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Resurrección sin iglesias: ¿Qué quiere decirnos Dios con la pandemia?

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Este año 2020, en casi todo el mundo, las iglesias quedaron cerradas en el domingo de la Resurrección. Debe existir un motivo grave para que Dios permita eso. No me considero un profeta, pero deseo compartir lo que pienso haber entendido acerca de esta situación. Use su Biblia para evaluar si es cierto lo que digo.

Durante ese tiempo, diversos líderes religiosos han llamado a tiempos de oración y aun de ayuno, y han citado 2 Crónicas 7:13-14:

"Si yo cierro los cielos, para que no haya lluvia, y si mando a la langosta que consuma la tierra, o si envió pestilencia a mi pueblo; si se humilla mi pueblo, sobre los cuales ni nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra."

Pero mayormente pasaron por alto la parte que dice: "...y se convierten de sus malos caminos". Eso se refiere no solamente a "confesar pecados" con palabras. Se refiere a dejar de hacer lo malo, y en su lugar hacer lo bueno, de hecho y de verdad. ¿Quién tiene que hacer eso? ¿El mundo incrédulo, los "de afuera"? - ¡No! Es "mi pueblo", son los que se identifican como "la iglesia de Dios", quienes tienen que convertirse. Así dice también el apóstol Pablo: "¿Qué voy a juzgar aun a los de afuera? ¿Acaso no es a los de dentro que ustedes juzgan? - A los de afuera, Dios los juzgará. '¡Quiten al maligno de entre ustedes mismos!' " (1 Corintios 5:12-13)

Y Pedro dice: "Porque es el tiempo que comience el juicio con la casa de Dios." (1 Pedro 4:17).
No encuentro otra explicación que ésta: La situación presente es un juicio de Dios, una fuerte llamada de atención, para llamar a Su pueblo al arrepentimiento, si todavía fuera posible.
Mientras que el pueblo de Dios no se convierte de sus malos caminos, toda oración es vacía. ¿Cuántas reuniones de oración, presenciales o virtuales, son vacías, porque los participantes entran y salen cometiendo los mismos pecados como antes?

Si empezamos a idolatrar una cosa, Dios tiene que quitarnos ese ídolo. Los evangélicos no veneran estatuas; pero muchos de ellos idolatran su iglesia y su pastor. Su supuesta relación con Dios consiste en ir a la iglesia y escuchar al pastor. El pastor es quien les dice lo que deben hacer; el pastor es quien ora por ellos; el pastor es quien los "disciplina" cuando no hacen lo que él quiere. Pero no leen la Biblia por sí mismos; no oran por sí mismos; no buscan la voluntad de Dios por sí mismos. Por eso, Dios tuvo que quitarles a su pastor y su iglesia, para que empiecen a buscarle a Él mismo.
Quienes se hacen dependientes de un "pastor" y de una "iglesia" de esta manera, están permitiendo que un hombre se erija como mediador entre ellos y Dios. Eso de por sí mismo ya es un pecado grave, porque coloca a un hombre en una posición que corresponde únicamente a Jesús. 1 Timoteo 2:5 dice: "Porque Dios es uno, y uno es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús."

¿Estamos entendiendo la gravedad de lo que está pasando? Mire alrededor, y verá cómo las organizaciones que se llaman "iglesias" están bajo el juicio de Dios. Todas han sido cerradas. Algo como éso ¡no ha pasado nunca en toda la historia del entero mundo occidental, desde que el cristianismo fue aceptado! Nunca ha habido un tal cierre total en países donde la mayoría de la población se identifica nominalmente como "cristianos". Aun en tiempos de guerra y de emergencias, siempre se permitían las actividades espirituales y caritativas de las iglesias. Ahora, en cambio, no tengo conocimiento de ni un solo gobierno en el mundo que reconociese las reuniones cristianas como una actividad "esencial" y legítima. Hasta el Vaticano tuvo que doblegarse. En muchos países, ni siquiera las iglesias en casa se salvaron. Un cambio histórico de tal envergadura no ha sucedido nunca desde que existen cristianos en el mundo.

"¡Pero Dios no puede querer cerrar sus propias iglesias!" - Así hablaron también los judíos, mientras que los ejércitos de Babilonia estaban acercándose: "¡El templo del Señor, el templo del Señor está aquí!" (Jeremías 7:4) "¿Cómo permitiría Dios que seamos destruidos?" Pero sabemos que Dios sí lo permitió, y Su pueblo fue llevado en cautividad, porque su comportamiento había deshonrado el nombre de Dios.
Lo mismo se repitió en el año 70. Los judíos esperaban que Dios les iba a dar victoria contra los romanos. Pero Dios permitió que el templo en Jerusalén fuera destruido por segunda vez.
Los que nos identificamos como seguidores de Cristo, ¿nos arrepentiremos? ¿o repetiremos la historia una vez más?

En muchas iglesias se considera normal que los cristianos vivan en toda clase de pecados. "Somos pecadores salvos por gracia", dicen. La Biblia responde a eso: "¿Permanezcamos en el pecado, para que tengamos más gracia? ¡No sea! Quienes morimos respecto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?" (Romanos 6:1-2)
A todo verdadero cristiano, nacido de nuevo, el Señor le ha prometido victoria sobre el pecado: "Todo el que permanece en él, no peca ..." (1 Juan 3:6.) Dios es "aquel que puede guardarles sin traspié, y afirmarles impecables ante su gloria en regocijo ..." (Judas 24.)
Por el otro lado, muchos de los que se llaman cristianos evangélicos, nunca nacieron de nuevo. No experimentaron la convicción del pecado que obra el Espíritu Santo (Juan 16:8-9), no han realmente dejado atrás su pecado; no fueron transformados en lo más profundo por el Espíritu Santo. Solamente han repetido una "oración de entrega", como un ritual vacío. Entonces, si usted está atrapado(a) en una vida mundana y pecaminosa, probablemente no le hace falta esforzarse más. Le hace falta nacer de nuevo.

- La palabra de Dios nos enseña además, que el juicio comienza con los líderes.

"Maten a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno: mas a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no lleguen; y comiencen desde mi santuario. Comenzaron pues desde los varones ancianos que estaban delante del templo."
(Ezequiel 9:6)

Mencionaré solamente unos cuantos de los pecados escandalosos, de los que muchos líderes de iglesias tendrán que rendir cuentas ante Dios:

El enriquecimiento de los líderes religiosos.

Cada año, cientos de pastores tienen que abandonar su puesto por malversación de fondos y enriquecimiento ilícito. Y muchos otros que cometieron lo mismo, siguen en sus puestos, presionando y amenazando a sus colaboradores para que no los delaten.
Tales personas nunca deberían haber asumido algún liderazgo en una iglesia. La palabra de Dios dice claramente que no puede ser un líder cristiano, el que es "codicioso de ganancia vergonzosa" (1 Timoteo 3:8).

El abuso sexual de menores.

Eso sí que es una verdadera pandemia. Tan solamente en la denominación de los Bautistas del Sur en EEUU, desde 1998, 380 pastores y líderes habían sido sentenciados por abuso sexual, y/o habían renunciado a su pastorado por haber cometido esa clase de delitos. Boz Tchividjian, nieto de Billy Graham y fiscal especializado en delitos sexuales, dice que cada año se reportan cientos de casos de abuso sexual cometidos por pastores evangélicos en los EEUU - además de un inmenso número de casos que nunca se denuncian.
En América Latina, la situación es aun más grave, porque el abuso sexual es más frecuente, y la protección legal de las víctimas es más débil. Hay familias que nunca dejarían a sus hijos participar en un grupo evangélico, porque conocen personalmente a personas que fueron victimizadas en ese entorno.

A este pecado, más que a cualquier otro, se aplican las palabras duras del Señor Jesús:

"Quien hace tropezar a uno de esos pequeños que creen en mí, le conviene atarle una piedra de molino de asno a su cuello, y hundirlo en la profundidad del mar."
(Mateo 18:6)

El encubrimiento institucional de los delitos.

Tristemente, muchos líderes ni siquiera tienen la integridad moral de tratar adecuadamente con tales delitos, cuando suceden en su institución. En su lugar hacen de todo para mantenerlo en secreto, para proteger a los culpables, y para hacer callar a las víctimas. A cualquiera que intenta hablar acerca del asunto, lo ponen en "disciplina eclesiástica" por "rebelde" o "chismoso". Así se hacen cómplices de los culpables.

La hipocresía y los estándares dobles.

Desde las palabras de Jesús podemos concluir que la hipocresía es uno de los pecados que más provoca la ira de Dios. Hipocresía significa fingir; vivir una apariencia de santidad que en realidad no existe. Lea Mateo 23 - uno de los capítulos que no se predican en las iglesias.

Respecto a la ética sexual, la hipocresía de los evangélicos consiste en sus "mandamientos de hombres" y restricciones exageradas que muchos de ellos imponen a sus hermanos, respecto a la vestimenta y a los contactos entre varones y mujeres. Todo eso, supuestamente, "para evitar que caigan en pecado sexual". Pero a menudo, esas son las mismas iglesias que toleran y encubren el abuso sexual de menores.

Respecto a las finanzas, es hipocresía decir "Vamos a ofrendar para Dios", si en realidad es para el pastor. También es hipocresía, reprender a los hermanos por supuestamente "robar a Dios" si no ofrendan lo suficiente, mientras que los mismos líderes no son transparentes respecto a sus finanzas, y se apropian de donaciones que fueron dadas para otro fin.

La hipocresía hace que todos los pecados antes mencionados se vuelvan aun mucho más abominables.

¿Entonces qué?

¿Todavía nos extraña que Dios haya tenido que cerrar las iglesias? ¿Cómo vamos a presentarnos ante el trono de Dios, con nuestras ropas manchadas de injusticia? ¿Cómo podemos pensar que nos escuche de esta manera?

Pongámonos a cuentas con Él. Especialmente si usted es un líder. Examine si los siguientes puntos aplican a usted:

- Deje de idolatrar la iglesia y sus líderes. Empiece a buscar a Dios mismo. Seguirle significa vivir en obediencia a Él, no conformarse a formas e instituciones religiosas.

- Sincérese respecto a sus finanzas. Haga todo honestamente, no solamente ante Dios, sino también ante los hombres (2 Corintios 8:21). Lleve cuentas transparentes ante todos quienes le apoyan económicamente. Rectifique toda transacción deshonesta. Como Zaqueo, comience a hacer restitución a todos quienes usted ha defraudado.
Si usted tiene una necesidad económica, no se avergüence de decir: "Tengo esta necesidad." Pero no diga: "Vamos a ofrendar para Dios", si es para usted.

- No permita que el liderazgo de la iglesia sea ocupado por pederastas, ni por sus cómplices. Si usted se encuentra en una posición de liderazgo, comience con una limpieza en toda su esfera de influencia.
Si usted mismo ha cometido ese delito, confiéselo, y póngase a derecho.
Si usted pertenece a una iglesia u organización que tolera o encubre el abuso sexual, y usted no tiene la influencia necesaria para lograr un cambio, entonces sepárese de ese grupo inmediatamente.

Lo mismo aplica a la deshonestidad financiera, y cualquier otro pecado que trae vergüenza al nombre de Dios. Un cristiano no puede ser miembro de una asociación para delinquir.

- Despójese de todas las apariencias falsas. No aparente ser victorioso cuando usted está lleno de luchas. No aparente ser humilde si le gusta dominar sobre los demás. No aparente tener estándares morales elevados, si usted mismo no vive de acuerdo a esos estándares. No diga "Dios me ha dicho ...", cuando usted habla sus propias ideas.
Y si usted es líder, libere a sus seguidores de toda exigencia que los incentiva a que ellos vivan con apariencias falsas. No exija que muestren una apariencia de santidad. Cree un ambiente donde cada uno - ¡empezando con usted mismo! - puede sincerarse acerca de sus luchas y faltas, y buscar el perdón, la ayuda y la victoria que viene de Cristo.
Deje de preocuparse por las apariencias. Dios mira el corazón.

Y además, si usted es un líder:

- Libere y rehabilite a quienes usted ha puesto injustamente en "disciplina".

- Pero deje de proteger a quienes sí deben ser separados por razones bíblicas.

- Deje de reclamar funciones de mediador entre sus hermanos y Dios; devuélvales el acceso directo a Dios.

- Deje de asumir una posición de autoridad incuestionable. Déjese corregir por cualquiera que tenga razones bíblicas para hacerlo.

- Enseñe bíblicamente acerca de la conversión, sin omitir la convicción del pecado, el arrepentimiento, el nuevo nacimiento, y la victoria sobre el pecado. No altere la verdad para ganar a más miembros. Asegúrese de llevar a las personas a Cristo y al nuevo nacimiento, no a una falsa seguridad.

Y si usted no es líder:

- Aléjese de toda congregación u organización que lleva el nombre de cristiana, pero que no está dispuesta a convertirse de sus malos caminos. "Salgan de ella, pueblo mío, para que no participen de sus pecados ..." (Apocalipsis 18:4, 2 Corintios 6:17).

Que Dios tenga misericordia y nos conceda la oportunidad de volver a Sus caminos, mientras que todavía hay tiempo.

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