenzaron a reprochar a Zwingli: ¿por qué seguía él
mismo oficiando la misa, si él sabía que era contra las
Escrituras? ¿Siquiera era correcto que el consejo de la
ciudad tuviera el poder de decidir sobre los asuntos de
la iglesia? Los tres amigos se sintieron traicionados por
Zwingli. Varias veces le buscaron para convencerlo de la
necesidad de comenzar una iglesia nueva, una iglesia de
cristianos verdaderos. Pero Zwingli se opuso cada vez
más a este plan. El deseaba reformar la iglesia entera,
pero bajo la autoridad del gobierno estatal.
Esta fue entonces la gran diferencia entre los reformadores y los que más tarde serían llamados "anabaptistas". Los reformadores querían reformar la iglesia, sí, pero con la ayuda del gobierno político y bajo la protección de las autoridades. Ellos seguían manteniendo la idea católica de que la religión era un asunto del estado, y que debía existir una sola iglesia estatal. - Los anabaptistas, por el otro lado, enfatizaban que uno tiene que decidirse voluntariamente a ser cristiano, y que solamente los convertidos forman la iglesia verdadera. La iglesia verdadera debía ser voluntaria, e independiente del estado.
En el transcurso del año 1523 aumentaron
las diferencias entre Zwingli y los reformadores
radicales. Por fin, los radicales se separaron de Zwingli
y comenzaron a reunirse aparte.
En el año 1525, por fin Zwingli logró convencer poco a
poco al consejo de la ciudad, para llevar a cabo algunas
reformas en la iglesia. Pero al mismo tiempo, él
también convenció a los gobernantes de que el grupo de
la "reforma radical" era peligroso y debía ser
prohibido. (¡Aunque en aquel momento eran un grupo de
solamente 15 personas!) El 21 de enero de 1525, el
consejo prohibió las reuniones de los reformadores
radicales, y también les fue prohibido divulgar sus
enseñanzas. O sea, el reformador Zwingli usó los mismos
medios como antes la iglesia católica: Usó el gobierno
secular para perseguir a los que no pensaban como él.
Además, los radicales no hicieron bautizar a sus niños,
diciendo que tenían que convertirse antes de ser
bautizados (Marcos 16:16, Hechos 2:38, 8:37). El gobierno
les ordenó traer a sus niños al bautismo dentro del
plazo de ocho días; pero ellos se negaron.
En la tarde del mismo día, los radicales se reunieron en
las afueras de Zurich para orar y decidir como seguir
adelante. Sin haberlo planeado, en esta reunión, Jorge
Blaurock se sintió guiado por Dios para decir a Conrad
Grebel: "Por la voluntad de Dios, bautízame con el
verdadero bautismo de la fe." Grebel lo bautizó, y
entonces todos los reunidos se bautizaron unos a otros.
Con esto señalaron públicamente, que consideraban su
bautismo de bebés como inválido, y que necesitaban ser
bautizados de manera bíblica, con su plena voluntad y
consentimiento. Con esto comenzó un avivamiento que se
extendía por toda Suiza y el sur de Alemania, donde
muchos fueron convencidos de su pecado, se arrepintieron,
fueron bautizados en respuesta a su conversión, y
comenzaron a vivir una vida en obediencia a Cristo.
La cuestión del bautismo significaba la
separación decisiva entre Zwingli y los radicales. De
ninguna manera iba a permitir Zwingli que personas ya
bautizados de bebés, fueran bautizados de nuevo. En
años anteriores él estaba todavía dispuesto a
renunciar al bautismo de infantes. Pero ahora él
también radicalizó su posición y comenzó a perseguir
no solamente a los que se hicieron bautizar "por
segunda vez" (según él), sino también a los que
rehusaron hacer bautizar a sus hijos pequeños.
Puesto que el bautismo marcó la separación entre los
reformados y los radicales, éstos fueron conocidos bajo
el nombre de "Täufer".
Esta palabra alemana significa "los que bautizan"; la
palabra castellana correspondiente sería "bautistas".
Sin embargo, esta palabra es hoy en día utilizada por un
grupo de denominaciones que históricamente no se derivan
de los "Täufer", por lo cual puede causar confusión si
traducimos "Täufer" literalmente como "bautistas".
Ellos mismos tampoco se lamaban así; se llamaban simplemente
"hermanos." Pero más tarde fueron llamados
"anabaptistas" ("los que bautizan por
segunda vez"). Este nombre les quedó, aunque ellos
se esforzaron incansablemente por explicar que el
bautismo de infantes no era válido según la Biblia, y
que por tanto su bautismo de adultos era su primero y
verdadero bautismo. Por tanto, llamarlos "anabaptistas"
tampoco concuerda con sus verdaderas convicciones.
Entonces se desató una persecución
sangrienta contra los "Täufer". Primero fueron multados
y echados a la cárcel; después amenazados con la
expulsión del territorio de Zurich. Grebel se vio
obligado a exiliarse, y murió en 1526 por el
debilitamiento físico a causa del encarcelamiento.
Además se comenzaron a divulgar las calumnias más feas
acerca de ellos: que vivían en libertinaje e inmoralidad
(justo lo contrario de lo que ellos enseñaban y
practicaban); que ellos rechazaban la Biblia a favor de
sus propias inspiraciones (aquí se los confundió con
los "profetas de Zwickau" y otros extremistas
en Alemania); que ellos eran sediciosos y planeaban una
revolución contra el gobierno (mientras en realidad
ellos eran pacifistas). Estas calumnias han sido
repetidas a través de los siglos hasta por historiadores
bastante recientes (como p.ej. J.A.Wylie en el siglo 19
en su "Historia del protestantismo"), sin
revisar su veracidad.
Cuando todo esto no logró exterminar el movimiento, se
decretó la pena de muerte contra los "Täufer". Su
primer mártir fue Félix Manz, el cual fue ahogado en el
lago de Zurich en enero de 1527, por orden del consejo.
Como dijo en la sentencia:
"... porque él dijo que quería juntar a aquellos que deseaban aceptar a Cristo y seguir a El, y él mismo quería unirse con ellos por medio del bautismo, y dejar a los demás vivir según su propia fe; de manera que él y sus seguidores se separaron de la Iglesia Cristiana y levantaron una propia secta bajo el disfraz de una reunión e iglesia cristiana; (...) lo que lleva a la ofensa, la insurgencia, y sedición contra el gobierno ..."
Se nota aquí que los reformados
mantenían en el fondo un concepto católico romano de la
iglesia: Según ellos, la iglesia debía ser una única,
debía incluir obligatoriamente a todos los ciudadanos, y
el gobierno secular debía vigilar sobre su unidad, aun
con medios de violencia si fuera necesario. Cuando algún
grupo manifestaba convicciones diferentes a la iglesia
estatal, se los culpaba de "sedición". Por
eso, los reformadores actuaron contra los "anabaptistas" de la
misma manera como la iglesia católica había actuado
contra la Reforma. Todavía les faltaba mucho para llegar
a una verdadera libertad de la religión y de la
conciencia. Los "Täufer", en cambio, eran los verdaderos
precursores de esta libertad. Ellos no obligaron a nadie
a seguirles. Al contrario, querían "dejar a los
demás vivir según su propia fe", como la misma
sentencia contra Manz admite.
Blaurock también murió la muerte de mártir en 1529, en
la Austria católica adonde había ido como misionero.
En las décadas siguientes, muchos miles de "anabaptistas" fueron ahogados en lagos y ríos, dándoles así "su tercer bautismo", como decían los reformados de manera burlona. En los países católicos fueron quemados en la hoguera por "herejes". Por tanto, ellos no tenían ningún lugar seguro en toda Europa. Durante más de un siglo se veían obligados a huir constantemente de un lugar a otro, o a vivir escondidos en bosques y cuevas. Hasta hoy, una cueva en un lugar alejado de la región de Zurich es conocida como "la cueva de los Täufer", porque un grupo de ellos vivía escondido allí durante muchos años.
Pero como sucedió muchas veces en la historia de la iglesia, "la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia". Cuanto más fueron perseguidos, más se multiplicaron. Su primera congregación en las afueras de Zurich tuvo que disolverse después de menos de un año, bajo la presión de la persecución. Pero al mismo tiempo, sus misioneros viajaban en secreto por toda Suiza, Alemania, Holanda, Austria, y otros países; y por todos los lugares se establecieron congregaciones. (¡Una paralela notable a Hechos 8:1-4!)
Varios movimientos "anabaptistas" surgieron de manera independiente del movimiento en Zurich, en diferentes lugares. Aparte del movimiento originado en Zurich (también conocido como "los hermanos suizos"), otras ramas importantes eran los hermanos huteritas en Moravia, los menonitas en Holanda, y diversos grupos en Alemania. Puesto que la Reforma incentivaba la lectura personal de la Biblia, era natural que diversas personas y grupos en diversos lugares llegaran a las mismas conclusiones, independientemente los unos de los otros, pero todos basados en la Biblia.
La fe de los anabaptistas
Como hemos visto, los "Täufer" o "anabaptistas" no eran un movimiento uniforme. Según su concepto de libertad, ellos no tenían ninguna organización centralizada y ninguna declaración de fe unificadora. Por eso, sus creencias podían variar de un grupo a otro.
Por supuesto, ellos compartían la convicción reformada de que las Sagradas Escrituras son la máxima autoridad en la vida de un cristiano y en los asuntos de la iglesia. Algunos grupos enfatizaban además que Dios puede hablar a cada creyente personalmente y darle inspiración personal. Hubo algunos extremistas que se desviaron y dieron a sus inspiraciones personales más importancia que a la misma Biblia. Pero la mayoría de los "anabaptistas" rechazaban estos extremos y se fundamentaban firmemente sobre la Palabra de Dios.
Una convicción que todos ellos tenían
en común, era su rechazo a la iglesia estatal. Ellos
enfatizaron que la iglesia es la comunidad de los
verdaderos creyentes, de los que se decidieron
voluntariamente a seguir a Cristo. Por tanto, abogaron
por una estricta separación entre iglesia y estado. El
gobierno secular no tenía derecho de interferir en los
asuntos de la iglesia; y la iglesia no tenía derecho de
gobernar sobre el estado. Por eso, ellos condenaron la
actitud de los reformadores, quienes usaban el poder de
los gobiernos seculares para avanzar la Reforma. Según
una tradición, uno de sus líderes, Miguel Sattler,
respondió así a la idea de buscar la protección de un
príncipe simpatizante con ellos: "Cuando una tela
contiene un solo hilo mal tejido, este único hilo
equivocado malogra el tejido entero. De la misma manera,
cuando la iglesia sigue un único principio equivocado,
este error malogra la iglesia entera." Poner una
autoridad secular sobre la iglesia, sería un tal
"hilo mal tejido".
En este contexto hay que ver también su rechazo al
bautismo de infantes: Los bebés bautizados son
incorporados en la iglesia sin su propia voluntad, sin su
consentimiento y sin la fe en Cristo. En otras palabras,
son obligados a identificarse como cristianos mientras
personalmente todavía no son cristianos. Por tanto, un
tal bautismo no es el bautismo bíblico.
A diferencia de los reformadores, los "anabaptistas" entendieron que la Gran Comisión del Señor Jesús para la evangelización del mundo (Mateo 28:18-20) valía para todos los tiempos. Por tanto, para ellos era natural obedecer a este mandamiento. Los reformadores en cambio dijeron que Jesús había dado este mandamiento solamente a los apóstoles personalmente, y que era presunción aplicar la Gran Comisión a cristianos del tiempo actual. Este punto de vista reformado iba a ser un obstáculo contra las misiones mundiales por mucho tiempo: Aun siglos después, el pionero misionero Guillermo Carey tuvo que luchar intensamente en contra de esa misma idea, hasta que por fin sus hermanos en la fe reconocieron que sí podría ser la voluntad de Dios, fundar una sociedad misionera para la evangelización de la India.
La mayoría de los "Täufer" eran
pacifistas y enfatizaron el principio de la
"no-resistencia". Dieron mucho peso a las
palabras de Jesucristo: "No resistáis al que es
malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla
derecha, vuélvele también la otra..." (Mateo
5:39-41). Por eso enseñaron que un cristiano no puede
hacer uso de armas, no puede ser soldado, y no puede
iniciar medidas judiciales contra nadie. Muchos dijeron
también que un cristiano no puede asumir ningún cargo
en un gobierno secular. Esto lo fundamentaron con el
mandamiento "No matarás" (puesto que el
gobierno secular, según Romanos 13:4, "lleva la
espada"), y también con la separación entre
iglesia y estado.
Personalmente opino que en el mundo actual, esta actitud
no tiene mucho sentido: La mayoría de los estados
modernos han abolido la pena capital; entonces un
gobernante no está en la obligación de quebrantar el
sexto mandamiento. También, las iglesias generalmente ya
no tienen mucho poder político. Un cristiano con la
integridad y capacidad correspondiente, podría hacer
mucho bien en la política. - Por el otro lado, muy pocos
cristianos tienen esta integridad necesaria, mientras
muchos políticos cristianos fueron corrompidos por las
tentaciones del poder. Pero este es un asunto del
carácter y de la integridad personal; no es un asunto de
principios.
En los tiempos de la Reforma, la situación era muy
diferente. En aquellos tiempos, un gobernante
efectivamente se hacía culpable de muchas muertes; y era
muy probable que se viera involucrado en persecuciones
religiosas. Por eso es entendible que muchos "Täufer"
rechazaron toda participación en la política y en el
gobierno.
Ellos se negaron también a prestar juramento, basado en
Mateo 5:33-37. Por tanto, para muchas posiciones de
gobierno no hubieran sido admitidos, aun si lo hubieran
deseado. Por el otro lado, esta actitud de por sí misma
tuvo influencia política en siglos posteriores: Muchas
instituciones de gobierno en lugares con fuerte
influencia anabaptista, p.ej. en Suiza, admiten hoy en
día una promesa solemne en lugar de un juramento, porque
reconocen la libertad de una persona para rechazar el
juramento por razones de conciencia.
Casi todos los grupos "anabaptistas" enseñaron también la necesidad de separarse del mundo y de vivir una vida santa, según Hebreos 12:14-16: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor..." Con esto se distinguían de los reformados - especialmente de los luteranos -, quienes enfatizaron la salvación "por la fe sola, sin obras". (Esta enseñanza reformada es en sí correcta; pero pronto fue pervertida a una "gracia barata", como lo lamentó siglos más tarde el teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer.) Por eso, a veces los reformados reprocharon a los "anabaptistas" que ellos querían volver a una "salvación por obras" católica. Ellos respondieron que veían la vida santa no como un medio para alcanzar la salvación, pero como una consecuencia o un fruto necesario de la conversión; y puesto que los reformados en su mayoría no mostraban este fruto, había que dudar de si realmente eran cristianos. Así escribe por ejemplo Menno Simons:
"Todos los que pueden creer ciertamente y verdaderamente en sus corazones, y son sellados por la palabra de Dios en sus corazones y en su espíritu, ellos son transformados en el hombre interior, reciben el temor y el amor del Señor, engendran de su fe la justicia, el fruto, el poder, una vida irreprensible y una nueva naturaleza, como dice Pablo: Con el corazón se cree para justicia. (...) Digo entonces: Todos los que creen esto en sus corazones con certeza, ciertamente huirán de toda iniquidad como si fuera el colmillo de la serpiente. Ellos se apartan de todo pecado y se alejan de él más que de un fuego ardiente o de una espada cortante (...)"
(En: "De la verdadera fe cristiana".)Y:
"Los luteranos enseñan y creen que la fe sola nos salva, aun sin obra alguna. Estas enseñanzas las defienden con tanta rigidez como si las obras fuesen completamente inútiles; incluso como si la fe fuese tal que no permitiría ninguna obra a su lado. Y por tanto, aun desprecian la importante y seria carta de Santiago como "de paja", porque [esta carta] condena una enseñanza y una fe tan superficial y vana. ¡Qué insensatez orgullosa! (Menno se refiere aquí a una cita de Lutero, quien llamó la carta de Santiago "una epístola de paja".)
Que cada uno tenga cuidado en lo que enseña; porque exactamente con esta enseñanza han llevado al pueblo común, grandes y pequeños, a una vida tan salvaje y estéril, y les han soltado las riendas de tal manera, que (como creo) ni entre los turcos y los tártaros se puede encontrar una vida tan impía y abominable como la suya. Los hechos lo testifican: sus glotonerías y borracheras, su vestimenta lujosa y vanidosa, sus fornicaciones, mentiras, estafas, groserías, juramentos por las heridas del Señor, sus derramamientos de sangre y sus esgrimas, etc, no tienen medida ni fin. Maestros como discípulos actúan de la misma manera en los asuntos carnales ..."
(En: "De la fe luterana".)
Para mantener la vida santa de los hermanos, muchas congregaciones recurrieron a una disciplina eclesiástica estricta. Pero, a diferencia de los católicos y reformados, y a base de Mateo 18:15-17, esta disciplina no fue impuesta por un liderazgo autoritario. Al contrario, cada hermano tenía el derecho y el deber de amonestar a sus hermanos cuando estaban en pecado.
Los huteritas practicaban también la comunión de bienes como la primera iglesia (Hechos 2:44); pero las otras ramas no tenían esta práctica.
En cuanto a la organización de la iglesia, mantenían todavía el oficio de "pastor" a la manera de la iglesia católica y reformada. O sea, no lograron llegar al liderazgo plural de los ancianos como existía en la iglesia primitiva, ni a la práctica del sacerdocio general en la edificación mutua con participación de todos los miembros según 1 Cor.14:26. Para ellos, el "pastor" era principalmente un "predicador", al igual como en las iglesias reformadas. En este punto, aun la Reforma de los "anabaptistas" quedó inconclusa.
Pero en todo lo demás, los "anabaptistas" eran en su tiempo el grupo más consecuente en cuanto al regreso a la iglesia primitiva. Ningún otro grupo de aquel tiempo siguió tan fielmente a la Palabra de Dios como suprema autoridad de la iglesia. Aunque Lutero, Zwingli y Calvino enseñaban este mismo principio en la teoría, en la práctica ellos mezclaron el gobierno de la iglesia con el gobierno secular. De esta manera se veían siempre obligados a hacer compromisos con los poderes de este mundo, y por tanto no pudieron ser completamente consecuentes en sus reformas.
En consecuencia de su fe, los "anabaptistas" eran también el grupo más perseguido de aquellos tiempos. En ellos se cumplieron las palabras de Pablo:
"Porque me parece que Dios nos puso a nosotros los apóstoles como últimos, como entregados a muerte, porque nos volvimos un espectáculo para el mundo y los ángeles y los hombres. (...) Hasta la hora presente tenemos hambre y sed y estamos sin ropa y somos golpeados y no tenemos donde quedarnos, y trabajamos duro con nuestras propias manos. Mientras somos insultados, bendecimos; mientras somos perseguidos, lo soportamos; mientras somos difamados, animamos; como desechos del mundo nos hemos vuelto, la basura de todos." (1 Cor.4:9-13)
Los extremistas
Como los luteranos, también los "anabaptistas" tenías sus extremistas. Uno de ellos, David Joris de Holanda, se volvió místico y dijo que no era posible entender la Biblia correctamente, excepto si uno recibía revelaciones especiales de Dios (y dijo que él mismo recibía tales revelaciones especiales). Pero el mismo líder "anabaptista", Menno Simons, lo reprendió y advirtió que Joris era un falso profeta. Poco después, Joris huyó a Suiza y vivió allí bajo un falso nombre, haciéndose pasar por un reformado. No fue descubierto hasta después de su muerte.
Un caso particularmente triste fue el de
Tomás Müntzer. El y sus seguidores enseñaban que el
milenio ya estaba por comenzar, y que entonces a ellos
les correspondía gobernar junto con Cristo.
Efectivamente lograron tomar el poder en la ciudad
alemana de Münster en 1534. Algunos entre ellos se
dejaron guiar por sus inspiraciones personales, aun en
contra de la Palabra de Dios, diciendo por ejemplo que la
poligamía era permitida porque existía en el Antiguo
Testamento. Uno de ellos incluso dijo que él era el
nuevo rey David, y lo coronaron como tal.
En esta situación, los católicos y los reformados se
unieron, juntando tropas para tomar la ciudad y poner fin
a este gobierno de Tomás Müntzer. Entonces los
seguidores de Müntzer también se levantaron en armas.
Fueron derrotados en una terrible matanza.
Estos sucesos desacreditaron el movimiento "anabaptista" en
los ojos de grandes partes de la población. Pero en
realidad, los seguidores de Müntzer no eran "anabaptistas"
típicos. J.H.Yoder y Alan Kreider observan:
"Durante siglos, las iglesias y los gobiernos (reformados) usaron los excesos sucedidos en Munster como una ocasión para decir que los anabaptistas eran fanáticos y anarquistas. Pero llama la atención que este 'reino de anabaptistas' tenía más características comunes con las iglesias oficiales que con los demás anabaptistas: la unión del gobierno estatal con el eclesiástico; la aplicación de órdenes sociales del Antiguo Testamento; el uso de la violencia."
(John H.Yoder y Alan Kreider, "Los anabaptistas", en "The Lion Handbook The History of Christianity")
Efectivamente, los seguidores de Müntzer
pasaron por alto los principios de la separación de
iglesia y estado, y de la no-resistencia; principios
esenciales del movimiento "anabaptista". Por tanto, de ninguna
manera eran representantes típicos de este movimiento.
Se aplica aquí lo mismo como a la Reforma luterana:
"Si el diablo no puede detener un avivamiento,
intenta desacreditarlo, llevando a algunos de sus
integrantes a extremos y excesos."
Lutero y los anabaptistas
Fue Lutero quien popularizó el nombre de "anabaptistas". Pero él no comprendió realmente este movimiento, ni tuvo contactos cercanos con ellos. Inicialmente procedió contra ellos con la misma estrategia como contra los otros "herejes" (o sea, los que él percibió como tales):
"Los herejes tienen que ser vencidos
con las Escrituras, no con el fuego; si fuera un arte
vencer a los herejes con fuego, entonces los verdugos
serían los doctores más eruditos del mundo."
(en: "Carta a la nobleza cristiana de la nación
alemana", 1520)
Todavía en 1524 escribió:
"Déjenlos predicar no más como quieren y con
confianza; pues como dije, es necesario que haya sectas,
y la Palabra de Dios tiene que entrar al campo de batalla
y luchar."
(en: "Carta a los príncipes de Sajonia acerca
del espíritu sedicioso")
Por tanto, Lutero escribió varios artículos contra los "anabaptistas" y predicó contra ellos en varias oportunidades. Esperó así convencerlos. Pero su desilusión fue grande cuando se dio cuenta de que ellos se afirmaron aun más en sus convicciones y refutaron sus argumentos. (Nunca se le ocurrió la idea de que en este asunto quizás era él mismo quien se resistía contra las Escrituras. Sus argumentos bíblicos a favor del bautismo de infantes eran bastante débiles, y además se contradecían con los argumentos de los reformadores Zwingli y Calvino.) Por tanto, su actitud hacia los "anabaptistas" comenzó a endurecerse.
Además, Lutero comenzó a ver la disputa como un asunto más político que espiritual. Después de la matanza de Münster, él fue convencido de que todos los "anabaptistas" eran rebeldes y sediciosos. (Por falta de información correcta, él no distinguía entre los seguidores de Müntzer y los "Täufer" pacifistas.) Por tanto, ordenó perseguirlos políticamente y matarlos, igual como Zwingli antes de él.
Si consideramos el camino de Lutero, parece casi increíble que él se convirtiera en un perseguidor de cristianos. El mismo era perseguido por su fe durante gran parte de su vida. Habiendo sufrido tanto contra su propia persona, ¿no podía sentir como se sentían los "anabaptistas"? Ellos caminaban en el mismo camino como él. Solamente que se atrevían a dar unos pasos más adelante; pasos que el mismo Lutero ya no se atrevía a dar.
De verdad es difícil explicar esta historia; pero no es única. Al contrario, es un patrón que ocurre repetidas veces en la historia de la iglesia. En los reformadores Calvino y Zwingli observamos lo mismo: Un pionero de la fe es atacado y perseguido por la iglesia tradicional, pero permanece fiel a sus convicciones, y con el tiempo Dios le concede éxito y avivamiento. La corriente que él representa, comienza a volverse "respetable" y "oficial". El pionero perseguido se convierte en un líder con influencia y poder. En este momento parece olvidar lo que sufrió en el pasado, y termina persiguiendo a otros pioneros que se adelantan un poco más que él mismo.
Así sucede también en el presente. He conocido varios ejemplos de líderes evangélicos que defendían una fe bastante radical, y por tanto fueron rechazados por las iglesias. Por causa de su deseo de seguir al Señor, en contra de la corriente de los tiempos, fueron llamados "rebeldes", "divisivos", "faltos de amor", y todos los insultos que el mundo evangélico tiene listo para tales casos. Pero seguían adelante con las convicciones que Dios había puesto en su corazón, a pesar de todos los ataques. Con el tiempo comenzó un pequeño avivamiento alrededor de ellos, vieron muchas vidas cambiadas por el Señor, y llegaron a ser líderes de una "obra" propia, bendecida por Dios, admirada por los unos y envidiada por los otros. Pero al mismo tiempo, sus particularidades que una vez habían sido expresión de avivamiento genuino, comenzaron a convertirse en una tradición más. Una tradición que no podía ser cuestionada, puesto que había sido tan bendecida por Dios en sus inicios. Unos hombres de fe dentro de estos movimientos comenzaron a darse cuenta de ello, a buscar caminos más auténticos, y a protestar. Pero entonces el líder pionero los atacó y los expulsó de la misma manera como él había sido atacado en sus inicios. El era ahora quien exigía "sumisión bajo la autoridad", aun si la autoridad estuviera equivocada. No quiso conceder a los demás el derecho de hacer lo que él mismo hizo unas décadas antes. (De hecho, la mayoría de las denominaciones evangélicas que existen actualmente, se originaron en circunstancias parecidas a las descritas.)
Efectivamente es tan frecuente este triste fenómeno, que alguien dijo: "El avivamiento de ayer siempre persigue al avivamiento de mañana." ¡Cuán necesario es permitir siempre a Dios que nos examine y corrija, para no caer en lo mismo, si alguna vez nos encontramos en esta situación!
- Hay otro punto a considerar aquí. Encontramos en
esta historia las raíces del conflicto actual entre el movimiento ecuménico y el
cristianismo verdadero. No es casualidad que el
movimiento ecuménico moderno se haya originado
exactamente con las iglesias reformadas estatales. Para
los reformadores, iglesia y estado eran uno. Según
ellos, la iglesia incluía a todos - por tanto, como
hemos visto, Zwingli obligó a todos a hacer bautizar a
sus niños pequeños. Entonces se asumía que todos eran
cristianos, convertidos o no. El mayor escándalo que
causaron los "anabaptistas", fue este: Ellos se atrevieron
a decir a los miembros bautizados de las iglesias, que
ellos todavía no eran cristianos; que necesitaban
convertirse.
Doscientos años más tarde vemos que John Wesley causó el mismo
escándalo en la iglesia reformada de Inglaterra. Aunque
Wesley no rechazó el bautismo de infantes. Es que el
núcleo del asunto no era la controversia acerca del
bautismo; era el llamado al arrepentimiento y a la
conversión.
Ahora, el movimiento ecuménico tiene esencialmente el
mismo concepto de la iglesia como Lutero: Todos los
bautizados son cristianos, sean convertidos o no; y nadie
tiene derecho de decirles que todavía necesitan
convertirse. De allí la política del "No al
proselítismo", del Consejo Mundial de Iglesias.
Esta política prohíbe toda evangelización entre
"cristianos de nombre". Entretanto, aun la gran
mayoría de los evangélicos se han unido a esta
política ecuménica de la No-evangelización. (Vea "Pacto
entre la Alianza Evangélica, el ecumenismo y el
Vaticano".) El asunto candente ya no es el
bautismo. Hoy en día, miles y millones de adultos
reciben el "bautismo de fe" en iglesias
evangélicas, sin haberse verdaderamente convertido a
Cristo. Pero las iglesias evangélicas actuales,
siguiendo la política del movimiento ecuménico,
reaccionan muy agresivas cuando alguien les dice que
todavía les hace falta nacer de nuevo, o que una
"conversión" sin arrepentimiento no es
conversión. En esencia, esta es la misma controversia
como entre los reformadores y los
"anabaptistas". Solamente que hoy en día, aun
las iglesias "anabaptistas" en su mayoría se
identifican con la postura de los reformadores (que en
este punto no difiere mucho de la postura católica
romana).
La iglesia católica y los anabaptistas
La iglesia católica no hacía mucha
distinción entre reformados y anabaptistas. Desde el punto
de vista católico, ambos eran herejes por igual y fueron
perseguidos por igual.
Pero aun los enemigos más feroces de los "anabaptistas" se
vieron obligados a reconocer que ellos llevaban vidas
impecables. Solamente que los católicos sospechaban que
se trataba de un engaño diabólico. El sacerdote
católico de Feldsberg (Austria) escribió en 1603:
"Entre todas las herejías y sectas ... ¿cuál tuvo
alguna vez una apariencia más hermosa, y una mayor
santidad externa, que los anabaptistas? Otras sectas,
como por ejemplo los calvinistas, luteranos y
zuinglianos, son mayormente sediciosos, crueles, y dados
a los placeres carnales. No así los anabaptistas. Ellos
se llaman unos a otros hermanos y hermanas; ellos no usan
palabras profanas ni groseras; ellos no juran; ellos no
usan armas, y al inicio ni siquiera llevaban cuchillos.
Ellos no se exceden en la comida y bebida, y no llevan
vestidos que indican vanidad mundana. Ellos no inician
juicios ante los magistrados; ellos aguantan todo en
paciencia y, como pretenden, en el Espíritu Santo.
¡Quién creería que dentro de estas pieles de ovejas se
esconden unos lobos rapaces!"
(Cristóbal Andrés Fischer, "Del maldito origen
de los anabaptistas")
También los enemigos reformados de los "anabaptistas" testificaron de su vida virtuosa; pero exactamente en esta vida santa vieron una razón de reprocharles, diciendo que enseñaban la justificación por obras y negaban la justificación por la fe. (Como ya vimos arriba, este reproche demuestra que los reformados no comprendieron la enseñanza de los "Täufer".)
Menno Simons
Menno fue un sacerdote católico
holandés. Aun siendo sacerdote, nunca había leído la
Biblia por sí mismo. Pero durante dos años tuvo fuertes
dudas acerca de la enseñanza de la transsubstanciación
(o sea, que en la eucaristía la hostia y el vino se
transformaban físicamente en el cuerpo y la sangre de
Jesús). Puesto que estas dudas no desaparecieron ni con
oraciones, ni con la confesión, Menno decidió por fin
investigarlo él mismo en la Biblia. Allí encontró,
para su gran sorpresa, que la enseñanza católica no
tenía ningún sustento bíblico.
Este descubrimiento hizo que Menno se inclinara hacia la
enseñanza reformada. Comenzó a aceptar la Biblia como
autoridad suprema, por encima de las autoridades de la
iglesia. También comenzó a leer algunas obras de los
reformadores, y a tener contactos con
"anabaptistas" holandeses. (Algunos de ellos
eran seguidores de Tomás Müntzer.) En la cuestión del
bautismo, vio que los reformadores "seguían cada
uno su propio razonamiento" y se contradecían unos
a otros. Menno llegó a la conclusión de que la
posición "anabaptista" fue la bíblica.
Por el otro lado, él vio también que los seguidores de
Müntzer estaban muy equivocados en su intento de fundar
una "Nueva Jerusalén" en esta tierra. Algunas
veces los amonestó a volver de su error, y tuvo éxito
con algunos. Pero todavía seguía llevando la vida
acomodada de un sacerdote.
Su vida cambió radicalmente después de
la matanza de Münster (y un suceso similar en Holanda)
en 1535. Menno se horrorizó de la noticia y quedó
profundamente atormentado. Se sintió culpable de la
mucha sangre derramada, porque - como dijo más tarde -
él había tenido las posibilidades de confrontar a
muchos y de hacerles ver su error, pero había advertido
solamente a unos cuantos. Su propia comodidad le había
sido más importante que la vida espiritual de sus
hermanos.
Así que Menno se humilló profundamente ante Dios y
decidió unirse definitivamente a los
"anabaptistas". Renunció a su pastorado y
comenzó una vida "subterránea": Puesto que
iba a ser perseguido, ya no podía tener un domicilio
fijo. Durante muchos años de su vida no podía mostrarse
en público.
Ya como sacerdote, Menno había predicado la verdad
bíblica tan pronto como la entendió. Pero su vida
no estaba de acuerdo con la verdad que predicaba.
Por eso, sus prédicas fueron bien recibidas, pero no
tenían mucho fruto espiritual. Su decisión de renunciar
al pastorado y a la iglesia católica, para "llevar
la cruz de Cristo", fue su conversión propiamente
dicho. El mismo escribe acerca de este momento decisivo
en su vida:
"...Vi con mis ojos que esa gente celosa (los seguidores de Müntzer) dieron voluntariamente sus vidas y sus posesiones por su doctrina, aunque equivocada. Y yo era uno de los que les habían ayudado, en parte, a reconocer las maldades del papado - pero yo continué en una vida tranquila, y en la práctica exterior de abominaciones (la misa); y lo hice solamente para poder vivir con todas las comodidades, y para evitar la cruz del Señor.
(...) Mi alma se entristeció tanto que no pude soportarlo. Pensé: Miserable hombre que soy, ¿qué hago? Si sigo en este camino y no sigo la Palabra del Señor; si yo no reprendo la hipocresía de los teólogos, su vida no arrepentida y carnal, su perversión del bautismo, de la Cena del Señor y de la adoración a Dios; si yo por miedo de la carne no exhibo los principios de la verdad; si yo no hago lo que puedo para dirigir hacia los prados de Cristo a las ovejas esparcidas que alegremente harían lo correcto si lo supieran - Oh, ¡cómo se levantará su sangre contra mí en el juicio del Todopoderoso, y pronunciará la sentencia contra mi pobre alma!
Mi corazón tembló en mi cuerpo. Oré a Dios con suspiros y lágrimas, que El me diera a mí, un pecador atormentado, el don de Su gracia, y que creara un corazón puro en mí, para que por los méritos de la sangre derramada de Cristo, El perdone mi camino impuro y mi vida en búsqueda de comodidad; y que me diera sabiduría, Espíritu, inocencia, y valor, para predicar Su nombre exaltado y adorable, y Su Santa Palabra inadulterada, y manifestar Su verdad para Su alabanza."
Después de esto, dice:
"En consecuencia, comencé en el nombre del Señor a predicar públicamente desde el púlpito la palabra del verdadero arrepentimiento; a señalar a la gente el camino angosto; y a reprender con el poder de las Escrituras todo pecado e impiedad, toda idolatría y falsa adoración; y a testificar la verdadera adoración, también el bautismo y la cena del Señor según la enseñanza de Cristo, en la medida en que yo en aquel tiempo había recibido gracia de Dios. También advertí fielmente a todos acerca de las abominaciones de los munsteritas, o sea, el tener un rey, la poligamia, el reino terrenal, la espada, etc. Hasta que después de unos nueve meses, cuando el Señor de la gracia me concedió Su Espíritu paternal, Su ayuda y poder, yo abandoné voluntariamente mi buen nombre, honra y reputación que yo tenía entre los hombres, y renuncié a todas las abominaciones del anticristo, la misa, el bautismo de infantes y mi vida inútil; y voluntariamente me sometí a una vida sin morada fija y en pobreza bajo la cruz de mi Señor Jesucristo. En mi debilidad temí a Dios, busqué a los piadosos, y aunque ellos eran pocos, encontré a algunos que tenían un celo recomendable y mantenían la verdad."
Entonces Menno experimentó lo que experimenta todo pionero de avivamiento: Mientras uno hace compromisos con la iglesia establecida e intenta agradar a sus líderes, puede predicar la verdad tanto como quiere, no tendrá mayores dificultades, pero tampoco verá arrepentimientos genuinos. Pero tan pronto como uno camina con el Señor de manera consecuente y reprende la iglesia establecida directamente, uno pierde toda su reputación y tiene que sufrir toda clase de calumnias y persecuciones, como dijo el Señor: "Muy felices son ustedes cuando los ultrajen y persigan y digan todo dicho maligno contra ustedes, mintiendo, por causa de mí. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes." (Mateo 5:11-12)
En las propias palabras de Menno:
"Yo había sido el primero en toda clase de locura, de palabras inútiles y vanidad; jugar, beber y comer en exceso eran mis pasatiempos diarios. El temor de Dios no estaba ante mis ojos. Además yo había sido un señor y príncipe en Babilonia; cada uno me buscaba y me deseaba; el mundo me amaba y yo al mundo. - Mis palabras prevalecían en todo; conseguí los deseos de mi corazón. Pero tan pronto que yo vi, como Salomón, que todo era vanidad; y como Pablo, estimé todo como nada; cuando yo renuncié a la vida altanera e impía de este mundo, y te busqué a Ti y a Tu reino que permanecerá para siempre, entonces encontré por todas partes lo contrario. Antes recibí honores, ahora deshonra. Antes todo fue amor, ahora soy odiado. Antes yo era un amigo, ahora un enemigo. Antes me consideraban sabio, ahora necio; antes piadoso, ahora malvado; antes un cristiano, ahora un hereje; sí, una abominación y un hacedor de maldad me he vuelto para todos."
Hay que entender que la palabra "el mundo" se refiere aquí no solamente al mundo incrédulo. Menno se refiere con esta palabra aun a aquellos miembros de su parroquia que antes ya habían aceptado las verdades que él predicaba. Ya antes de su conversión, Menno Simons era conocido como un "predicador evangélico", porque predicaba las enseñanzas de la Reforma. La iglesia en Holanda era bastante tolerante en cuanto a las prédicas de los sacerdotes: ellos tenían la libertad de predicar enseñanzas reformadas - mientras no intentaban directamente cambiar las prácticas de la iglesia. Por eso, Menno era "amado por todos" mientras solamente predicaba; pero este amor se convirtió en odio, tan pronto como él empezó a actuar según lo que predicaba.
Aproximadamente un año después, se presentó ante
Menno Simons un grupo de siete u ocho "Täufer", quienes
"eran un corazón y un alma conmigo, en su fe y vida
irreprensibles hasta donde un hombre puede juzgar,
separados del mundo según el testimonio de las
Escrituras y dispuestos a llevar la cruz; que tenían una
aversión sincera no solamente contra los munsteritas,
sino contra todas las otras sectas mundanas, enseñanzas
falsas y abominaciones", como dice Menno. Ellos le
imploraron que usara el talento que Dios le había dado,
haciéndose su líder y predicador.
Menno sintió temor ante este pedido. El se consideraba
insuficiente y débil para esta tarea; pero por el otro
lado vio la gran necesidad: Los hermanos holandeses eran
en aquel tiempo efectivamente como "ovejas sin
pastor". El prometió orar sobre el asunto y pidió
a los hermanos que oraran también. Así se convenció
finalmente de que era la voluntad de Dios, que él
asumiera el liderazgo de los "Täufer" en Holanda.
Con esto comenzó una vida bastante agitada para Menno,
viajando y enseñando a los hermanos, evangelizando a los
incrédulos, y bautizando a los convertidos. Las
autoridades pronto se enteraron de sus actividades y
comenzaron a buscarlo, de manera que él tuvo que
desplazarse constantemente de un lugar a otro. Alrededor
de 1540 escribió que no le fue posible encontrar
siquiera una pequeña choza donde su esposa y sus
pequeños hijos podrían vivir por un año, o siquiera
medio año, en tranquilidad. Varios hermanos fueron
sentenciados a la muerte, tan solamente porque se
descubrió que habían alojado a Menno. Pero Dios lo usó
grandemente para hacer volver a los hermanos holandeses
al fundamento de las Escrituras (porque muchos estaban
empezando a desviarse por la influencia de los
extremistas), para unirlos, edificarlos y afirmarlos en
su fe. Puesto que él era su líder reconocido, la gente
pronto los llamó "menonitas". (Hasta hoy
existe la denominación de este mismo nombre.)
Sus viajes lo llevaron por toda Holanda y también a la
vecina Alemania. El tuvo varias disputas contra líderes
reformados, tanto por escrito como en persona; pero
también contra los seguidores de Tomás Müntzer y de
David Joris.
Varias veces, Menno fue protegido de la persecución de
manera sobrenatural. En una ocasión, un hombre que
asistía a las reuniones de los hermanos, se había
comprometido con las autoridades para entregar a Menno en
sus manos, a cambio de una suma de dinero. Incluso
prometió que estaba dispuesto a pagar con su vida si no
iba a cumplir su promesa. Pero cada vez Menno logró
escapar. En una oportunidad, cuando el traidor junto con
un alguacil lo estaba buscando, Menno pasó
inesperadamente delante de ellos en un bote en el canal.
Pero el traidor no dijo nada hasta que Menno había
saltado a la otra orilla a cierta distancia. Entonces el
traidor dijo: "He aquí, el pájaro escapó."
El alguacil se enfureció y le reprochó por no haber
hablado antes; pero el traidor respondió: "No pude
hablar, porque mi lengua estaba atada."
En 1554, por fin Menno encontró un refugio en el pueblo
alemán de Oldesloe, donde un noble simpatizante se
dedicó a albergar a hermanos perseguidos en sus
tierras. Allí vivió escribiendo e imprimiendo libros,
hasta que murió en 1561.
Efectivamente se puede decir que Menno Simons fue el reformador de Holanda. A diferencia de los otros países reformados, la Reforma comenzó en Holanda bajo su forma radical o "anabaptista", y solamente después de Menno comenzaron a entrar las otras corrientes reformadas (particularmente la calvinista) con fuerza. Según el biógrafo John Horsch, esto se debe al hecho de que los predicadores reformados abandonaron el país tan pronto como la persecución se hizo fuerte; y los "anabaptistas" eran los únicos que estaban dispuestos a enfrentar la persecución y hasta la muerte. Más tarde, cuando los calvinistas entraron y empezaron a dominar, ellos estaban conscientes de la deuda que tenían con los "anabaptistas"; de manera que su rey Guillermo de Orange fue el único gobernante europeo de su tiempo que los dejó en paz. Por muchos años, Holanda fue el único país de Europa donde ellos podían vivir en relativa seguridad; y el primer país que declaró oficialmente la libertad religiosa y de la conciencia. Esto se debe en gran parte a su herencia "anabaptista".
Historia posterior de los anabaptistas
La persecución contra los "anabaptistas" continuó por más de cien años. Por ejemplo, el gobierno de Berna (Suiza), un cantón reformado, promulgó en el año 1659 el siguiente edicto contra ellos (extractos citados según Th.J.Van Braght, "El Espejo de los Mártires"):
"... Sus maestros, que puedan ser detenidos uno o varios por medio de búsqueda intensa, sean conducidos por el alguacil a nuestro orfanatorio donde sean mantenidos en seguridad, para dar allí los pasos necesarios para su conversión; o si persisten en obstinación, sean castigados de manera apropiada. Por mientras, los oficiales confiscarán sus propiedades y nos entregarán un inventario de ellas. (...)
Pero a aquellos que no aceptan ninguna advertencia, instrucción o amonestación, pero siguen siendo desobedientes y tercos, ni renuncian ni se apartan de su error, se les anunciará la pena del destierro, y su obstinación y reprobación será dada a conocer a los directores encargados por nosotros sobre los asuntos de los anabaptistas, para que esperen nuestras órdenes al respecto.
Y cuando tales personas obstinadas y errantes fueran sentenciadas por la corte según el reporte mencionado, sean escoltadas bajo seguridad a la frontera, y sean expulsadas definitivamente de nuestro país y dominio, bajo promesa (en lugar de un juramento, puesto que ellos no juran), hasta su conversión obvia; y si ellos, a pesar del destierro, regresen sin convertirse, y sean detenidos, y no se retracten, pero perseveren obstinadamente en su error como antes, entonces cada vez que esto suceda, sean públicamente azotados con varas, marcados (con fierros incandescentes), y nuevamente desterrados y expulsados del país (...)
También declaramos y prohibimos estrictamente que nadie, quienquiera que sea, aloje o proteja a anabaptistas nacionales o extranjeros, sean sus parientes o no; ni ayuden sus reuniones, predicaciones etc. prestándoles sus casas o graneros; ni les ayuden con medios (económicos); ni tengan contacto alguno con ellos, ni por escrito ni oralmente (...)"
Lo mismo sucedió en los otros países, tanto reformados como católicos. Solamente en Holanda encontraron un poco de tranquilidad. Cuando grupos de "disidentes" ingleses empezaron a establecer colonias en Norteamérica en el siglo XVII, la mayoría de los bautistas huyeron también a América donde podían vivir en libertad. Sin embargo, muchos de ellos perdieron su celo misionero y su radicalismo cristiano, y se volvieron tradicionalistas y legalistas. Les sucedió lo mismo como a los otros avivamientos: Después de un tiempo se volvieron "respetables", empezaron a acomodarse en esta tierra y a institucionalizarse, y a la vez se alejaban de la vida cristiana que habían tenido al principio. Algunos de sus grupos, como los "Amish" en Estados Unidos, son conocidos por su tradicionalismo en asuntos externos: siguen viviendo como sus antepasados del siglo XVII y rechazan todos los inventos de la técnica moderna. Otros, como ciertos sectores de los menonitas, se están acercando al movimiento ecuménico y así siguiendo la corriente de este mundo.
Así, los "anabaptistas" son un ejemplo más del ciclo de avivamiento y apostasía, que se observa a lo largo de la historia de la iglesia. Como casi todos los avivamientos, nacieron del deseo de volver a los comienzos de la iglesia cristiana. Puesto que las iglesias establecidas de su tiempo se habían alejado mucho de estos comienzos, el conflicto con ellas fue inevitable. Pero en medio de este conflicto y de las persecuciones, floreció y se extendió el avivamiento "anabaptista". En toda la historia de la iglesia, ellos eran uno de los movimientos que por más tiempo permanecieron en un estado de avivamiento. Sin embargo, aun a ellos les llegó un tiempo de enfriamiento. Sin quererlo, establecieron sus propias tradiciones; y en las generaciones posteriores, estas tradiciones desplazaban poco a poco la vida espiritual genuina. De manera que nuevamente se hizo necesario un avivamiento...
Hijos del Altísimo - http://www.altisimo.net - |