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(Traducción abreviada)
"El que guarda la ley entera, pero ofiende en un solo punto, es culpable de todos." (Stgo.2:10)
"El que es injusto en lo muy poco, es también injusto en lo mucho." (Luc.16:10)
Partiendo de estas palabras, voy a inquirir:
I. ¿Qué es persistir en pecado?
1. Persistir en pecado es,
no abandonarlo.
Si alguien cae en un pecado (cualquier forma de pecado) solo
ocasionalmente, bajo la fuerza de la tentación, y después se
arrepiente y lo abandona por un tiempo, y solo ocasionalmente es
vencido por una tentación para cometer esta forma de pecado,
entonces no sería apropiado decir que está persistiendo en
ello. Porque en este caso, él no está deseoso, o obstinado, o
habitual, en cometer este pecado; sino es accidental en el
sentido de que la tentación de vez en cuando le vence, a pesar
de su rechazo y resistencia habitual contra este pecado.
Pero si comete el pecado de manera habitual, lo considera algo
que puede permitir o tolerar - entonces persiste en el pecado.
2. Persistir en un pecado es,
aunque el pecado no se vuelva a repetir, si uno no lo
confiesa debidamente. Una persona podría ser
culpable de un gran pecado que nunca más repite; sin embargo,
mientras descuida o rehúsa confesar este pecado, sigue no
arrepentido en su consciencia, y en este sentido, sigue
persistiendo en este pecado. Si el pecado fue en agravio de
alguna persona o personas, y no es confesado debidamente a las
personas agravadas, es persistido en el pecado.
Si alguien de ustedes hubiera calumniado gravemente a su
prójimo, entonces no sería suficiente simplemente abstenerse de
calumniar más. El pecado no está abandonado hasta que sea
confesado, y la restitución hecha, hasta donde fuera posible. Si
el pecado no es confesado, se permite que el perjuicio siga
obrando; y por tanto el pecado es virtualmente repetido, y por
tanto, persistido en ello.
3. Persistir en un pecado es, no
haber hecho la restitución apropiada. Si Ud. ha
hecho daño a una persona, y tiene la posibilidad de hacerle
restitución, entonces, mientras Ud. descuida o rehúsa hacer la
restitución, Ud. no ha abandonado el pecado, sino persiste en
ello. Supongamos que alguien le robó algo, y se comprometió a
nunca más volver a hacerlo; pero se niega a hacer restitución y
a devolverle el objeto robado - por supuesto que todavía
persiste en este pecado, y permite que el perjuicio continúe.
Una vez tuve una conversación con un joven acerca de este mismo
asunto: El estaba acostumbrado a robar. El trabajaba en un
negocio donde tenía la posibilidad de robar pequeñas sumas de
dinero, y había hecho esto repetidas veces. Después se decidió
volverse cristiano, pero no hizo restitución. En la Biblia
encontró el texto: "El que robaba, que no robe más."
Entonces decidió ya no robar, y dio el asunto por resuelto. Pero
no pudo encontrar ninguna evidencia de que Dios le hubiera
aceptado - es que Dios no le podía aceptar. Aunque él se
halagaba a sí mismo de que era un cristiano por mucho tiempo,
solo despertó cuando escuchó una prédica acerca de la
confesión y la restitución. Entonces vino a mí para conversar
conmigo.
Le dije que él tenía que devolver el dinero robado, hasta donde
estaba en su poder; de otro modo no podía ser perdonado. Pero
observe su perversión de las Escrituras. Por supuesto es el
deber de un ladrón, dejar de robar; pero esto no es todo.
También tiene que devolver lo que robó. Esta es una enseñanza
clara de las Escrituras, y también de la razón y de la
consciencia.
II. Ahora llego a la enseñanza principal de nuestros textos - que persistir en cualquier forma de pecado es fatal para el alma.
Esto es, es imposible que alguien sea salvo, mientras continúa cometiendo cualquier forma de pecado consciente.
1. Es fatal para el alma, porque
cualquier forma de pecado en la que alguien persiste, es una
violación del espíritu de la Ley entera. El texto en Santiago
aclara esto: "El que guarda la ley entera, pero ofiende en
un solo punto, es culpable de todos." La Ley requiere un
amor supremo hacia Dios, y el mismo amor por nuestros prójimos.
Ahora, el pecado es egoísmo, y siempre prefiere el interés
propio y la gratificación propia, antes que la obediencia hacia
Dios o nuestro deber hacia nuestros prójimos.
Entonces, cualquiera que habitualmente se prefiere a sí mismo
antes que a Dios, o es egoísta respecto a sus prójimos,
seguramente no puede ser un cristiano. Si en alguna cosa él
viola la ley del amor, entonces quebranta el espíritu de la Ley
entera, y está viviendo en pecado.
2. La persistencia en cualquier
forma de pecado no puede coexistir con el amor supremo hacia
Dios, o con el mismo amor hacia nuestros prójimos. Si amamos a
Dios más que a nosotros mismos, entonces no podemos desagradar a
Dios, a sabiendas y habitualmente, para agradarnos a nosotros
mismos.
Si amamos a alguien por encima de todo, entonces deseamos
agradarle por encima de todo. Si deseamos agradarnos a nosotros
mismos por encima de todo, entonces nos amamos a nosotros mismos
por encima de todo. Si amamos a Dios por encima de todo, entonces
deseamos agradarle a El por encima de todo; y por tanto no
podemos consentir en desagradarle.
Bajo la fuerza de una tentación
poderosa que divierte y distrae la mente, una persona que ama a
Dios podría ser inducida a cometer un pecado ocasional, y
podría desagradar a Dios ocasionalmente.
Pero si ama a Dios por encima de todo, entonces hará esto solo
bajo la presión de una tentación presente y poderosa que
divierte su atención y distrae la mente. Entonces este pecado no
puede ser habitual; y ninguna forma de pecado puede dominarle
habitualmente, si es verdaderamente un cristiano.
3. El texto en Santiago afirma que es imposible verdaderamente obedecer en una cosa, y persistir en desobediencia en otra cosa, al mismo tiempo. Muchos caen en este error, de pensar que pueden realmente obedecer a Dios en un espíritu de obediencia en algunas cosas, mientras al mismo tiempo le niegan la obediencia en algunas otras cosas; en otras palabras, que pueden obedecer a un mandamiento y desobedecer a otro al mismo tiempo - que pueden cumplir con un deber de manera aceptable, y al mismo tiempo rehusar otros deberes.
El texto en Santiago está diseñado exactamente para contradecir esta idea. Dice claramente que la desobediencia en un punto es completamente inconsistente con la verdadera obediencia en cualquier otro respecto; en otras palabras, nadie puede obedecer en una cosa y al mismo tiempo desobedecer en otra cosa.
Cuántas personas se permiten
"pecados pequeños", como lo llaman, y piensan que son
demasiado honestos para cometer algún gran delito. Ambos
nuestros textos realmente contradicen este punto de vista:
"El que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo
mucho." - Si alguien cede a una pequeña tentación para
cometer lo que llama "un pecado pequeño", ¿qué le
impedirá ceder a una tentación grande? Quizás se abstiene de
pecados grandes por el miedo a la desgracia o al castigo; pero no
porque ama a Dios. Si no ama a Dios lo suficiente para guardarse
de las tentaciones pequeñas, seguramente no le ama lo suficiente
para guardarse de las tentaciones grandes.
Cuántos son que continuamente se permiten a sí mismos pequeñas
deshonestidades, pequeños engaños en los negocios, y
"mentiras blancas"; y creen que son cristianos. Esto en
un engaño asqueroso; es fatal. Que todos los tales sean
advertidos, y lo entiendan.
Pero, 4. la verdadera obediencia hacia Dios incluye la consideración suprema de Su autoridad.
Ahora, si alguien tiene suprema
consideración por la autoridad de Dios en alguna cosa, se
someterá bajo Su autoridad en todo.
Pero si está dispuesto en este momento a actuar en contra de la
autoridad de Dios en alguna cosa, entonces no puede ser aceptado
en nada; porque si rechaza la autoridad de Dios en alguna cosa,
tampoco la acepta apropiadamente en alguna otra cosa. Por tanto,
si la obediencia hacia Dios debe ser real, entonces debe
extenderse a todo lo que uno sabe que es la voluntad de Dios.
5. Persistir en un pecado es fatal para el alma, porque es un rechazo de la autoridad entera de Dios. Si alguien viola a sabiendas alguno de los mandamientos de Dios, entonces rechaza la autoridad de Dios; y entonces rechaza Su autoridad en respecto a todas las cosas. Entonces, aunque parezca obedecer en otras cosas, es solo la apariencia de obediencia, y no una obediencia verdadera. Está actuando desde una motivación equivocada en aquellos casos donde parece obedecer. Con seguridad no actúa por respeto supremo hacia la autoridad de Dios, y por tanto, no le obedece verdaderamente. Pero seguramente, alguien que rechaza la autoridad entera de Dios, no puede ser salvo.
Temo que es muy común hacer un error fatal aquí; muchos suponen que son aceptados en su obediencia en general, aunque en algunas cosas ellos habitualmente descuidan o rehúsan cumplir su deber.
Ellos viven (y saben que viven) en
la omisión habitual de algún deber, o en la violación habitual
de sus conciencias acerca de algún punto; y sin embargo
mantienen tanto su forma de religión, y cumplen tantos deberes,
que creen que esto compensará el pecado en el cual persisten.
Ellos dicen: "Cierto, yo sé que estoy descuidando este
deber; sé que estoy violando mi conciencia en este asunto - pero
yo hago tantas otras cosas que son mi deber, que tengo buena
razón para creer que soy un cristiano."
Este es un engaño fatal. Tales personas están completamente
engañados al suponer que realmente obedecen a Dios en algo.
"El que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo
mucho", y "él que guarda la ley entera, pero ofiende
en un solo punto, es culpable de todos."
6. Persistir en cualquier forma de pecado es fatal para el alma, porque es inconsistente con un verdadero arrepentimiento. El pecado, no importa cuan grande, será perdonado al arrepentirse. Pero ¿qué es el arrepentimiento? No es solo sentir pena por el pecado; más bien es renunciar al pecado de corazón. Es abandonar el pecado, todo pecado, de corazón; es el rechazo del pecado porque es esta cosa abominable que Dios odia; es volver el corazón desde el agradar a si mismo hacia el amor supremo por Dios y amor igual por todos nuestros prójimos; es una reforma del corazón. Ahora, mientras alguien persiste en pecado y no lo abandona, no puede haber arrepentimiento verdadero; pues, con todo, prefiere este pecado antes que la voluntad de Dios. Por tanto, no hay verdadero arrepentimiento hasta que todo pecado conocido sea completamente abandonado.
7. Persistir en cualquier forma de pecado es fatal para el alma, porque es extremamente inconsistente con la fe que salva. Aquella fe es la fe que salva, que efectivamente nos salva del pecado; y ninguna otra fe puede salvarnos. Solo aquella fe justifica, que santifica. La verdadera fe obra en amor; purifica el corazón; vence el mundo. Que nadie suponga que su fe le justifique, cuando de hecho no le salva del cometer pecado; porque no puede ser justificado mientras persiste en cometer algún pecado consciente. Si su fe no purifica su corazón, si no vence al mundo y vence sus pecados, nunca le puede salvar.
8. Persistir en cualquier forma de pecado es fatal para el alma, porque resiste al poder del evangelio. El evangelio no salva a aquel que no santifica. Si el pecado en cualquier forma resiste al poder salvífico del evangelio; si el pecado no se rinde bajo la influencia del evangelio; si alguien persiste en el pecado a pesar de todo el poder del evangelio en el alma; entonces, por supuesto, el evangelio no salva, y no puede salvar, aquel alma. Tal pecado es fatal.
9. Persistir en cualquier forma de
pecado es fatal para el alma, porque la gracia del evangelio no
puede perdonar lo que no puede erradicar.
Como ya dije, un pecado no puede ser perdonado mientras uno
persiste en ello. Algunas personas parecen asumir que, aunque
persisten en muchos pecados, la gracia de Dios perdonará aun
estos pecados que no puede erradicar. Pero esto es un gran error.
La Biblia enseña explícitamente esto: que si el evangelio no
puede erradicar un pecado, nunca puede salvar el alma de las
consecuencias de este pecado.
Realmente, yo comprendo que el
evangelio enseña que los hombres son salvos del pecado primero,
y en consecuencia, del infierno; y que no son salvos del infierno
mientras todavía no son salvos del pecado. Cristo santifica
cuando salva. Y este es el primerísimo elemento de la
salvación, la salvación del pecado. "Llamarás su nombre
Jesús", dijo el ángel, "porque él salvará a su
pueblo de sus pecados." - "Habiendo levantado a su Hijo
Jesús", dice el apóstol, "le envió para bendecirles
al apartar a cada uno de vosotros de sus iniquidades."
(Hech.3:26)
Que nadie espere ser salvo del infierno, excepto que la gracia
del evangelio le salve primero del pecado.
10. Aun si el evangelio perdonara
pecados que no erradicó, esto no salvaría el alma.
Supongamos que Dios no castigaría el pecado; - aun así, si el
alma permanece en la auto-condenación de su pecado, su
salvación es naturalmente imposible. El perdón no le serviría
al pecador para nada, si permanece bajo esta auto-condenación.
Esto es claro. Por tanto, que nadie piense que puede ser salvo
mientras sus pecados no sean vencidos por la gracia del
evangelio.
11. El pecado es uno solo en su
espíritu y raíz. Consiste en preferirse a uno mismo antes que a
Dios.
Por tanto, si uno persiste en cualquier forma de preferirse a sí
mismo antes que a Dios, no ha abandonado en verdad ningún
pecado; no ama a Dios por encima de todo; y en este caso, el alma
no puede ser salvo de ninguna manera.
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