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Una súplica para regresar a la iglesia del Nuevo Testamento

Por Stephen Anderson, 2006


El Evangelio de Jesucristo es una propuesta de matrimonio, y el Nuevo Pacto es un pacto matrimonial. La salvación y el perdón de los pecados llega solamente a través de una unión con Cristo en este Nuevo Pacto. Somos salvos por gracia por la fe; pero esta fe es más que solamente creer en Dios o creer en lo que Jesús es y lo que El hizo. La fe es en primer lugar un compromiso (o matrimonio) personal con Cristo.

El Nuevo Pacto, el cual Cristo compró por Su Novia (la Iglesia), promete perdón del pecado, un nuevo corazón y un espíritu nuevo, el Santo Espíritu de Dios quien vivirá en nosotros, conocer personalmente a Dios, y la vida eterna. Arrepentimiento y bautismo es el camino ordenado por Dios para entrar en el Nuevo Pacto.

Existe una sola Iglesia, aunque se reúne en muchos lugares. Se manifiesta "donde dos o tres (discípulos de Jesús, santos, hermanos) están reunidos en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos." La Iglesia es la comunidad de los santos. La asamblea de la iglesia es la reunión de los discípulos de Jesús en Su nombre. Todos los que están en Cristo, son miembros de la Iglesia; y todos los que no están en Cristo, no son miembros. Cualquier iglesia que se reúne sobre alguna otra base, no es la Iglesia de Jesucristo.

Los discípulos de Jesucristo se hacen evidentes ante el mundo por su amor unos por los otros. Los que no aman a los hermanos, no han nacido de nuevo y no son parte de la Iglesia. La Iglesia hoy está obligada a demostrar el mismo amor unos por los otros, como lo hizo la Iglesia después de Pentecostés.

Las enseñanzas de Jesús y de los apóstoles son la doctrina de la Iglesia. No tenemos permiso de aumentar algo a lo que enseña el Nuevo Testamento, ni de quitar algo de ello. Ningún concilio, ningún papa, ninguna denominación, ninguna iglesia local, ninguno que se llame apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro, puede establecer alguna doctrina, declaración de fe, o norma de comunión, aparte de lo establecido por Jesús y Sus apóstoles.

El ejemplo de la Iglesia de Hechos y las prácticas que los apóstoles establecieron en la Iglesia, siguen siendo el patrón de Dios para hoy. Fue la práctica de la Iglesia reunirse el primer día de la semana. (N.d.Tr: La primera iglesia se reunía diariamente; Hechos 2:46-47. - Rom.14:5-6 indica que no era práctica común, tener un "día sagrado" particular en la semana, aunque algunos lo practicaban así; pero que no se debe suscitar controversia sobre este asunto.) La celebración de la Cena del Señor, normalmente como parte de una comida, fue aparentemente el núcleo de sus reuniones. Los santos se reunían para el propósito de fortalecerse (edificarse) unos a otros, y tener comunión. Todos eran libres de traer una enseñanza o una canción, o de ministrar espiritualmente en amor como el Espíritu les guiaba, bajo la supervisión de los ancianos. (N.d.Tr: Vea 1 Cor.14:26, Ef.5:19, Col.3:16, Hebr.10:24.)

Debemos ser cuidadosos en mantener la pureza de la Iglesia. Los que demuestran con sus acciones habituales que no han nacido de nuevo, deben ser expulsados de la iglesia por tres razones:

  • Para su propio bien, para que no continúen en su idea engañosa de que son salvos; en la esperanza de que se arrepientan y verdaderamente vuelvan a Cristo.

  • Para la pureza de la iglesia y el bienestar y la unidad de los hermanos.

  • Para el bien del mundo, para que los perdidos no sean engañados en cuanto a la verdadera salvación y la gracia de Dios en Cristo.

Cristo es la cabeza funcional de la Iglesia - no solo su cabeza titular -, y la cabeza de cada hombre, sin necesidad de ningún mediador. La Iglesia debe ser supervisada (no enseñoreada) por ancianos fieles (plural), de buena reputación, que dirigen por medio de su ejemplo, aptos para enseñar, llenos del Espíritu; y debe haber diáconos fieles, llenos del Espíritu, y de buena reputación, para asegurar que se provea por los hermanos pobres.

Un clero profesional defrauda al pueblo de Dios, y le quita al pueblo su posición legítima como sacerdotes y ministros de Dios.

Todos los miembros del Cuerpo son ministros de Cristo. Los ministros de Cristo deben andar como Jesús anduvo. Los que demuestran que aman el mundo y las cosas del mundo, no son ministros de Cristo. Los que se exaltan a sí mismos en vez de exaltar a Cristo, no son minstros de Cristo. Los que buscan la aprobación de hombres, en vez de la aprobación de Dios, no son ministros de Cristo.

Los dones (manifestaciones) del Espíritu Santo continúan hasta que llegue lo perfecto; esto es, hasta que Cristo regrese. Los dones del Espíritu deben usarse para edificar y no para dividir el Cuerpo. No son un remplazo por las Escrituras, ni un remplazo por la obediencia y la santidad. Los apóstoles no enseñaron que el bautismo del Espíritu Santo sea separado de la salvación, ni que este bautismo sea siempre acompañado por lenguas. El Espíritu puede llenarnos muchas veces, y podemos andar en diferentes grados de Su plenitud; pero todos los que están en Cristo, tienen al Espíritu Santo.

Todas las manifestaciones espirituales deben juzgarse cuidadosamente. La profecía no debe despreciarse, pero debe examinarse cuidadosamente. (1 Tes.5:19-21, N.d.Tr.) Las lenguas son lenguajes verdaderos, no un balbuceo. En la Iglesia no se debe hablar en lenguas sin interpretación (traducción). - No son manifestaciones del Espíritu Santo: Cualquier manifestación espiritual que contradiga la sana doctrina; que traiga desorden, confusión o división entre los hermanos; que lleve a la sensualidad o a la mundanidad en vez de promover la santidad y la devoción pura hacia Jesús; que lleve a una religión hecha por el hombre, la sujeción bajo ángeles, o un tratamiento severo del cuerpo; o que promueva la ley en vez de la fe en Cristo como camino a la perfección. - Verdaderos dones espirituales son buenos, pero el amor es mejor.

El Espíritu Santo exalta a Cristo Jesús y Su Palabra. El Espíritu Santo trae convicción del pecado, de la justicia, y del juicio al mundo. El Espíritu Santo es el Espíritu de Verdad y nos guía en toda la verdad. Y el Espíritu Santo puede ser recibido solamente por aquellos que reciben a Cristo.

El denominacionalismo es pecado. Es mencionado en Gál.5:20 como una de las obras de la carne. Pablo dice que aquellos que practican tales cosas, no heredarán el reino de Dios. Son obras de la carne: Promover de manera dogmática alguna doctrina más allá de la clara enseñanza de Jesús y Sus apóstoles; o promover un espíritu partidario. Debemos permanecer en Cristo, y Sus palabras deben permanecer en nosotros. No debemos ir más allá de lo que está escrito, y así sembrar división entre los hermanos. Debemos cuidadosamente mantener la unidad del Espíritu, la unidad de la fe, y la unidad de la Iglesia. "Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, como ustedes también fueron llamados en una sola esperanza de vuestro llamamiento; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que está sobre todo y por todo y en todo." Debemos "contender por el evangelio que fue dado una vez por todas a los santos."

Las ofrendas deben coleccionarse para el apoyo a los hermanos pobres. No hay ninguna evidencia de que la Iglesia del Nuevo Testamento se haya involucrado en alguna obra sistemática de caridad más allá de la comunidad de Cristo; ni que haya construido locales de reunión. Jesús mismo estableció el principio de que "está mal quitar el pan de los hijos y darlo a los perritos". El ministerio apropiado de la Iglesia hacia el mundo es proclamar la salvación y la vida eterna en Cristo. Los que toman las ofrendas del pueblo de Dios y las usan para construir y mantener locales de reunión, y programas (humanos), en vez de usarlo para los pobres en la Iglesia, están robando a Dios. Construir locales y adquirir propiedad por parte de la Iglesia es pecado, porque:

  • Roba lo que pertenece a los hermanos pobres.

  • Consume el tiempo, la energía, y los recursos de la Iglesia, haciendo y manteniendo lo que Cristo no mandó, a expensas de lo que El mandó.

  • Distorsiona la Iglesia, porque permite que unos pocos "hagan la obra del ministerio", lo que debería hacer el entero Cuerpo de Cristo.

  • Promueve un entendimiento equivocado de lo que es la Iglesia, tanto entre los hermanos como entre los incrédulos.

  • Los hermanos quedan atados al mundo, por la necesidad de dinero, y entran en una relación peligrosa y adúltera con el gobierno (incorporación al sistema y exoneración de impuestos).

  • La necesidad de dinero promueve el pecado del favoritismo hacia los ricos y desprecio hacia los pobres.

  • Las construcciones, terrenos, y finanzas, han sido la causa de mucha división entre hermanos.

  • Por causa de las propiedades, la membresía en la iglesia se vuelve un asunto de quién tiene derecho al voto; en vez de quién está en Cristo.

Lo que depende del dinero, es del mundo. Lo que depende del Espíritu, es de Dios.

Si Ud. es un pastor o sacerdote y está leyendo esto, Ud. sabe (o debería saber) que estas cosas son verdad. ¿Tiene Ud. el coraje de tomar su cruz y seguir a Cristo? Contacte al autor. (N.d.Tr: Solo en inglés - stevea@awesomenet.net)

Si Ud. es cristiano, examine estas cosas desde la Palabra de Dios. Si alguien está dispuesto a hacer la vountad de Dios, sabrá si esto es de Dios o no. (N.d.Tr: Vea Juan 7:17). ¡Sacuda sus cadenas y siga al Señor! Ud. no estará solo.

Si Ud. no ha entregado su vida a Jesucristo y quisiera hacerlo, o saber más acerca del seguir a Cristo, contacte al autor o a otro seguidor de Jesús. Tenga cuidado: gran parte de lo que se llama "cristiano", tiene muy poco que ver con Jesucristo. Ud. puede encontrar la verdad en las palabras de nuestro Señor y Sus apóstoles, escritas en el Nuevo Testamento.

Hermanos y hermanas en Cristo: ¿Qué nos impide seguir verdaderamente a Cristo, si no es nuestra propia falta de voluntad? ¿Acaso Dios ha envejecido? ¿Acaso el Nuevo Pacto fue anulado? ¿Acaso Dios olvidó Sus promesas? ¿O nos hemos apartado, como los antiguos israelitas, para caminar en la vanidad de nuestros propios caminos? La tierra prometida del Nuevo Pacto está delante de nosotros. Podemos hacer volver la Iglesia a toda su pureza comprada con sangre, si estamos dispuestos a obedecer la Palabra y al Espíritu. Dios caminará delante de nosotros y alumbrará el camino. No seamos como Israel en Cades-Barnea, quienes volvieron atrás por temor a lo que podría esperarles más adelante.

Jesús dijo: "El que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo." Por tanto, renunciemos a todo lo que nos impide: nuestras denominaciones, nuestras teologías hechas por hombres, nuestras tradiciones, nuestras posesiones, y nuestros temores y nuestro orgullo - y tomemos nuestra cruz; entonces encontraremos la vida, la verdad y la unidad que están en Cristo Jesús. ¡Es tiempo que la novia se prepare!

Stephen Anderson
stevea@awesomenet.net
www.zerubbabel.net


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