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Una mirada al presente - - - - - Mi historia personal |
"¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado." (Ezequiel 34:2-5)
Me gustaría en este momento describir todo lo maravilloso que
es nuestro Dios y Creador, su inmensa gloria y resplandor, su
amor y comprensión tan tierna, su creatividad ingeniosa e
infinita, su perfecta justicia y verdad ... Pero aun millones de
palabras y libros serían inadecuadas para realmente describir
cómo es Dios.
Entonces, ¿qué hizo Dios para ser conocido?
"Y creó Dios al hombre a su imagen ..."
(Gén.1:27)
¡El hombre fue creado para ser un reflejo de la persona
maravillosa de Dios!
Entre los primeros mandamientos que Dios dio al hombre, se
encuentra este: "Señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra." (Gén.1:28) En otras
palabras, el hombre debía ejercer autoridad. Y esto no
es de extrañar, pues Dios mismo es autoridad. Entonces, para ser
imagen o "espejo" de Dios en este mundo, el hombre
también debía ejercer autoridad.
Más adelante encontramos como se inician diferentes "instituciones" humanas: la familia, el Estado, el mundo del trabajo, y más adelante la iglesia. Todas estas instituciones tienen un "gobierno", una estructura de autoridad. Según el plan original de Dios, cada una de estas autoridades debería reflejar el carácter de Dios en este mundo.
Entonces, la autoridad en sí no es nada malo. Es diseñada por Dios para hace conocer el carácter y los principios de Dios en este mundo, y para mantener el orden en las instituciones humanas. Sin embargo, tenemos que reconocer que en la actualidad se cumple muy poco de este plan de Dios. ¿Por qué?
Hay alguien más que actualmente tiene poder en este mundo.
Jesús habla en varias oportunidades acerca del "príncipe
de este mundo" (Juan 12:31, 14:30, 16:11). ¿A quién se
refiere? - ¡A satanás! "...el mundo entero
está bajo el maligno" (1 Juan 5:19). Pero su
poder no es justo; es un poder ilegal. (Para diferenciar,
prefiero aquí hablar de "poder" y no de
"autoridad".) Es claro que este poder tampoco es
ilimitado: aunque satanás sea el príncipe, Dios sigue siendo el
Rey.
¿Cómo llegó satanás a esta posición? - Regresemos otra vez
al inicio de la historia. El hombre perdió su autoridad inicial,
porque no obedeció a su autoridad superior, a Dios (Génesis
capítulo 3). El diablo arrebató con astucia y engaño la
posición que pertenecía al hombre.
Desde entonces, él está edificando su propio reino con sus
propios métodos: la mentira, la manipulación, la opresión, la
violencia, el abuso. Entonces se levantan "autoridades"
que ejercen su poder de una manera abusiva. "El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia." (Juan 10:10)
Aquí encontramos una característica clara para distinguir entre
la verdadera autoridad que agrada a Dios, y el poder que se opone
a Dios: ¿Cuáles son los "métodos de gobierno" que se
emplean? ¿Se ejerce el poder con sinceridad, transparencia,
responsabilidad ante Dios y ante los hombres, justicia, amor? Si
esto no es el caso, entonces se trata de un poder opuesto a Dios,
no importa cuan "buenas" parezcan las metas que se
quieren alcanzar. El fin nunca justifica los medios.
Ya vimos arriba que la autoridad, en sus inicios, viene de
Dios. Esto tiene dos consecuencias diferentes:
a) la autoridad tiene su derecho de Dios
b) la autoridad tiene también sus límites puestas por
Dios.
Quiero proponer la siguiente definición:
Explicaré en detalle lo que significa esta definición.
En el gobierno del estado, o en el ejército, encontramos la autoridad posicional o delegada. Los líderes llegan a su posición porque son promovidos por sus superiores. Su deber consiste en transmitir las órdenes de sus superiores a sus súbditos. Los súbditos tienen que obedecer a cualquiera que tiene una posición "encima" de ellos; sin importar qué clase de persona es; sin importar si ejerce bien o mal su liderazgo.
Esta es la clase de autoridad que tuvo en mente el centurión (capitán) de Capernaum cuando dijo a Jesús: "Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace." (Mateo 8:9)
Sin embargo, este pasaje no tiene aplicación a otras 'instituciones', como por ejemplo la familia o la comunidad de los cristianos. A menudo se escucha la falsa interpretación, de que el centurión hubiera pronunciado allí un principio de liderazgo para la iglesia. Pero ¡la iglesia no está de ninguna manera dentro del horizonte de este pasaje! Ningún verso bíblico dice que los centuriones romanos deban enseñarnos cómo estructurar la iglesia cristiana. Al contrario, Jesús nos enseña que el liderazgo entre cristianos debe ser radicalmente diferente de la autoridad en las instituciones seculares:
"Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas [les exigen sumisión], y los que ejercen autoridad sobre ellas, se hacen llamar bienhechores. Pero ustedes no sean así; sino que el mayor entre ustedes se vuelva como el más joven, y el que guía como el que sirve. Porque ¿quién es más importante, el que está sentado a la mesa o el que sirve? ¿No el que está sentado a la mesa? Pero yo estoy en medio de ustedes como el que sirve."
(Lucas 22:25-27; vea también Mateo 20:25-28, 23:12, Juan 13:13-15, 1 Pedro 5:3.)
En el pueblo de Dios - y de cierta manera también en la familia - se aplica otra clase de autoridad: la autoridad relacional, o por reconocimiento.
De esta clase es por ejemplo la autoridad de un amigo mayor, cuyos consejos respeto, por conocerlo como un cristiano maduro y sabio. Esta clase de autoridad no se impone, y no tiene nada que ver con alguna posición o "cargo" que mi amigo ocuparía. Esta autoridad reside en quién es él, y en mi reconocimiento de sus cualidades. (Algunos autores han llamado a esta clase de autoridad una autoridad moral.)
Los líderes del pueblo cristiano se llaman "ancianos", o sea, personas reconocidas por su madurez y sabiduría. ¡Ser "anciano" no es ningún "cargo delegado"!
Cuando la iglesia en
Jerusalén necesitaba más líderes, los apóstoles
dijeron a los hermanos: "Busquen... entre
vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos
del Espíritu Santo y de sabiduría..." (Hechos
6:3) - La autoridad de estos siete vino por el
reconocimiento de todos los hermanos, no delegada por
los apóstoles. Igualmente en Hechos 14:23, donde
dice "Y constituyeron ancianos en cada
iglesia", la palabra traducida por
"constituir" significa literalmente:
"confirmar levantando las manos". Allí
también, los ancianos recibieron autoridad por medio
del reconocimiento de la congregación (lo que no es exactamente
lo mismo como una elección democrática, porque en
una elección a menudo dominan otros factores muy
distintos de las cualidades espirituales).
Toda autoridad humana tiene sus límites.
Una autoridad delegada tiene su tarea específica encargada por su autoridad superior. Cuando no cumple esta tarea, o no la cumple de la manera como la autoridad superior le encargó, empieza a perder su autoridad.
Una autoridad relacional tiene autoridad solamente dentro del margen de lo que soporta la relación, o de las áreas en las cuales goza de reconocimiento. Supongamos que alguien busca a un profesor de música, y encuentra a uno que es reconocido como un maestro de la música. Se somete a todas sus directivas respecto a la música. Pero eso no implica que el maestro tenga también autoridad para decir a su alumno cómo cuidar sus dientes, o cómo educar a sus hijos; a menos que sea reconocido como "autoridad" también en esas áreas.
Toda autoridad, en última instancia, se encuentra bajo la autoridad de Dios.
Por tanto, cuando una autoridad empieza a actuar en contra de la
voluntad de Dios,
también empieza a perder su autoridad. Cuando un gobierno
empieza a alabar a los malhechores y a castigar a los que hacen
lo bueno, entonces ejerce un poder injusto y usurpado. Dios mismo
no gobierna de una forma arbitraria, sino que se somete a su propia
ley: El se comprometió a ser fiel y justo (Dtn.32:4), a no
mentir y a cumplir Su palabra (Num.23:19), etc.
Esto implica que la autoridad superior debe vigilar sobre la
forma en la cual las autoridades inferiores ejercen su poder.
Recíprocamente, una persona que ha sido maltratada por una
autoridad, tiene el derecho de apelar a la autoridad superior.
Negar este derecho significa violar los principios divinos acerca
de la autoridad.
Toda autoridad tiene también su "territorio"
o "pueblo" asignado. Un padre, por ejemplo,
"gobierna" sobre el "territorio" de su
familia. Un empresario tiene su empresa como
"territorio". El gobierno de una nación tiene
autoridad sobre los asuntos políticos de su nación. Cuando una
persona de autoridad intenta gobernar afuera de su
"territorio", se causan problemas y conflictos.
Como personas individuales, podemos pertenecer a diferentes
"territorios" a la vez; porque somos a la vez
ciudadanos, trabajadores, miembros de una iglesia y miembros de
una familia. Pero en cada una de estas áreas nos encontramos
solo bajo su autoridad específica: los líderes de una iglesia no tienen que darme
órdenes acerca de mi trabajo, y el gobierno no tiene que
mandarme cómo educar a mis hijos.
Ejercer autoridad es decidir y mandar
La autoridad de Dios vemos descrita con palabras como las
siguientes: "Nuestro Dios está en los cielos;
todo lo que quiso ha hecho." (Sal.115:3). "Por
la palabra del Señor fueron hechos los cielos ... Porque él
dijo, y fue hecho; él mandó, y existió."
(Sal.33:6-9) Una "autoridad" que no se atreve a hacer
decisiones, no es una autoridad verdadera.
La respuesta apropiada a la autoridad verdadera es la obediencia.
"Entonces respondieron a Josué, diciendo:
Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos a
dondequiera que nos mandes. De la manera como obedecimos a
Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente
que el Señor tu Dios esté contigo, como estuvo con
Moisés." (Josué 1:16-18) La verdadera
autoridad normalmente (no siempre) es reconocida como tal por sus
seguidores. Pero vemos aquí también la condición: "solamente
que el Señor tu Dios esté contigo". Josué iba a
tener autoridad solamente mientras él mismo se sometía a Dios.
La verdadera autoridad sirve para el bienestar
de sus seguidores.
Esto lo podemos ver muy claramente en la manera como Jesús
mismos ejercía su autoridad. El dijo: "Porque
el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos." (Marcos
10:45)
La parábola en Mateo 24:45-51 ilustra muy bien este principio: "¿Quién
es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre
su casa para que les dé el alimento a tiempo?"
- Aquí vemos a un siervo que fue puesto "sobre su
casa", o sea, le fue delegado cierta autoridad. ¿Con qué
finalidad? "para que les dé el alimento", o
sea, que cuide del bienestar de ellos. "Bienaventurado
aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo
así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le
pondrá." - El siervo es evaluado y promovido
según su obediencia a su autoridad superior, y según el trato
que dio a las personas que estaban bajo su autoridad. "Pero
si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en
venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a
beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo ... y
lo castigará duramente". Cuando el
siervo abusa de su poder para su propia
gratificación, y trata mal a los siervos bajo su autoridad,
entonces merece ser castigado.
De la misma manera, un gobierno, un empleador, un padre de
familia, un anciano de una iglesia, no está puesto para
beneficiarse a sí mismo, sino para servir y cuidar del bienestar
de los que están bajo su autoridad.
El mundo actual se encuentra en un conflicto continuo entre
dos sistemas de poder completamente opuestos: un sistema de
autoridad justa, redentora, libertadora que sigue la voluntad
de Dios, y un sistema de poder ilegítimo, usurpado y
esclavizante, que está bajo el mando de satanás.
Este conflicto se libra en todas las áreas de la sociedad.
En el gobierno secular, en las iglesias, en las familias,
en los lugares de trabajo y estudio ... en todos los lugares
podemos encontrar unas "autoridades" que actúan
de manera justa, recta e íntegra; pero también encontramos
a muchos otros que abusan de su poder, actúan con falsedad,
y esclavizan a quienes dependen de ellos.
¿Cuál es nuestro papel como cristianos en este conflicto?
Jesús venció al diablo y le quitó su poder (1 Juan 3:8, 2
Tim.1:10, Lucas 10:18). ¿Qué hizo Jesús con este poder? En
Lucas 10:19, El dice a Sus discípulos: "Miren, les doy autoridad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre
toda fuerza del enemigo, y nada les dañará."
Esta misma "autoridad" se extiende en
Marcos 16:17-18 a todos los creyentes. ¡Los creyentes iban a
"gobernar" nuevamente sobre la creación, como lo fue
el plan de Dios para el hombre desde el inicio! En otras
palabras: Jesús devolvió a los creyentes la autoridad que el
diablo había robado a Adán.
Entonces, como cristianos somos parte del sistema de autoridad
justa establecida por Dios - pero no una parte pasiva, no
solamente "debajo" de esta autoridad; sino una parte activa,
llamados para ejercer esta clase de autoridad nosotros
mismos. "Pero ustedes son un linaje escogido, un real
sacerdocio, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios, para que
anuncien las virtudes de aquel que les llamó de la oscuridad a
su luz asombrosa." (1 Pedro 2:9)
Existen por lo menos tres formas como podemos ejercer
autoridad justa:
- Por medio de la obediencia activa, donde estamos bajo una
autoridad justa.
- Donde tenemos autoridad nosotros mismos, usando esta autoridad
para aumentar el nivel de justicia en la sociedad.
- Pero también, donde estamos bajo una "autoridad" o
un poder injusto, por medio de la resistencia contra este poder.
Podemos definir el abuso como el pecado cometido
por una persona en autoridad, cuando sobrepasa los límites de su
autoridad.
Aquí entran varios elementos:
1. El abusador se encuentra en una posición de superioridad frente a su víctima. La víctima no puede defenderse porque se encuentra en la posición más débil; en una relación de subordinación o dependencia.
2. La víctima es normalmente una persona que puede esperar legítimamente que la persona en autoridad le ayude a satisfacer sus necesidades. En cambio, el abusador se aprovecha de la víctima para satisfacer sus propios deseos; entonces la víctima se siente "robada".
3. El abusador logra su objetivo por medio de la manipulación (el uso de medios no honestos y de pretextos para disimular sus verdaderas metas). Manipular significa pasar por alto la voluntad propia de la víctima y lograr que la víctima haga algo que no haría si fuera completamente libre para decidir. Podemos observar por lo menos cuatro clases de manipulación, que se pueden ilustrar todas con un ejemplo bíblico:
Los ejemplos citados demuestran por sí mismos que Dios aborrece la manipulación.
4. La privacidad e integridad personal de la víctima es invadida de manera violenta.
Podemos distinguir diferentes formas de abuso según el área
que afectan:
- Abuso físico (maltrato, tortura)
- Abuso sexual (violación, exposición forzada a
pornografía, etc.)
- Abuso emocional (manipulación, amenaza, violación de
la privacidad; padres que exigen de sus niños que cumplan los
necesidades emocionales de los padres)
- Abuso económico (empresas que emplean a niños para
poder pagarles un sueldo menor; padres que presionan a sus hijos
para que cumplan sus necesidades económicas - 2 Cor.12:14b)
- Abuso espiritual (abuso de una posición en el
liderazgo espiritual y del nombre de Dios, líderes que se ponen
a ellos mismos en el lugar del Espíritu Santo e interfieren en
la vida privada de sus seguidores - Rom.14:4,10,13; 1 Cor.7:23)
Si la autoridad justa representa y refleja el carácter de Dios, entonces podemos concluir que el abuso del poder refleja el carácter de satanás. El abuso del poder, visto desde esta perspectiva, es una proclamación del diablo ante el mundo. (Por consecuencia, ¡es obviamente el mal más terrible cuando un cristiano comete abuso del poder!)
Para ilustrar las consecuencias del abuso, compararemos la
personalidad humana con una ciudad.
El siguiente dibujo representa a la personalidad íntegra, según
el plan de Dios:
LA PERSONALIDAD INTEGRA
En el centro de esta ciudad se encuentra su gobierno, la voluntad.
La voluntad decide lo que hará la persona. En gran medida, el
cuerpo, la mente y aun las emociones son controlados por la
voluntad.
El trono está edificado sobre el tesoro de la
autoestima y del valor propio. Una persona con una
autoestima alta, por lo general tendrá una voluntad fuerte. Una
persona con autoestima baja, en cambio, tendrá una voluntad más
débil.
La ciudad está rodeada por la muralla de la
integridad personal. Todo lo que se encuentra
dentro de la muralla es lo que es propio de la persona: su privacidad.
Nadie más tiene que decidir sobre esta área. La Biblia
demuestra que desde el principio, Dios protege la esfera privada
e íntima de cada persona, resaltando la dignidad de cada persona
como imagen y semejanza de Dios (Gén.1:27). Cuando el hombre
pecó, Dios no lo expuso a la vergüenza, sino cubrió su
desnudez (Gén.3:21). Dios prohíbe cada tipo de acepción de
personas que niegue a ciertas personas su dignidad por causa de
su raza, nacionalidad, o posición social (Hechos 10:34-35;
Sant.2:1-9).
La muralla no está completamente cerrada; tiene portales
de comunicación. Allí es donde la persona sale de
su privacidad para entrar en contacto con el mundo alrededor.
Comparte su vida con otras personas, y deja que otras personas
compartan su vida con ella. Lo importante aquí es: Yo mismo
tengo las llaves. Yo mismo decido cuando abrir y cuando
cerrar las puertas; a quiénes dejo entrar en mi
"ciudad" y a quienes no. Es mi asunto decidir a quienes
doy el derecho de influenciar mi vida privada, y sobre qué cosas
de mi vida privada estoy hablando con qué personas.
Dios mismo respeta este derecho de una persona a
"abrirse" o "cerrarse" según su propia
decisión. En Apoc.3:20, El dice: "He aquí, yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."
El Señor, la máxima autoridad, podría bien decir: "Tú
eres mi propiedad, y yo de todas maneras tengo el mejor plan para
tu vida; entonces si no me abres la puerta voluntariamente, voy a
romperla a la fuerza." Pero Dios ha decidido que tengamos
una privacidad, y El mismo la respeta. El no obliga ni manipula a
nadie para que abra la puerta en contra de su voluntad.
Por encima de la ciudad vemos el cuidado de Dios.
Dios cuida a cada persona y mantiene su gobierno sobre ella, no
importa si es creyente o no: "...vuestro
Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos
y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos"
(Mat.5:45).
Hay dos columnas que sostienen la relación de la persona con
Dios: las autoridades y la confianza.
Las autoridades, cuando gobiernan según la voluntad y los
principios de Dios, son un reflejo del carácter de Dios en el
mundo, como vimos arriba. Ellas son "canales" por medio
de los cuales Dios hace llegar su provisión, su justicia, su
verdad a los hombres. En esta situación, la persona puede tener
confianza porque es protegida tanto por Dios mismo como por
autoridades justas. Entonces se acercará a Dios confiadamente
con cualquier necesidad que tenga (Hebr.4:16).
Ahora veremos lo que sucede cuando la autoridad abusa de su poder:
LA PERSONALIDAD HERIDA / ABUSADA
Por medio de la fuerza y la manipulación, una voluntad ajena ha abierto una brecha en el muro, ha invadido la ciudad y se ha sentado encima del trono. No entró por el camino legítimo, por la puerta, sino por encima del muro, violando la privacidad de su víctima. Todo abuso, no solo el abuso sexual, es una violación, porque la privacidad de la persona es violada. El Señor dice respecto a ello:
"De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es." (Juan 10:1-2)
El abusador satisface sus propios deseos (de poder, dinero, importancia, satisfacción emocional o sexual, etc.) a expensas de la víctima. En vez de darle algo, le quita algo; en consecuencia, es un ladrón.
"El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas." (Juan 10:10-11)
El tesoro es saqueado: la persona abusada pierde su autoestima
y empieza a sentirse indigna e inferior.
Es bastante común que las víctimas de
una violación se echan la culpa a ellas mismas: "No
debería haber ido por ese lugar a esas horas",
"Debería haberme vestido de otra manera", "No
debería haber ido sola" ... - La verdad es que ninguna
circunstancia da a alguien el derecho de violar a una mujer
indefensa. La culpa siempre es del violador. Pero la víctima no
se da cuenta de ello porque su conciencia también fue
violada.
Esta violación de la conciencia es característica para todas las formas de abuso, y especialmente para el abuso espiritual. El abusador insinúa, de una forma u otra, que él tiene todo el derecho de hacer lo que hace, y que la víctima se hace culpable si se queja o incluso se atreve a denunciar al abusador. Dios dice por medio del profeta Ezequiel que esta es una forma de magia, que El condena:
"He aquí yo estoy contra vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo ... por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal camino, infundiéndole ánimo, por tanto, no veréis más visión vana, ni practicaréis más adivinación" (Ezequiel 13:20-23).
En el capítulo 34 de Ezequiel está descrito lo que sucede cuando una nación entera está sujeta al abuso de poder. El profeta se dirige a los "pastores" de Israel, o sea, tanto a los líderes espirituales como políticos y económicos. Demuestra que la tarea principal de una autoridad es proveer para las necesidades de los que dependen de ella. Pero los pastores de Israel se aprovecharon del rebaño para cumplir sus propias necesidades:
"¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? - Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia."(v.2-4)
La consecuencia es una miseria nacional:
"Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas." (v.5-6)
Esta podría ser una descripción gráfica de la situación nacional del Perú, como consecuencia de la conquista y los abusos subsiguientes.
Por la brecha abierta en el muro entran fácilmente los mensajes de vergüenza y menosprecio. La víctima se vuelve muy vulnerable a mensajes como estas: "Tú no vales nada." - "¿No eres capaz de actuar diferente?" - "Tú tienes la culpa de todo." - "Tú nunca tendrás éxito." - Se siente inferior, culpable y sucia; empieza a odiarse a sí misma. Los mensajes de vergüenza la influencian tanto que empieza a actuar según ellas.
La voluntad es el "gobierno" de nuestra persona.
Cada compromiso con Dios requiere una decisión de la voluntad.
Por eso, es una meta principal del enemigo atacar, debilitar y
cautivar nuestra voluntad, para hacernos incapaces de
relacionarnos con Dios. Lo logra por medio de la violación de
las fronteras personales y la opresión por una voluntad ajena.
Por eso, el abuso es en primer lugar un problema espiritual.
La voluntad del abusador ha ocupado directamente el lugar de la
propia voluntad de su víctima. La víctima queda oprimida,
sujeta y dependiente de la voluntad ajena para hacer cosas que en
realidad no quiere hacer. Como resultado, la mente y las
emociones reciben señales que se contradicen entre ellas, y así
se confunden. Incluso el cuerpo es afectado: a menudo la persona
descuida su higiene y su apariencia; y pueden aparecer todo tipo
de enfermedades psicosomáticas.
El resultado es una persona que no tiene dominio sobre una gran
parte de su voluntad. Por consecuencia, fracasa en áreas
centrales de su vida; vez tras vez se propone un cambio pero no
persevera ("yo quiero, pero no puedo"). Incluso para
decisiones muy pequeñas, le cuesta mucho llegar a una
conclusión porque sus "voces interiores" se
contradicen constantemente. Este problema está descrito en
Romanos 7:14-24:
"porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. ... Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí."
Además, la "brecha" en el muro queda abierta. Este es el punto más vulnerable de la persona, el lugar en el cual no es capaz de defenderse. De esta manera, "el abuso atrae más abuso". Aunque no quiere, la persona tiene la tendencia de dar lugar a personas abusivas para que invadan su vida, vez tras vez.
El abusador logra mantener su dominio sobre su víctima, imponiéndole sus propias "leyes" de comportamiento. Estas leyes se convierten en "voces interiores" que controlan el comportamiento de la víctima aún años después. Las más frecuentes de estas "leyes" se pueden resumir así:
A menudo las "leyes secretas" mantienen su poder porque se mantienen secretas. Una vez descubiertas, la víctima puede darse cuenta poca a poco, a la luz de la Palabra de Dios, que estas "leyes" son mentiras, y así empezar a quebrantarlas.
Con el abuso se quebraron las columnas de la autoridad y de la
confianza. La víctima se siente incapaz de confiar en alguien,
especialmente en personas que representan autoridad.
Además, levanta muros de autodefensa.
Puesto que fue herida, siente la necesidad de defenderse y de
evitar nuevas heridas. Pero la voluntad ajena domina y es más
fuerte; por eso no puede defenderse en el sitio donde entró esa
voluntad. Entonces los muros de autodefensa se levantan en el
lugar equivocado, cerrando las "puertas de la
comunicación". Algunas formas de autodefensa son:
La tragedia consiste en que estos muros de autodefensa impiden
la entrada de la ayuda que más necesita la víctima. Dios envía
constantemente sus mensajes de amor y consuelo, y sus ofertas de
ayuda. Los envía por medio de su Palabra, y por medio de
personas que con mucha compasión intentan ayudar a la víctima.
Pero la víctima desconfía aún de sus ayudadores.
Y lo peor de todo: El abuso es también un ataque contra la
confianza en Dios, el Padre. Una persona que debería, como
autoridad, representar la imagen de Dios, quebrantó esta imagen
de manera violenta. Los efectos más graves resultan cuando se
trata del propio padre, quien es la primera representación de
Dios en la vida de cada niño. La víctima se imagina un dios
violento, impaciente, que presiona, que nos falla, o que está
demasiado lejos para ayudar.
Quiero anticipar en este momento que Dios de ninguna manera está indiferente frente al abuso. En la continuación de Ezequiel capítulo 34, después de describir la miseria de las ovejas heridas, Dios promete que El mismo va a intervenir y sanar. El va a juzgar el abuso, y El mismo va a asumir todas las responsabilidades que las autoridades han descuidado:
"He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano .... ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida. Yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. ... En buenos pastos las apacentaré... Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada, vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil ... las apacentaré con justicia. ... Yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca, por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las dispersasteis. Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David (esta es una referencia profética a Jesús, el "Hijo de David") ... y estableceré con ellos pacto de paz."(v.10-16, 20-25)
Cuando Dios mismo se levanta y demuestra Su carácter como autoridad justa y responsable, entonces se van a sanar las heridas de la nación, y Dios será conocido como el que es en verdad.
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