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La adoración en espíritu y verdad

Un estudio sobre Juan 4:19-24

"Adoración" es una palabra sublime, pero a menudo maltratada. Examinaré en este pequeño estudio el párrafo que contiene las palabras de Jesús mismo acerca de la adoración.

"Le dice la mujer: Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar." (Juan 4:19-20)

Aquí conviene aclarar primero el trasfondo histórico de la situación.

Jesús se encuentra en la región de Samaria, conversando con una mujer samaritana. La ciudad de Samaria fue edificada algún tiempo después de la división del reino de Israel, por el rey Omri (1 Reyes 16:24), como nueva capital del reino del norte. En los años 722-721 a.C, Samaria y todo el reino del norte fue conquistado por los asirios (2 Reyes 17). El rey Sargón de Asiria llevó cautivos a los judíos que vivían allí, y trajo a gente de otras naciones para poblar la región. Pero Dios envió contra ellos leones que los mataban. Entonces Sargón les envió un sacerdote judío para enseñarles la ley de Dios. (2 Reyes 17:24-28). Así comenzaron ellos a adorar a Dios, pero seguían también sirviendo a sus propios dioses: "Temían al Señor, y (a la vez) servían a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados." (2 Reyes 17:33).

Este es el origen de los samaritanos que aparecen en el Nuevo Testamento. Los judíos los despreciaban porque según su origen no eran judíos, y porque tenían una religión mezclada. Por tanto, la mujer se asombró de que Jesús, un judío, siquiera hablase con ella: "Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí" (Juan 4:9).

Cuando los judíos ya habían vuelto de la cautividad, los samaritanos construyeron un templo para Dios en el monte Gerizim. (Esto sucedió en el período entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.) Escogieron este monte porque Moisés había ordenado leer desde allí las bendiciones de la ley de Dios (Deut.27:11-13). En los tiempos de Jesús, este templo ya no existía, pero los samaritanos seguían adorando a Dios en el monte Gerizim. A esto se refirió la mujer cuando dijo: "Nuestros padres adoraron en este monte".

Los judíos tenían que ir al templo en Jerusalén para adorar a Dios, porque Dios había mandado: "Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres; sino que en el lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando." (Deut.12:13-14). Más tarde se aclaró que este lugar iba a ser el templo en Jerusalén (1 Crón.21:28 - 22:19). Por tanto, había una disputa entre los judíos y los samaritanos acerca del lugar correcto para adorar a Dios.

21) "Le dice Jesús: Mujer, créeme, que viene la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre."

Este verso está relacionado con la "adoración en espíritu y verdad" que se menciona en los versos 23 y 24; hablaré de esto al llegar a estos versos.

22) "Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos."

"Ustedes (los samaritanos) adoran lo que no conocen; nosotros (los judíos) adoramos lo que conocemos." - Estas palabras se pueden entender en el contexto de quienes eran los samaritanos. Alguien que mezcla la adoración a Dios con la adoración a otros dioses, no puede decir que realmente conoce a Dios. Los judíos, en cambio, desde el regreso de la cautividad eran "curados" de la idolatría. Tenían otros defectos, por cierto; pero a partir de aquel tiempo ya no leemos que alguna vez los judíos hayan vuelto a adorar a dioses ajenos.

"La salvación viene de los judíos": Probablemente Jesús se refiere aquí a la profecía en Génesis 49:10: "No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh (un título del Mesías), y a él se congregarán los pueblos." - o a alguna otra de las profecías acerca del Salvador de Israel.

23-24) "Pero vendrá la hora y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad. Porque también el Padre busca a tales que lo adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran, deben adorar en espíritu y en verdad."

¿Qué es adoración? - La palabra "adorar" significa literalmente "postrarse ante alguien". (La versión Reina-Valera traduce a menudo: "inclinarse ante alguien".) Esta es una expresión de humillación y sumisión, de reconocer el señorío y la santidad de Dios. Si examinamos el Antiguo Testamento, vemos que no se trata simplemente de un ritual religioso. A menudo la palabra "adorar" aparece en paralelo, o sea como sinónimo, de "servir":
"Todos los reyes se postrarán (adorarán) delante de él; todas las naciones le servirán." (Salmo 72:11)
"No les adorarás, ni les servirás (a los ídolos)" (Exodo 20:5, así también Deut.8:19, 2 Crón.7:19, y otros. La versión Reina-Valera traduce aquí "honrar"; pero la palabra original es "servir, trabajar".)
A veces esta palabra "servir" sustituye completamente la palabra "adorar"; como en Exodo 3:12:
"Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte."
Esta palabra "servir" es la misma como la que se usa para "trabajar" en el cuarto mandamiento: "Seis días trabajarás (servirás), y harás toda tu obra..." (Exodo 20:9). Entonces, este "servicio a Dios" no se limita a rituales religiosos. Un verdadero adorador hace todo su trabajo, aun el trabajo "secular", como servicio a Dios.

Además, el verdadero servicio a Dios procede del amor a Dios, y se demuestra en obediencia hacia Sus mandamientos:

"Ahora pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para tu bien?" (Deut.10:12-13)
"A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos." (Josué 24:24)

Un verdadero adorador está consciente de que Dios es su Señor, dueño de todas sus posesiones, de todas sus fuerzas y talentos, y de cada segundo de su tiempo. Por tanto, aun en los asuntos más pequeños de la vida se esforzará por hacer la voluntad de Dios, no su propia voluntad. Solo así tiene derecho de llamar "Señor" a Dios.

En el Nuevo Testamento, el pasaje que estudiamos aquí (Juan 4:23-24) es casi el único que nos da alguna indicación de "como" adorar. Los otros pasajes del Nuevo Testamento donde aparece la palabra "adorar", dan por sentado que el lector ya sabe lo que es "adorar":
- Varias veces en los Evangelios se relata que ciertas personas adoraron a Jesús (p.ej. Mateo 2:2, 28:17, Juan 9:38). El hecho de que Jesús recibió adoración de ellos, es una de las pruebas de la divinidad de Jesús, puesto que él mismo citó el mandamiento: "Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás" (Mateo 4:10).
- Es interesante que en las cartas del Nuevo Testamento casi no aparece la palabra "adorar"; solo en tres pasajes: 1 Cor.14:25 (habla de la convicción de un incrédulo), Heb.1:6 (los ángeles adoran a Jesús), Heb.11:21 (una referencia histórica a Jacob). Parece que las iglesias del Nuevo Testamento no necesitaban ninguna instrucción acerca de la adoración; que la enseñanza del Antiguo Testamento y las palabras de Jesús que examinamos aquí, eran suficientes para ellos en este respecto.
- En cambio, el libro de Apocalipsis menciona con frecuencia la adoración. Un tema importante en este libro es el conflicto entre la adoración a Dios (4:10, 5:14, 14:7, 15:4, 22:9), y la adoración a los demonios (9:20) y a la "bestia" (13:4.8, 14:9, 20:4). Este conflicto ya existía en los tiempos de Juan, puesto que el emperador romano exigía ser adorado como un dios. Pero seguramente en los últimos tiempos este conflicto se intensificará mucho más. Este conflicto no trata del "como" o "donde" adorar, sino del "a quien". Y la adoración a la "bestia" tampoco se limita a rituales religiosos: implica también la sumisión a su reino en lo político (13:7) y en lo económico (13:17), y el recibir una marca que señala a esta personas como propiedad de la "bestia" (13:16), así como los verdaderos adoradores de Dios son propiedad de El.

Adorar "en el espíritu":

Podemos ver varios aspectos en lo que es la adoración "en el espíritu":

1. El espíritu es lo invisible, en contraste con lo visible. Jesús enfatiza: "Dios es espíritu", o sea, no tiene un cuerpo visible. Por tanto, la verdadera adoración no puede consistir en rituales externos, visibles. Aunque esto era lo más llamativo en el templo de Jerusalén - los adornos del templo, la vestimenta de los sacerdotes, los sacrificios, los impresionantes coros de alabanza -, esto no era la esencia de la adoración. Estos rituales tenían validez por un tiempo, pero, como dice la carta a los Hebreos, eran solamente "figura y sombra de las cosas celestiales" (Heb.8:5), "la sombra de los bienes venideros" (Heb.10:1).
Este era el aspecto que más se enfatizaba en el tiempo de la Reforma, en contra de las vistosas ceremonias, las imágenes y la riqueza terrenal de la iglesia católica. Así dice Calvino acerca de nuestro pasaje:

"Pero la primera pregunta que se presenta aquí es esta: ¿Por qué, y en qué sentido, se llama la adoración a Dios espiritual? Para entender esto, tenemos que fijarnos en el contraste entre el espíritu y los emblemas exteriores, como entre las sombras y la verdad. Dice que la adoración a Dios consiste en el espíritu, porque nada aparte de la fe interior del corazón puede producir oración, y después, pureza de la conciencia y negación de sí mismo, para que seamos dedicados a la obediencia a Dios como sacrificios santos.
(...) Por tanto, todos aquellos que oprimen la iglesia con una multitud excesiva de ceremonias, hacen todo lo que está en su poder para privar la iglesia de la presencia de Cristo. No me detengo para examinar las excusas vanas que ellos alegan, que muchas personas en el presente tengan tanta necesidad de estas ayudas como la tenían los judíos en los tiempos antiguos. Siempre es nuestro deber investigar bajo qué orden desea el Señor que Su iglesia sea gobernada, porque solo El sabe enteramente lo que es expediente para nosotros. Ahora ciertamente nada contradice el orden designado por Dios más que la pompa excesiva y singularmente carnal que prevalece en el papismo. El espíritu era de hecho escondido por las sombras de la Ley; pero las máscaras del papismo lo desfiguran completamente, y por tanto no debemos tomar a la ligera tales grandes y vergonzosas corrupciones."
(Juan Calvino, Comentario acerca del Evangelio de Juan)

Opino que este peligro no es menor en las iglesias evangélicas actuales. ¡Cuántos evangélicos hoy en día se fijan más en la música de su grupo de alabanza, que en el estado de su propio corazón ante Dios! ¡Cuántos "líderes de alabanza" hoy en día se parecen más a animadores de fiestas mundanas con sus ademanes, animando al "público" a excesos emocionales más que señalando hacia Dios! ¡Cuántos pastores dan más importancia a la apariencia exterior de su local de reunión y de su propia persona, que al estado de los corazones de sus miembros y de su propia persona! ¡Y cuántos miembros de iglesias creen que con su participación en el "servicio" han cumplido su "servicio a Dios", mientras en su vida diaria dejan de servir a Dios y se olvidan de Su señorío hasta el siguiente "servicio"!

Ahora, es cierto que la adoración se manifiesta también en actos exteriores y "religiosos". No solamente en el Antiguo Testamento, también en el Nuevo, se nos anima por ejemplo a hablar entre nosotros "con salmos (cantos acompañados con música), con himnos y cánticos espirituales..." (Ef.5:19); y Apocalipsis 4 describe el cielo como una escena de continua adoración y reconocimiento de la santidad de Dios. Entonces, hacer estas cosas no tiene nada de malo en sí mismo - mientras expresan una genuina actitud del corazón. El peligro consiste en que estos actos externos de "adoración" se usen como un sustituto por la obediencia y santidad en la propia vida y en el corazón. Entonces la gente empieza a "adorar la adoración", en vez de adorar a Dios.

2. Un segundo aspecto de lo que es "adoración en el espíritu", lo descubrimos cuando nos recordamos de la pregunta que la mujer había hecho a Jesús. Ella no preguntó "cómo" adorar; ella preguntó "dónde" (en el monte Gerizim o en Jerusalén). La respuesta de Jesús, "en espíritu y en verdad", no responde exactamente a esta pregunta. (¿O existe acaso un lugar llamado "espíritu y verdad"?) Con esto, Jesús quiso enseñar a la mujer que desde un inicio su pregunta estaba mal planteada. ¡El "dónde" no importa en absoluto!
"Viene la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre" (v.21). Estos lugares como lugares de adoración iban a desaparecer (lo que efectivamente sucedió cuarenta años después con la destrucción de Jerusalén). Y tampoco se iban a levantar nuevos lugares como "lugares sagrados". Toda esta idea de "tener que ir a un lugar especial para adorar", es equivocada. Como las ceremonias del templo, es una idea que tuvo su lugar en la Israel del Antiguo Testamento, porque Dios había decidido manifestarse en esa nación de manera física y natural: un pueblo natural, al cual uno pertenece por su nacimiento natural; una tierra física para poseerla y habitarla; un templo físico con sacrificios y ceremonias físicos y visibles; etc. Pero en el Nuevo Pacto, Dios se manifiesta de manera espiritual (y por tanto menos visible, pero más duradera): un pueblo al cual uno entra por un nacimiento espiritual; una herencia (=tierra para habitar) celestial; sacrificios espirituales (puesto que Jesús mismo era el último y definitivo sacrificio físico requerido por el Antiguo Pacto); un templo espiritual, que no consiste en un edificio, sino en personas (1 Cor.3:16-17, 1 Pedro 2:4-5).

Dios es espíritu, y por tanto Su presencia no está condicionada a ningún lugar físico. Si en el Antiguo Testamento era necesario ir al templo en Jerusalén, es porque Dios mismo lo decidió así para aquel tiempo; y Jesús dice claramente en nuestro pasaje que aquel tiempo pasó. Para la iglesia del Nuevo Testamento no existen "templos" ni "lugares sagrados". O mejor dicho, todo lugar es "sagrado" porque Dios puede ser encontrado por Su pueblo en cualquier lugar, con tal que sea "en espíritu y en verdad". Aun si una iglesia construye un local de reunión y "consagra" este local a Dios, esto no hace de este local un lugar "más sagrado". De hecho, la iglesia cristiana tuvo su tiempo de mayor vigor espiritual y mayor crecimiento exactamente en la época en la cual no tenía ni siquiera locales de reunión. Y hoy en día está sucediendo lo mismo en países como China o India. Esto debería llamar nuestra atención.

3. "Adoración en el espíritu" quiere decir también que el espíritu (y no el cuerpo ni las emociones) es el "órgano" con el cual debemos adorar a Dios. - Uno puede preguntarse si, al entenderlo así, Jesús está hablando del espíritu del hombre o del Espíritu Santo. Pero al final de cuentas esto no hace mucha diferencia, porque si se trata de verdaderos creyentes nacidos de nuevo, de todas maneras es el Espíritu Santo quien mora en sus espíritus.

Lo que en el Nuevo Testamento se llama "espíritu" (del hombre), en el Antiguo Testamento con frecuencia se llama el "corazón". (Aunque "corazón" puede incluir también otros aspectos, tales como las emociones o la voluntad.) Varios pasajes del Antiguo Testamento enfatizan que nuestro servicio a Dios debe ser "de corazón", no solo exteriormente. Así ya hemos citado arriba de Deut.10:12: "...que sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma ..." Esta expresión "con todo tu corazón y con toda tu alma" aparece varias veces más en el libro de Deuteronomio, en contextos similares. Además:
"Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz." (Deut.10:16) - Ya en el Antiguo Testamento, Dios aclaró que las ceremonias externas (tales como la circuncisión) no eran lo esencial. Lo esencial era la pureza del corazón.
"Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas." (Deut.30:6) - Esta es una profecía para el tiempo después del regreso de la cautividad, y es obvio que se refiere al nuevo nacimiento que fue hecho posible por Jesús en el Nuevo Pacto. Lo que el hombre tenía que cumplir por sí mismo como mandamiento (en el Antiguo Pacto), Dios mismo lo hace ahora en aquellos que se convierten.
- "Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo." (Joel 2:12-13) - Una conversión verdadera (con la cual comienza la adoración) puede expresarse exteriormente en "ayuno y lloro y llanto". Pero lo esencial es el arrepentimiento y cambio de corazón ("Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos"). (Vea "Arrepentimiento - ¿falso o verdadero?")

En cuanto a la presencia del Espíritu Santo, los verdaderos cristianos nacidos de nuevo tienen también la promesa de que "el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Rom.8:26-27).

Adorar "en verdad":

Esta expresión podemos también entender bajo varios aspectos:

1. La verdad como opuesta a la mentira. Dios no recibe la adoración de alguien que vive en la mentira, que es deshonesto, altera la verdad y aparenta ser lo que no es. Los actos externos de adoración deben concordar con la actitud del corazón, y con la vida entera del adorador. No debe ser solamente "de labios", como dice Jesús en Mateo 15:7-9:
"Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo:
Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres."
Toda "adoración" externa es una mentira, mientras la vida no está arreglada ante Dios. La adoración consiste en cumplir los mandamientos de Dios, no de los hombres.

2. "Lo verdadero" del Nuevo Pacto, opuesto a las "sombras" del Antiguo Pacto.
Sobre esto ya hablé más arriba, pero quiero enfatizarlo una vez más: Adoración no es un ritual externo; es el reconocimiento humilde del señorío y de la santidad de Dios. La adoración del Nuevo Pacto no depende de ningún "templo" (puesto que ningún edificio aparte del templo en Jerusalén tiene derecho de llamarse "templo de Dios"); ni depende de la presencia de alguna persona especial (sacerdote, pastor, "ministro", etc.); tampoco depende de una hora o de un día especial. Depende únicamente de nuestra relación con Dios; si esta relación es "en espíritu y verdad".

3. La Verdad está en la misma persona de Jesús: "YO SOY el camino, la verdad y la vida." (Juan 14:6). "Si vosotros permaneciéreis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres..." (Juan 8:31-32). Así que nadie puede adorar "en verdad" mientras no está en Cristo. El que no ha nacido de nuevo, solamente puede imitar la adoración cristiana, pero no puede adorar de verdad.
- Ahora entendemos por qué Jesús dijo: "Vendrá la hora y ahora es": La adoración "en verdad" no era posible mientras El mismo, la Verdad en persona, no había venido a la tierra. Jesús habla de este evento como algo futuro ("vendrá") y a la vez presente ("y ahora es"). Futuro, porque se trata de un evento profetizado en el Antiguo Testamento para los últimos tiempos. (La mujer samaritana entendió muy bien que Jesús se refería a esto, porque inmediatamente responde: "Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga, nos declarará todas las cosas." - v.25.) Y presente, porque este era el mismo momento en que el Mesías había venido a la mujer samaritana. Así Jesús le puede decir (v.26): "Yo soy, el que habla contigo." Porque en este momento la mujer tenía suficiente entendimiento para poder recibir esta revelación del Mesías. Obviamente reconoció la importancia de esta revelación, porque ¡inmediatamente corrió a avisar a toda la ciudad!
Así que lo más importante para una adoración "en verdad" es la persona de Jesucristo mismo, y el llevar una vida en Cristo.

Dejo al lector la tarea de sacar sus conclusiones para su iglesia y su propia vida.