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Pedagogía de la escuela activa

Una educación de acuerdo al desarrollo natural del niño

La escuela tiene sin duda una influencia importante en el desarrollo del niño; pero ¿es esta influencia positiva o negativa? - Ya desde hace más de treinta años están disponibles los resultados de muchas investigaciones científicas, demostrando que en el sistema escolar actual, esta influencia es mayormente negativa - especialmente en los niños más pequeños, y especialmente en las áreas claves del desarrollo de la inteligencia, y de la socialización. Muchas de estas investigaciones están resumidas en la obra del Dr.Raymond Moore, "Mejor tarde que temprano". - Otros educadores llegaron a conclusiones similares; así por ejemplo John Holt, y más tarde John Taylor Gatto, galardonado dos veces "Profesor del año" de Nueva York, después de treinta años de experiencia como profesor (vea "Por qué las escuelas no educan").

En otro artículo, el Dr.Moore describe así el problema del sistema escolar:

"Las 'antenas' emergentes de los cerebros de la mayoría de los alumnos, son bloqueadas por los sustitutos a manera de moldes uniformes que la educación masiva ofrece en lugar de la vida real, y esto destruye la creatividad. De este sistema educativo, los niños salen como galletas o salchichas cortadas con moldes uniformes..."

Y Kathleen McCurdy escribe en "Aprendiendo naturalmente" (en http://familiaescolar.com/):

"Los niños comienzan, apenas nacidos, a buscar el diseño de todas las cosas. Nacieron ya motivados a aprenderlo todo, y sin empeñarnos ellos aprenden la lengua, aprenden a caminar, a vestirse, a usar la cuchara, pero lo aprenden a su propio modo de aprender. 'A toda hora están haciendo investigaciones, exploraciones, pruebas y exámenes de todo lo que encuentran, hasta el momento de encontrarse cautivos en el escritorio de la escuela, obligados a sentarse quietos y callados, a hacer solamente lo ordenado, y a comenzar y dejar de hacerlo según lo requerido. Estas condiciones están en contraposición al desarrollo intelectual y al aprendizaje, y lo que resulta son los fracasos, los problemas disciplinarios, las dificultades y el aburrimiento que solemos encontrar en los colegios.' (Leslie A.Hart en 'Educational Leadership', Marzo de 1981).
Los neurocientíficos nos dicen que la mente está activa a todas horas, aun cuando estamos dormidos. Entonces ¿para qué existen las escuelas donde los niños deben permanecer pasivos, en general escuchando, mientras la maestra está activa? Si el niño de cuatro años ya llegó a conocer por su cuenta las indicaciones del género y el número en las palabras y el diseño de la conjugación de los verbos, ¿porqué hay que enseñárselo de nuevo como si fuera una cosa oscura y difícil?
(...) Lo que es necesario para extraer el diseño de las cosas, ya sea el diseño de una tela o alfombra, o de la gramática, la matemática, la ciencia, la historia y todo lo demás - lo que es necesario, pues, es una buena cantidad de ello. En la clase uno encuentra muy poco de todo, solamente lo que la maestra puede presentar a todos en conjunto, apenas una gotera. Pero fuera de la clase existe mucha información y variedad de conocimiento, una inundación de ideas. De allí se puede conocer más fácilmente el diseño de las cosas, justamente al modo más eficaz en que funciona el cerebro. Según los estudios científicos, lo más importante es la interacción con el ambiente..."

En respuesta a esta situación, Raymond y Dorothy Moore elaboraron la "Fórmula Moore", un modelo educativo mucho más práctico que toma en cuenta el desarrollo natural del niño, y sus propios intereses como incentivo para aprender por sí mismo. Ellos llevaron los resultados de sus investigaciones hasta su última consecuencia: Un niño se desarrolla mejor y aprende mejor cuando no asiste a la escuela en absoluto, sino que es educado en casa por sus padres. Así surgió el movimiento de la educación en casa (homeschooling), el cual abarca hoy en día varios millones de alumnos, con resultados sorprendentemente sobresalientes (vea "Educación en casa - De lo extremo a lo corriente"). - O quizás no es tan sorprendente: es simplemente una confirmación de los principios bíblicos acerca de la familia y la educación.

Sin embargo, en la cultura latinoamericana parece difícil que los padres se animen a educar ellos mismos a sus hijos. Por lo general, los padres no tienen suficiente confianza en sí mismos, y no se atreven a salir del marco de lo conocido y tradicional. (Aunque algunos ya se han embarcado en este camino.) ¿Pero quizás existe una manera de cambiar las escuelas, aplicando principios como los descritos en la "Fórmula Moore"?

Sí, esta posibilidad existe, aunque hasta hoy muy pocas escuelas hacen uso de esta posibilidad. Una de ellas es la escuela alternativa "Pestalozzi" que funcionó durante muchos años en Tumbaco, Ecuador. (Actualmente sigue funcionando dentro del marco de un proyecto un poco diferente, que nuevamente da mucha importancia a las familias.) Su fundadora, Rebeca Wild, describe por qué le pareció necesaria esta alternativa:

"En este país siempre se está mejorando el currículum - el plan de estudios -, se hacen venir expertos extranjeros y los maestros no paran de hacer cursos (...) Sin embargo, con todo esto, el plan de estudios 'oculto' permanece intacto. Se trata de un plan triple que no admite ninguna protesta: la escuela educa a nuestros hijos para la obediencia (sepas que hay alguien que sabe mejor que tú qué, cómo, cuando y cuánto tienes que aprender), educa para la puntualidad y para el trabajo rutinario. (...) Aquél cuyo comportamiento no demuestre que está dispuesto a conformarse con todo, pronto perderá su plaza en la escuela ecuatoriana (¿tal vez también en otras?).
(...) ¿Cuáles son las consecuencias visibles de estas situaciones? (...) Los "listos" aprenden toda clase de trucos para que los adultos - maestros y padres - tengan la impresión de éxito educativo. (...) Muchos niños - a menudo los más sinceros, o los más débiles emocionalmente - son eliminados antes del tiempo de la carrera. (...) Otros experimentan una dolorosa desintegración de su personalidad, se acostumbran a vivir y a aprender con un miedo permanente y odian el aprender. Algunos empiezan a tartamudear, otros sufren incontinencia de orina, dolores de cabeza o de estómago. No son pocos los que se enganchan a la droga.
(...) Las consecuencias del sistema educativo ecuatoriano son a la larga perjudiciales no sólo para el individuo, sino para todo el país. Crea las condiciones ideales para una burocracia monstruosa que procura trabajo a todos aquellos que son capaces de resolver problemas con palabras, papel y lápiz - aunque esto origine nuevos problemas y más difíciles de solucionar."
(Rebeca Wild, "Educar para ser", Barcelona 1999)

Desde mis propias experiencias con niños escolares, solo puedo confirmar estas observaciones. Cuanto más avanza el año escolar, más aumenta en los niños el nerviosismo, la inseguridad y los miedos, el agotamiento, la confusión y la agresividad. Durante las vacaciones (si es que se les permite tener verdaderas vacaciones) estos síntomas disminuyen; pero después de pocos meses de escuela vuelven a aparecer. Es obvio que estos trastornos psíquicos obstaculizan el aprendizaje. De manera que con mayor presión escolar, los niños aprenden menos. (Con excepción de aquellos pocos que ya están muy adelantados en su desarrollo; pero exactamente ellos son los que menos necesitan la ayuda de un profesor para poder aprender. De manera que los que más se benefician de la enseñanza escolar, son los que tienen menos necesidad de ser enseñados.)

Rebeca Wild no es cristiana, pero comparte con los Moore y con nosotros dos convicciones fundamentales:
1. que la educación de los niños es asunto de los padres, no del estado;
y 2. que el aprendizaje del niño debe suceder de acuerdo con su propio desarrollo mental, y con su propio estilo de aprendizaje.

Ella llama su concepto "Escuela activa", porque anima a los niños a ser activos ellos mismos, en vez de recibir pasivamente las órdenes y los dictados de un profesor. Aunque lo desarrolló independientemente de las investigaciones de los Moore, tiene mucha similitud con la "Fórmula Moore". (Rebeca Wild fue inicialmente inspirada por la pedagogía Montessori, y después la enriqueció con algunos conceptos adicionales.)

¿En qué consiste entonces la Escuela Activa?

Para entender lo que es la escuela activa, es necesario primero olvidar casi todo lo que asociamos tradicionalmente con "escuela": Niños estrictamente separados por grados, un plan de estudios rígido, "Dictado de clases" obligatorio - todo esto no existe en la escuela activa, porque estas cosas van en contra de un desarrollo sano del niño. Desde un trasfondo bíblico podemos entender que Dios diseñó la familia, no la escuela, como el entorno natural de un niño - por fin, los niños nacen en familias, no en escuelas. De ahí podemos deducir que el entorno de aprendizaje ideal, donde no es la familia, por lo menos se asemeje lo más posible a una familia. En una familia hay hermanos mayores y hermanos menores, no viven separados por "grados". Los menores aprenden de los mayores, y los mayores aprenden a ayudar a los menores y tener consideración por ellos. Se respeta la individualidad y la manera de ser de cada uno; no se exige que todos sean iguales, ni que todos hagan lo mismo al mismo tiempo. Cada uno tiene la posibilidad de destacar con los talentos particulares que Dios le ha dado.

En cuanto al ambiente exterior, la escuela activa ofrece una gran variedad de materiales didácticos y prácticos. Existen materiales estructurados como letras para armar, ábacos, cadenas de perlas y regletas de color para contar y realizar cálculos, rompecabezas de geometría, geografía, etc, juegos de tablero, instrumentos de medición, etc, que tienen sus instrucciones definidas de como usarlos. También existen materiales no estructurados como semillas, retazos de tela, lana, alambres, arena, herramientas, etc, que invitan a los niños a hacer un uso creativo de ellos. Los niños tienen acceso libre a estos materiales, pueden escogerlos según su interés personal y realizar sus propios proyectos. Cada material invita a los niños a hacer nuevos descubrimientos. El ambiente está ordenado de manera temática: Por ejemplo existe un rincón de "Pesos y medidas" con balanzas y pesos, litreras, cintas métricas, relojes, etc; un taller de cálculos (con materiales concretos que permiten realizar cálculos aritméticos); una estación meteorológica; una biblioteca; un taller de carpintería; una cocina; etc. - todo para el uso libre de los niños. Así los niños tienen que hacer diariamente sus propias decisiones en qué desean trabajar.

Los maestros ayudan e instruyen a los niños individualmente, o en los pequeños grupos que se forman espontáneamente, en el uso de los materiales que escogen, y cuando lo ven necesario, les presentan ideas o desafíos adicionales. Pero al hacer esto, ellos siguen la iniciativa de los mismos niños, la que procede del interés y de la curiosidad natural de los niños. (Si un niño no muestra ninguna iniciativa, le ofrecen dos o tres opciones de actividades, para que el niño tenga que elegir entre ellas.) Así se observó que los niños escogen naturalmente aquellos materiales y actividades que corresponden a su etapa actual de desarrollo, y progresan al paso de su propio ritmo.

A ciertas horas, unos maestros ofrecen ciertas actividades dirigidas como cantar, escuchar historias, trabajos manuales, experimentos, etc. Algunas de estas actividades tienen el carácter de cursos (como p.ej. un curso de música, o de un idioma extranjero), donde los participantes tienen que comprometerse a participar durante el año entero (pero se comprometen por voluntad propia; no es obligatorio para todos). Otras actividades son completamente voluntarias.

Los maestros son también responsables de observar a los niños para entender el desarrollo personal y los intereses de cada uno de ellos, y así poder ofrecer a cada uno las actividades más adecuadas para su situación individual. De esta manera, cada niño tiene la oportunidad de avanzar a su propio paso, y se respeta su manera individual de aprender. Ninguno tiene que sentirse mal porque está "atrasado" en comparación con lo que algún currículo impersonal exige de su "grado"; y ninguno tiene una ocasión de envanecerse porque entendió algún concepto a una edad más temprana que sus compañeros. En cambio, cada uno puede alegrarse de sus propios logros y avances, y seguir avanzando, sin ser sometido a una competencia sin sentido que destruye la motivación para aprender.

Así unos niños pueden estar absorbidos en la observación de hormigas, mientras otros pintan una decoración para una obra teatral que están ensayando, uno lee un libro que le interesa, y otro grupito descubre como realizar multiplicaciones largas con la ayuda de unas chapas de botellas y cartones de huevos.

A pesar de esta gran libertad que disfrutan los niños, no se trata de una escuela "antiautoritaria". Rebeca Wild enfatiza: "Existen muchos caminos intermedios entre autoritario y antiautoritario." El orden y la disciplina se mantienen mayormente por medio del "orden de la casa", una lista de reglas acerca del respeto mutuo, y acerca del cuidado de los materiales. Los niños son responsables de cumplir estas reglas, y de monitorearse mutuamente en cuanto al cumplimiento. El resultado fue, en la mencionada escuela "Pestalozzi", que los niños tuvieron un trato mucho más respetuoso entre ellos, y con los materiales, de lo que se observa en escuelas tradicionales.

También se da importancia a que los padres se involucren en la educación de sus hijos, y que los padres de cada familia estén presentes en la escuela durante por lo menos una mañana al mes.

Con este sistema, los niños no son presionados a demostrar "rendimiento académico" antes de que estén listos para ello. Así puede parecer que aprendiesen más lentamente. Pero las apariencias engañan: Los alumnos de escuelas tradicionales pueden quizás con papel y lápiz sumar y restar números de tres cifras a la edad de seis o siete años, porque el sistema los obliga a ello. Pero lo hacen mecánicamente, sin entender lo que hacen. (Vea acerca de este tema: Aprender matemática: ¿cuestión de burocracia o de principios?) Cuando son confrontados con el mismo problema en un contexto concreto y práctico, están perdidos. Y después del examen con su presión de "rendir", se lo olvidan nuevamente. En cambio, un niño que experimenta con las propiedades del sistema decimal usando un ábaco, o unidades, decenas y centenas hechas de madera a medida, o yendo de compras y contando monedas, puede demorar un buen tiempo haciendo sus experimentos (unos más, otros menos, según el ritmo de desarrollo de cada uno). Pero cuando termina con ello, entonces comprende lo que hace, y ya no lo olvida.

Lo mismo con el aprendizaje de la lectura. Rebeca Wild fue preguntada: "¿Y qué es de un niño que nunca quiere aprender a leer o escribir?" - Su respuesta: Los ejercicos sistemáticos y estandarizados que se hacen en las escuelas, no son la única manera de aprender a leer y escribir. En nuestra civilización actual, en la que por todas partes se pueden ver palabras escritas, toda persona mínimamente inteligente, más pronto o más tarde, llegaría a descifrar textos, sin haber recibido ninguna introducción formal a los secretos de los signos de escritura. (...) Para ello utiliza inocentemente los mismos mecanismos con los que, por ejemplo, ha aprendido a hablar o a andar.
(Un artículo acerca del aprender a leer y escribir está en preparación.)

- Personalmente no tengo el privilegio de poder trabajar en una escuela activa. Pero tuve la oportunidad de aplicar este sistema en programas vacacionales, con niños que durante el año asisten a escuelas tradicionales. Por supuesto que esta no es una situación ideal: Los niños escolares ya han adquirido tantas malas costumbres (en cuanto a su manera de aprender) que se vuelven pasivos, se avergüenzan de sus propios intereses, y su curiosidad y creatividad se apagan. Para muchos, aun dos meses de vacaciones no son suficientes para reavivar estas cualidades tan importantes para un aprendizaje exitoso. Aun así, hicimos unas experiencias valiosas.

Durante las primeras semanas de las vacaciones, los niños solamente querían jugar, o correr afuera - cosas que les habían sido prohibidas durante casi un año entero. Pero aun estas fueron experiencias educativas. Los niños empezaron a descubrir juegos de tablero como damas, ajedrez, y parecidos; y juegos con cartas que entrenan la memoria. Justo en aquel tiempo fue publicado un estudio científico sobre la influencia valiosa de tales juegos en el desarrollo de la inteligencia:

"Un nuevo estudio descubrió que los expertos en juegos de mesa, como el ajedrez, utilizan una región del cerebro que el resto no solemos usar. La investigación, publicada en 'Science', realizó escáneres cerebrales de jugadores, tanto profesionales como aficionados, del juego japonés shogi. Expertos del Instituto de Ciencia Cerebral Riken, en Japón, descubrieron que las jugadas intuitivas que realizan estos jugadores no son naturales, sino que surgen del entrenamiento cerebral. (...) El hallazgo fue una sorpresa, porque al volverse expertos los maestros shogi comienzan a usar todas las regiones del cerebro."
("El Comercio", Lima, 30 de enero de 2011)

También el matemático Paul Lockhart dice:

"¿Para qué quiere usted entrenar a los niños de tercer grado a sumar 427 + 389 ? Esta no es la clase de preguntas que hacen los niños de ocho años. De hecho, aun la mayoría de los adultos no comprenden realmente la aritmética del valor posicional en el sistema decimal - ¿y usted requiere que los niños de tercer grado tengan un concepto claro de ello? ¿O quiere usted que lo hagan, sin importar si lo comprenden o no? Es simplemente demasiado temprano para esta clase de entrenamiento técnico. Por supuesto que se puede hacer, pero pienso que al final de cuentas hace más daño que bien. Sería mucho mejor esperar hasta que la curiosidad natural de los niños acerca de los números se active.
- ¿Qué deberíamos entonces hacer con los niños pequeños en la clase de matemática?
- ¡Hágalos jugar! Enséñeles Ajedrez y Go, Hex y Chaquete, Damas y Nim, o lo que sea. Invente sus propios juegos. Resuelva rompecabezas. Expóngalos a situaciones que requieren razonamiento deductivo. No se preocupe todavía por anotar símbolos y enseñar técnicas. Ayúdelos a ser pensadores matemáticos activos y creativos."
("El lamento de un matemático", por Paul Lockhart)

Efectivamente, los niños aprenden más con sus juegos que por medio del aprendizaje formal. El juego es siempre una parte esencial de la escuela activa.

Con el tiempo, los niños menores comenzaron a probar también materiales más didácticos, como el ábaco, otros materiales para realizar cálculos, y la máquina de escribir. Algunas veces abrieron también la "oficina de correos", donde podían escribir pequeñas cartitas a sus compañeros. - Los niños mayores en cambio, que ya habían pasado más años en la escuela, permanecían más tiempo en la "etapa del solo jugar", y raras veces tuvieron ideas nuevas.

Después de un mes, varios niños eran capaces de trabajar de manera más tranquila y concentrada, y por más tiempo sin cansarse. Sin embargo, en su mayoría dependían todavía de unos pocos (o de nosotros como maestros) quienes les daban ideas. Pocos se dejaron motivar a aceptar un desafío nuevo. El síndrome del "No puedo" estaba presente por todos lados. - "No puedo hacer esto." - "Ven, te mostraré como se hace." - "No, no puedo." Si se trataba de fabricar y calibrar un pluviómetro, o de hacer un gráfico de nuestras mediciones de temperaturas, o de dibujar una célula que observaron bajo el microscopio, o de construir con el juego de construcción metálica una nueva máquina que no figuraba en el prospecto - siempre era ésta la respuesta estándar: "No puedo." Parece que el mensaje que se había grabado con más fuerza en los cerebros de estos niños escolares, era este: "Soy incapaz, no puedo hacer nada."
Cuando nosotros (los maestros) comenzábamos a hacer alguna cosa nueva, algunos niños miraban con interés, y con el tiempo se atrevían a ayudar también. Pero todavía queda un camino largo para vencer este síndrome del "No puedo".

Un proyecto que captó el interés de varios niños, era el teatro. Un grupo de seis niños se animó a ensayar un drama según una historia bíblica, y perseveraron durante las vacaciones enteras, hasta que pudieron presentar el teatro a sus padres en la clausura. Este fue un verdadero logro que el grupo entero pudo compartir, y ninguno se "quedó atrás".

Por el otro lado, notamos que aun los niños de nueve y diez años todavía no sabían leer correctamente un termómetro, una balanza o un reloj; ni podían entender las indicaciones de una receta de cocina. En sus escuelas habían practicado a calcular con unidades de medidas durante cientas de horas, pero no tenían ninguna idea de lo que estas medidas significaban en la vida real. (Con el tiempo y la práctica, algunos comenzaron a aprenderlo.) Pero la escuela exige de estos mismos niños que hagan divisiones largas, que sumen fracciones heterogéneas y que resuelvan ecuaciones ...

Fue interesante observar a un niño de quinto grado, que normalmente sabía resolver bien sus tareas escolares porque dominaba las operaciones matemáticas de manera mecánica; pero no entendía lo que hacía, y por eso estaba completamente perdido cuando se trataba de problemas de la vida práctica. Cuando estaba con nosotros durante el año pasado, jugaba a veces con un aparato que entrena las facilidades de calcular. Siempre solía escoger las operaciones más fáciles (sumas de números hasta diez). A inicios de este año comenzó a escoger fichas de trabajo que introducen la tabla de multiplicación; y dos meses más tarde comenzó a trabajar fichas que ilustran unos conceptos un poco más avanzados de la multiplicación (ley conmutativa y asociativa; leyes de divisibilidad). Esto es particularmente interesante ante el trasfondo de las observaciones de María Montessori y Rebeca Wild, de que los niños por naturaleza escogen aquellos materiales y actividades que corresponden a su estado de desarrollo actual. Obviamente, este niño sentía una necesidad de comenzar con la aritmética otra vez desde el principio.

¿Es la "escuela activa" cristiana?

Como hemos visto, uno de los pioneros de una pedagogía activa, el doctor Raymond Moore, era cristiano. Aunque él fundamenta su posición estrictamente con investigaciones científicas, no dudo de que fue su motivación cristiana de buscar el bien de los niños, lo que le impulsó a realizar todas estas investigaciones. El tuvo su influencia sobre todo en el movimiento de la educación en casa (homeschooling) en los Estados Unidos; pero la pedagogía de la escuela activa tiene mucho en común con sus ideas.

Sin embargo encuentro - por lo menos en el Perú - que son en primer lugar personas no cristianas, quienes se interesan en la educación alternativa y en la escuela activa. Los cristianos en cambio, hasta donde veo, se dedican a seguir como esclavos los lineamientos de los currículos y métodos estatales. Algunos de ellos incluso se dedican a combatir la educación alternativa: En un artículo en internet dice que permitir a un niño seguir sus intereses de aprendizaje, sería contrario a una disciplina cristiana. Otros evangélicos argumentaron que la obediencia hacia la autoridad del gobierno (Rom.13:1-5) implica enviar a los niños a una escuela estatal, o por lo menos a una escuela que sigue el currículo estatal. Esto realmente me preocupa, porque los cristianos (verdaderos) son uno de los grupos que más se beneficiarían de una educación alternativa.

¿Qué dice la Biblia a todo esto?

- Según Romanos 13:1-5, el gobierno es puesto por Dios para el fin de "castigar al que hace lo malo" y para alabar a los que hacen lo bueno (o sea, para velar por la justicia) -, pero no para educar a niños. En la Biblia es muy claro que Dios puso a los padres, no al estado, para educar a los niños. (Vea p.ej. Exodo 20:12, Deuteronomio 6:6-7, Proverbios 1:8, 4:1-4, etc; Efesios 6:1-4, Colosenses 3:20-21.) Aquellos padres que educan a sus hijos ellos mismos, cumplen así de manera perfecta el mandato de Dios. Por tanto están haciendo un bien, y merecen ser alabados y apoyados por el gobierno.
Lo mismo se aplica a aquellas escuelas que educan a niños de familias cristianas, por encargo de los padres, según principios cristianos. Aun (¡o aun más!) si para este fin establecen sus propios currículos y métodos de enseñanza, en vez de adherirse a los estatales.
Las constituciones políticas de casi todos los países, y también la Declaración Universal de los Derechos Humanos, reconocen este derecho de los padres de educar a sus hijos, y/o elegir la educación que consideran la más apropiada para sus hijos.

- En lo que concierne la educación de los niños en familia, debe llevarse "en disciplina y amonestación del Señor" (Efesios 6:4). Pero el mismo versículo dice también: "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos". De manera parecida en Colosenses 3:21: "Padres, no exasperéis a vuestros hijos (literalmente: No los provoquéis a envidia), para que no se desalienten."
Cuando los niños son sometidos a una forma de enseñanza que no corresponde a su manera de ser, y además son castigados por no captar lo que se les enseña de esta manera equivocada - ¿no es esto provocarlos a ira y envidia, y no es esto lo que desanima a los niños?

Jesús dijo: "Les aseguro que si ustedes no se convierten y se vuelven como los niños, no entrarán en el reino de los cielos. Entonces, el que se humilla a sí mismo como este niño, este es el mayor en el reino de los cielos." (Mateo 18:3-4)
¿Qué significa esto para la pedagogía? Ciertamente, que no debemos obligar a los niños prematuramente a pensar de la misma manera como los adultos; sino que al contrario, los adultos deben esforzarse ("humillarse") a comprender la manera de pensar de los niños; y deben darles la oportunidad de aprender las cosas de acuerdo con su manera infantil de pensar.

Claro que esto no significa que los niños sean "buenos en sí" y que uno debería permitirles vivir de la manera como quieren. En el área espiritual y moral, ellos necesitan una dirección clara. Pero esto no tiene nada que ver con que se les deba prescribir rígidamente los contenidos de aprendizaje o la manera como aprenderlos. Tampoco quiere decir que ellos como niños deban ser obligados a asimilar patrones de pensamiento "adultos".

Es interesante en este contexto, que Dios mismo dice en varios pasajes que El quiere ser buscado por nosotros, los hombres:
"¡Busquen al Señor, mientras puede ser hallado; llámenle, mientras está cerca!" (Isaías 55:6)
"Yo amo a los que me aman; y me hallan los que temprano me buscan." (Proverbios 8:17)
"Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; toquen la puerta, y les será abierto." (Mateo 7:7)

Justo el conocimiento más importante, el conocimiento de Dios, no puede ser inculcado a un niño pasivamente como una asignatura escolar; es necesario buscar y descubrirlo de manera activa. La decisión de buscar a Dios tiene que nacer en la persona misma; no puede ser forzada por un "currículo escolar". ¿No nos permite esto concluir que Dios prefiere el "método activo"?

Podríamos examinar también los métodos de enseñanza de Jesús. Cierto, de vez en cuando El dirigía un discurso a sus discípulos. Pero mucho más frecuentemente les dio solamente unas cuantas pautas (por ejemplo en la forma de parábolas), y después esperaba que ellos mismos le pidieran más explicaciones. Y aun más frecuentemente, El simplemente vivía junto con ellos, les dio un ejemplo con su manera práctica de actuar, o los desafió a hacer sus propias experiencias.

Es también interesante ver qué cosas no están escritas en la Biblia, aunque muchos cristianos contemporáneas las dan por sentadas y las consideran "cristianas". Por ejemplo, no dice en ninguna parte de la Biblia que los niños deban ir a la escuela. Tampoco dice en la Biblia que la enseñanza de los niños (sea en una escuela o en casa) deba ser sometida a un currículo fijo, o que los niños tengan que ser obligados a aprender ciertos contenidos a una edad determinada. Aunque los profesores de aquellos tiempos (por ejemplo los rabinos) sí establecieron sus principios al respecto; pero es significativo que en la Biblia no encontramos nada de ello.

Volvamos al tema de la disciplina y autoridad. En la escuela tradicional, la disciplina descansa mayormente en la autoridad personal y arbitraria del profesor: Si el profesor decide que ahora todos los niños tienen que leer la página 57 en el libro de lectura, entonces todos los niños tienen que hacer eso - aunque algún niño puede estar mucho más interesado en el cuento de la página 142, y algún otro niño preferiría dibujar flores. En esta situación no existe ningún argumento racional para fundamentar por qué sería lo mejor para todos los niños, leer exactamente la página 57 en exactamente este momento - ¿no sería una actividad igual de educativa, leer la página 142 o dibujar flores?

En la escuela activa, en cambio, la disciplina descansa en las reglas de la casa (que se aplican tanto a los alumnos como a los profesores), y en las "reglas del juego" que rigen el uso de los juegos y materiales. Esta es una norma objetiva que puede ser verificada de manera objetiva. Por eso, aun los niños pueden supervisarse mutuamente, y por tanto, en muchas situaciones la presencia de un supervisor adulto ni siquiera es necesaria.
Opino que este es un pensamiento fundamentalmente cristiano (aunque hoy en día son mayormente no-cristianos que abogan por él). La autoridad de Dios no es arbitraria; El mismo se comprometió con una "ley" escrita. De la misma manera, un líder cristiano (padre, profesor, etc.) no puede "gobernar" de manera arbitraria; debe ser examinado y evaluado según la Palabra de Dios: "Hay que obedecer a Dios más que a los hombres" (Hechos 5:29). - De hecho, esta idea fue el fundamento del moderno estado de derecho.
Actualmente, todos los niveles de la sociedad son gobernados por la arbitrariedad: las leyes sirven solamente para mantener una apariencia exterior, pero en realidad los gobernantes deciden según su propio parecer. Sea en el gobierno estatal, en las familias o en las escuelas. En esta situación es aun más importante enseñar a los niños que Dios no quiere vernos sometidos a una autoridad arbitraria. Existen mandamientos absolutos, incambiables, a los que tiene que obedecer incluso el presidente de la república (y también el padre y el profesor). Por el otro lado, dentro del marco de estos mandamientos, Dios nos da libertad. Esto incluye nuestra libertad (y responsabilidad) de hacer nuestras propias decisiones, en vez de estar siempre sujetos a las decisiones de otras personas (y después quejarnos de las consecuencias...). Este es exactamente el modelo de la escuela activa: Un marco fijo de reglas y "leyes"; y dentro de este marco, la libertad y responsabilidad de hacer decisiones propias.
Por supuesto, surge ahora la pregunta: ¿quién tiene la autoridad de establecer las leyes? - En este respecto existe una diferencia importante entre un grupo de cristianos y un grupo no cristiano: En el grupo cristiano, las leyes serán siempre fundamentadas en la Palabra de Dios; y siempre será claro que los mandamientos de Dios prevalecen sobre todas las reglas y leyes establecidas por los hombres. (Donde esto no es claro, no se trata de un grupo genuinamente cristiano.)
Que los teólogos se ocupen un poco de esta pregunta: Donde la Palabra de Dios deja libertad, ¿somos nosotros autorizados a imponer reglamentos y leyes?

Por todas estas razones, yo creo que la idea fundamental de la "escuela activa" es completamente compatible con una vida cristiana - de todas maneras, mucho más compatible que la escuela estatal. Y me entristece y me avergüenza ver que hasta ahora son casi exclusivamente los no cristianos, quienes promueven y ponen en práctica estas ideas. Con esto, en el ámbito de la educación, ellos dan un mejor ejemplo al mundo que todos los cristianos juntos. Por mientras, casi todos los cristianos que conozco (aun los colegios "evangélicos"), siguen ciegamente la corriente de la educación estatal, e incluso combaten cualquier propuesta alternativa. Esta sería una oportunidad de demostrar un espíritu pionero...