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El propósito de este artículo es
ayudar a aquellos hermanos y hermanas que ya están orando por
avivamiento, dándoles algunas pautas bíblicas.
Se recomienda leer antes: "¿Quieres experimentar avivamiento?", "Un
llamado a la intercesión agonizante", y también unos testimonios de avivamientos
históricos. No voy a repetir aquí las bases de lo que es un
avivamiento, y de lo que deberíamos esperar si oramos por
avivamiento.
¿Cuál es la oración que Dios escucha?
¡No es cierto que Dios escucha cada oración! El mismo ha establecido algunos requisitos en Su Palabra, y haremos bien en cumplirlos.
Dios escucha la
oración que es conforme a Su voluntad.
"Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos
alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si
sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos
que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." (1 Juan
5:14-15).
Por tanto, antes de orar debemos asegurarnos de conocer la voluntad del Señor. En particular, nuestra oración debe apoyarse en una promesa o declaración concreta del Señor, de lo que El es, o de lo que El hace o hará. Cualquier oración que no es la voluntad del Señor, ¡es inútil!
Uno podría preguntar: ¿Para qué
entonces debemos todavía orar? ¿No hará Dios Su voluntad de
todas maneras, no importa si oramos o no?
- Aunque no lo comprendamos, Dios desea que nosotros seamos Sus
colaboradores por medio de nuestra oración. El exhortó a
Jeremías: "Clama a mí, y yo te
responderé..." (Jer.33:3). Cuando Daniel se enteró de que
la liberación profetizada de su pueblo estaba cerca, él no se
puso a descansar; al contrario, se puso a orar y ayunar (Daniel
9:1-19). En el libro de Apocalipsis, el cielo entero se detiene
por media hora para esperar que las oraciones de los santos
lleguen; y solo entonces el plan de Dios sigue desarrollándose
(Apoc.8:1-5). Nuestra colaboración en oración está
"incluida" en la voluntad y el plan de Dios.
Esta oración no cambia la voluntad de Dios; pero nos cambia a
nosotros, y esto es lo que Dios busca.
Dios escucha la
oración de fe.
Este punto está relacionado con el anterior. Juan empezó
diciendo: "Y esta es la confianza que tenemos en
él..." (1 Juan 5:14). "Fe" significa
"confianza". Cuando conocemos la voluntad de Dios,
podemos orar con toda confianza de que esta voluntad se
cumplirá.
"Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este
monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón,
sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será
hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed
que lo recibiréis, y os vendrá." (Marcos 11:23-24)
Estos versos no hablan de peticiones caprichosas que podríamos
hacer según nuestro antojo. Solo si conocemos la voluntad de
Dios, podemos - y debemos - ejercer esta fe. La fe no es un
esfuerzo que nosotros mismos haríamos; es una sencilla confianza
en Dios quien hará lo que El prometió.
Dios escucha la
oración que viene de un corazón puro.
"Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el
Señor no me habría escuchado." (Salmo 66:18).
Examinemos y arreglemos primero nuestras propias vidas ante el
Señor.
"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y
conoce mis pensamientos;
y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino
eterno." (Salmo 139:23-24)
Examinemos también nuestros motivos por orar: ¿Tenemos
realmente el deseo de ver a Dios glorificado sobre todo? ¿O
pensamos de alguna manera ser exaltados nosotros mismos cuando
Dios responda a nuestra oración? ¿O estamos orando para
impresionar a los demás, de "cuan bien sabemos orar"?
"Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos
aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las
calles, para ser vistos de los hombres ... Y orando, no uséis
vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su
palabrería serán oídos." (Mateo 6:5-7)
Dios escucha la
oración unida.
"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de
acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les
será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde
están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos." (Mateo 18:19-20)
Nuevamente, esto no significa que podríamos ponernos de acuerdo
para pedir cualquier cosa según nuestro propio capricho.
Siempre, la oración debe ser conforme a la voluntad de Dios.
La palabra traducida como "congregados", significa
literalmente: "han sido guiados juntos". Cuando nos
reunimos en oración, y Dios nos "guía juntos" para
que todos podamos discernir la misma voluntad de Dios, que
tengamos la misma carga y la misma petición en nuestros
corazones, entonces podemos orar con mucha convicción y fe.
Cuando llegamos a este "consenso divino", entonces
tenemos una confirmación fuerte de que realmente estamos
siguiendo las huellas del Señor.
Hechos 4:23-31 nos relata un ejemplo de este "consenso
divino": "Y ellos ... alzaron unánimes la voz a Dios,
y dijeron: Soberano Señor..." (y sigue su oración). Nadie
propuso: "Vamos a orar por esto...". Nadie se levantó
para dirigir la oración él solo. Ellos "alzaron unánimes
la voz de Dios...", y al parecer cada uno de ellos sabía
cómo orar. Dios los estaba "guiando juntos", para orar
en consenso unánime.
Dios escucha la
oración perseverante.
"Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni
respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda,
la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
- Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo
dentro de sí: Aunque no temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia,
no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.
Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso
Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y
noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les
hará justicia." (Lucas 18:2-8)
Esta viuda sabía lo que era su derecho ("hazme justicia"). Por esto pudo llegar ante el juez con mucha confianza (fe). Y por esto perseveró hasta lograr su objetivo. - De la misma manera, cuando conocemos la voluntad de Dios, podemos confiar en que El "nos hará justicia". Y entonces no nos desanimaremos si en los primeros intentos no conseguimos respuesta. Al contrario, perseveraremos hasta ver la respuesta prometida. Esta perseverancia es una expresión de nuestra fe.
Promesas y declaraciones de Dios en cuanto al avivamiento
Veremos ahora algunas promesas y
declaraciones de Dios, en las que podemos apoyarnos al orar por
avivamiento. A la vez, estos pasajes bíblicos pueden darnos un
cuadro más claro de lo que Dios desea (puesto que la palabra
"avivamiento" es bastante borrosa).
Esta lista podría ser mucho más larga, pero me limitaré a
aquellos pasajes que fueron importantes para mí mismo en mis
oraciones.
"Si se humillare
mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y
buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos;
entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra." (2 Crón.7:14)
En realidad, este verso no habla de algo que debemos pedir,
sino de algo que debemos hacer: Humillarnos, orar,
buscar el rostro de Dios, y convertirnos de nuestros malos
caminos.
- Nota que el verso entero se dirige al pueblo de Dios,
no a los incrédulos. La iglesia tiene que humillarse,
orar, buscar el rostro de Dios, y convertirse. Entonces Dios
perdonará los pecados de la iglesia y sanará la
iglesia. Esta es la esencia de "avivamiento":
cuando la iglesia vuelve a ser lo que debe ser según el
propósito de Dios. Solo cuando la iglesia vuelve a Dios de esta
manera, puede esperar tener algún impacto espiritual en el
mundo.
Entonces, tomemos tiempo para humillarnos y examinarnos ante Dios, para dejar los malos caminos y arreglar nuestras vidas, y para arrepentirnos de nuestros pecados. También podemos confesar los pecados de la iglesia en general, y pedir perdón por ellos, de la misma manera como algunos intercesores bíblicos pidieron perdón por los pecados de su pueblo entero (Daniel 9:4-19, Neh.1:5-11).
"Y derramaré
sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén,
espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito,
afligiéndose por el primogénito. ... En aquel tiempo habrá un
manantial abierto para la casa de David y para los moradores de
Jerusalén, para la purificación del pecado y de la
inmundicia." (Zacarías 12:10, 13:1)
A menudo la intercesión no nos "nace" naturalmente -
particularmente no la "intercesión agonizante" que
trae avivamiento. Necesitamos la ayuda sobrenatural del Señor,
que en este verso se llama el "espíritu de gracia y de
oración". Pidamos al Señor que El derrame sobre nosotros
Su Espíritu de oración. (Vea también Rom.8:26-27: "Y de
igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención
del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede
por los santos.")
La continuación del pasaje en Zacarías, por supuesto, se
refiere al perdón de los pecados que ha sido hecho posible por
la sangre derramada de Jesús en la cruz. Pero este
"manantial de purificación" queda escondido ante los
ojos de muchos; y solo la revelación sobrenatural de Dios puede
abrir nuevamente los ojos espirituales de las multitudes.
"Pero si nuestro
evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está
encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la
luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de
Dios. ... Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de
Dios en la faz de Jesucristo." (2 Cor.4:4.6)
"El Espíritu del Señor está sobre mí ... a dar vista a
los ciegos..." (Luc.4:18)
Una petición importante, que tiene promesa, es que Dios quite la
ceguera espiritual, no solo del mundo, sino primeramente dentro
de la iglesia. El hombre natural no tiene la capacidad de
comprender y aceptar el Evangelio; pero Dios con Su revelación
sobrenatural puede hacerle entender.
(A menudo pensamos que solo se trataría de enseñar la Palabra
de Dios de una manera "inteligente",
"didáctica", o "poderosa". Pero este es un
concepto humanista. Siempre dependemos de Dios mismo quien da
entendimiento.)
"Y cuando él
venga (el Espíritu Santo), convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio.
De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto
voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el
príncipe de este mundo ha sido ya juzgado." (Juan 16:8-11)
Esta es una de las obras más importantes del Espíritu Santo.
Sin esta convicción del pecado, nadie puede arrepentirse de
verdad. La razón por qué tenemos a tantos hermanos falsos en
las iglesias, es que invitamos a tantas personas a
"convertirse" sin que hayan sido convencidos del
pecado. Cuando el Espíritu Santo vuelva a actuar para
convicción del pecado (y le demos lugar para hacerlo), entonces
veremos nuevamente conversiones verdaderas. Oremos por la obra
del Espíritu Santo para convicción del pecado.
"Y todos tus
hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de
tus hijos." (Isaías 54:13)
"Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su
hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán,
desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice
Jehová..." (Jer.31:34)
"Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece
en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así
como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera,
y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en
él." (1 Juan 2:27)
Esta es una de las promesas más importantes acerca del Nuevo
Pacto; y a la vez una que menos se está cumpliendo en las
iglesias actuales. Muy pocos cristianos siquiera saben que tienen
esta promesa; y aun menos la están experimentando como una
realidad en sus vidas. La gran mayoría se contenta con recibir
enseñanza por medio de sus pastores y líderes, y otras personas
humanas. Pero de esta manera no reciben directamente la Palabra
de Dios, sino solamente interpretaciones humanas de Su
Palabra. Esta es una de las raíces del sacerdotalismo que es tan
fuerte en las iglesias actuales, y de la inmadurez espiritual de
la mayoría de los cristianos.
Pero si Dios promete algo, entonces tiene la intención firme de
cumplirlo. Oremos entonces que el pueblo de Dios sea nuevamente
enseñado por Dios mismo; que Su pueblo llegue al conocimiento
personal de El mismo y de Su voluntad; y que Su pueblo llegue a
la madurez del discernimiento espiritual, donde ya no depende de
enseñanzas y tradiciones humanas.
- Debe ser claro que estas promesas se aplican solamente a
cristianos nacidos de nuevo.
"Levántate, oh
Jehová; no se fortalezca el hombre; sean juzgadas las naciones
delante de ti.
Pon, oh Jehová, temor en ellos; conozcan las naciones que no son
sino hombres." (Salmo 9:19-20)
El temor de Dios es el principio de la sabiduría (Sal.111:10,
Prov.1:7). El temor de Dios es también un ingrediente importante
para una conversión verdadera. Oremos que Dios ponga Su temor en
los hombres (y primeramente en los líderes y miembros de las
iglesias).
"A la verdad la
mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de
la mies, que envíe obreros a su mies." (Mateo 9:37-38)
Esta es una de las pocas peticiones que Jesús mismo nos dijo que
debemos orar concretamente. ¡Entonces seguramente debe ser
importante!
Yo creo que debemos ser específicos en nuestras oraciones, en
cuanto a qué clase de obreros queremos que Dios envíe.
Mucho de la mies se está malogrando por causa de malos obreros,
que dan una falsa seguridad a los pecadores no arrepentidos; que
están desanimando y cuestionando a los discípulos verdaderos;
que están edificando su propia organización o institución en
vez del reino de Dios; etc. - Oremos que Dios envíe obreros de
integridad, sin falsedad, completamente entregados a El,
obedeciendo a El y Su Palabra más que a los hombres, llenos del
Espíritu Santo, del temor de Dios y de sabiduría, que prediquen
la Palabra de Dios no adulterada ...
"...así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha." (Ef.5:25-27)
El sacrificio de Jesucristo es suficiente, no solo para perdonar
los pecados, sino también para purificar la iglesia de todo
pecado. Si esta es la voluntad de Dios para Su iglesia,
entonces tenemos una base bíblica para orar que esto se cumpla.
Tengamos presente que "purificar" no significa "declarar
puro (lo que en realidad todavía está sucio)", sino "hacer
puro". Hay una enseñanza falsa en las iglesias que dice que
no es necesario que seamos puros; que es suficiente que Jesús
nos "declare" puros y así podríamos seguir cometiendo
toda clase de pecados - y esto por supuesto ha dado lugar a la
hipocresía extrema.
Oremos por una purificación verdadera de la iglesia; que Dios
purifique a los verdaderos cristianos para que se aparten
completamente del pecado; y que los falsos cristianos no puedan
seguir llamándose "iglesia".
"Vuestras
palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y
dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? - Habéis dicho: Por
demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y
que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?
Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los
que hacen impiedad no solo prosperan, sino que tentaron a Dios y
escaparon.
Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su
compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de
memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los
que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha
dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y
los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le
sirve. Entonces volveréis a discernir la diferencia entre el
justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le
sirve." (Malaquías 3:13-18)
Los versos 13-15 describen acertadamente el estado actual de la
iglesia. A los malos les va bien, y gozan de honra y buena
reputación; y la gente no ve ningún provecho en mantenerse
íntegro y obedecer la voluntad de Dios.
Pero Dios promete que El actuará; y entonces se verá nuevamente
la diferencia entre el justo y el malo. Oremos por este actuar de
Dios; y que El demuestre nuevamente ante los ojos del mundo (¡y
de la iglesia en primer lugar!), que la honestidad y el temor a
Dios tienen su recompensa, y que Dios no pasa por alto la maldad.
"¡De manera que
también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para
vida!" (Hechos 11:18)
Este verso nos enseña que el arrepentimiento es no solo una
acción del hombre, sino también un don de Dios. "Dios les
ha dado arrepentimiento". Entonces podemos orar que también
hoy, Dios les dé arrepentimiento a la gente; a los miembros de
las iglesias primero, y después también a los que están
afuera.
"Y ahora, Señor,
mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo
hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan
sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo
Hijo Jesús." (Hechos 4:29-30)
Si esta fue una buena oración para los primeros cristianos,
seguramente es buena para nosotros también.
"Con denuedo" significa "audaz", "sin
temor". El temor al hombre es el enemigo del temor a Dios
(vea Prov.29:25). Un avivamiento necesita predicadores audaces,
que proclamen el propósito entero de Dios, aun en medio de gran
oposición, sin temer a nadie sino a Dios. Es significativo que
los primeros cristianos hicieron esta oración en medio de graves
amenazas, ante las primeras señales de que se iba a levantar una
persecución contra ellos.
Oremos que el Señor levante a tales predicadores audaces, y que
confirme Su palabra con señales divinas, para que Su Palabra
prevalezca aun contra la oposición que seguramente se levantará
(¡primeramente desde adentro de las iglesias
cristianas!)
"Para esto
apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo." (1 Juan 3:8)
Dondequiera que identifiquemos una obra del diablo, podemos saber
que Jesucristo vino para deshacerla. Entonces podemos orar con fe
que El deshaga esta obra de maldad.
(Sin embargo, este verso no indica nada acerca del tiempo
cuando el Señor deshaga las obras de satanás. Hay obras del
diablo que el Señor quiere deshacer ahora mismo; pero hay otras
que no serán deshechas hasta que El vuelva a la tierra en
gloria. Necesitamos buscar entendimiento de parte del Señor en
cuanto a este particular.)
"He aquí, yo
estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y
les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se
apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de
sus bocas, y no les serán más por comida. ... He aquí yo, yo
mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce
su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas
esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos
los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la
oscuridad. ... Y levantaré sobre ellas un pastor, y él las
apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les
será por pastor. Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo
David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado."
(Ezequiel 34:10-12.23-24)
Dios promete liberar a Su pueblo del liderazgo malo, y ponerlos
al cuidado directo de Su siervo "David" (que se refiere
a Jesucristo, el "Hijo de David", vea Juan 10:1-30).
Oremos que Dios libere a Su pueblo del poder de aquellos malos
líderes que "se apacientan a sí mismos". Que el
pueblo de Dios experimente el pastoreo verdadero de Jesucristo
mismo. Que el pueblo de Dios sea liberado de todas las
tradiciones de hombres e iglesias que están en contra de la
Palabra y la voluntad de Dios. Que el pueblo de Dios aprenda a no
depender de hombres, sino de Dios.
Consideraciones adicionales
La oración por avivamiento es
voluntaria.
Nunca se debe hacer de la oración por avivamiento una reunión
"obligatoria" de la iglesia. Aquellos que no recibieron
de Dios la carga de orar por avivamiento, no podrán hacerlo y
solo se sentirán presionados; y además con su presencia
apagarán el espíritu de oración.
Un avivamiento no es
"denominacional" ni "organizacional".
Ningún avivamiento en la historia se ha quedado dentro de las
límites y las tradiciones de alguna iglesia o denominación. Si
queremos orar por avivamiento, entonces no empecemos a pedir
bendiciones para "nuestra iglesia", "nuestra
denominación" o "nuestra institución". Cuando
llegue un avivamiento, con seguridad va a romper con algunas
tradiciones de todas las iglesias y organizaciones
involucradas. Si no estamos dispuestos a abandonar nuestras
tradiciones favoritas, mejor no empecemos a orar por avivamiento.
Si no estamos dispuestos a tener comunión cercana con hermanos y
hermanas de otras denominaciones, mejor no empecemos a orar por
avivamiento. Si nuestra intención es solo ganar nuevos
convertidos para "nuestra iglesia", mejor no empecemos
a orar por avivamiento. Las almas pertenecen a Dios, no a
nosotros. Tenemos que permitir a Dios que El dirija el
avivamiento de manera soberana como El quiere, aun pasando por
alto nuestras estructuras de liderazgo y nuestro
"orden" humano.
Tampoco podemos organizar nosotros mismos una nueva "iglesia
avivada". Solo estaríamos arrebatando de las manos de Dios
lo que es Su privilegio. El Señor dijo: "YO edificaré mi
iglesia", no "Edifíquenla ustedes". Nosotros
debemos seguir Su dirección y estar dispuestos a que El nos
coloque donde a El le parece bien. Nunca debemos esperar que Dios
se conforme a nuestros moldes, sean "tradicionales" o
"novedosos". Una vez que Dios actúe para avivamiento,
El mismo nos dirigirá también en cuanto a la manera de
organizarnos.
Peticiones personales pueden
considerarse, pero no deben dominar.
A veces, unas personas no consiguen orar por avivamiento, porque
algún asunto personal les oprime. (Puede ser una dificultad
personal o familiar, o también un pecado no confesado, etc.)
Entonces puede ser bueno permitirles un tiempo breve
para que "dejen esta carga" ante Dios. Esto siempre con
el propósito que después no vuelvan a este asunto personal,
sino que entonces estén libres para unirse a los demás en la
oración por avivamiento. Siempre debe ser claro que el
propósito de la reunión no es para peticiones personales.
Dentro de las "peticiones personales" también entran
asuntos de terceras personas que preocupan a uno, como por
ejemplo: la oración por un familiar o amigo enfermo; la
preocupación por la conversión de un amigo personal; o aun los
asuntos y eventos de la iglesia. Todos estos han de tratarse como
"peticiones personales": Dejarlos en las manos de Dios
al inicio de la reunión, y después ya no volver a ellos, sino
recibir la carga de Dios por avivamiento y unirse en la oración
por ello.
Charles Finney dijo: "Las reuniones de oración se secan
cuando los cristianos pasamos todo el tiempo orando por nosotros
mismos. Debemos hacer eso en privado e ir a las reuniones de
oración listos para interceder por los demás."
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